ROMA / Cómo mover los hilos para llegar a Papa
Un cardenal brasileño revela que Ratzinger organizó una intensa campaña para convertirse en Benedicto XVI
JUAN ARIAS - Río de Janeiro - EL PAÍS
Uno de los cuatro cardenales brasileños que votaron en el cónclave que nombró Papa al cardenal alemán Joseph Ratzinger, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), ha revelado que el elegido desarrolló previamente al cónclave una campaña electoral a escala mundial con ayuda de grandes purpurados y movimientos conservadores. El cardenal que ha facilitado los datos al periodista Gerson Camarotti, del diario O Globo, ha exigido mantener su anonimato para evitar el castigo de excomunión por quebrantar el secreto de un cónclave. Los cuatro cardenales brasileños que participaron en la elección fueron el arzobispo de São Paulo, Claudio Hummes, que obtuvo cinco votos; el arzobispo de Río, Eusebio Oscar Sheid, simpatizante del Opus Dei; el de Salvador de Bahia, Geraldo Majella Agnelli, actual presidente de la Conferencia Episcopal, y el arzobispo emérito de Brasilia, José Freire Falção.
Ratzinger, según este relato, lanzó una campaña electoral en toda regla, con la ayuda de los principales cardenales de la Curia romana y de los grandes movimientos conservadores, "principalmente del Opus Dei". Así, los movilizados por Ratzinger trabajaron en todos los continentes para empujar a los cardenales menos progresistas a elegirle. Tenían el mandato de Ratzinger para asegurar que "aceptaba la candidatura".
En Latinoamérica se movilizaron especialmente los cardenales Alfonso López Trujillo, de Colombia, y Jorge Arturo Medina, de Chile, ambos del Opus Dei. En Europa fue muy activo el austriaco Christoph Schoenborn, a quien Ratzinger había colocado en Viena para frenar los movimientos progresistas de la diócesis.
La campaña se desarrolló entre manteles y encuentros casi furtivos en conventos e institutos religiosos. La estrategia era llegar al cónclave con la idea de que Ratzinger era uno de los favoritos y exaltar todas sus cualidades. El mayor problema, afirma la fuente brasileña, fue convencer a los cardenales de que no era verdad que Ratzinger rechazaba ser Papa por motivos de edad y de salud, como afirmaba la prensa. Cuando se abrió el cónclave, y tras haber Ratzinger, como decano, prohibido a los cardenales hablar con los medios de comunicación, existía ya la convicción entre el electorado de que el purpurado alemán aceptaría el nombramiento. Se presentaba a Ratzinger como "el mejor teólogo del cónclave" y el mayor seguidor del pontificado de Juan Pablo II. El cardenal brasileño asegura que, cerradas las puertas del cónclave, continuó discretamente la campaña durante comidas y cenas.
En sus revelaciones, el elector brasileño confirma algunos datos de la revista italiana Limes, como la de que Ratzinger fue elegido, tras cuatro votaciones, con 84 votos de los 115 cardenales presentes y que su contrincante no fue el cardenal aperturista y jesuita Carlo Maria Martini, sino el también jesuita arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Este prelado llegó a recibir en el tercer escrutinio 40 votos. Martini sólo alcanzó nueve votos en la primera votación.
El cardenal brasileño señala que a Martini no le benefició el hecho de "caminar con bastón" y que los amigos de Ratzinger hicieron correr la voz de que sufría el mal de Parkinson.
El más votado tras Ratzinger fue finalmente Bergoglio. Se quedó con 26 votos en la cuarta ronda, pero demostró que a su alrededor se había articulado durante las tres primeras votaciones algo que parecía una minoría de bloqueo, capaz de retrasar los dos tercios que necesitaba Ratzinger para ocupar la silla de Pedro. Es decir, que un considerable porcentaje de electores siguieron hasta el último momento defendiendo la candidatura de Bergoglio, incluso ante la evidencia del triunfo del ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Algunos obispos brasileños consultados han señalado que no les extrañó que "hubiera cardenales que hicieran campaña electoral a favor de Ratzinger" y recordaron que el cardenal alemán ya había afirmado en 1978 que "no es el Espíritu Santo el que dicta a los cardenales el nombre del nuevo Papa", como solía defender la Iglesia.
Tras ser consultada la nunciatura en Brasilia sobre estas revelaciones, un portavoz rechazó "responder sobre el tema de los secretos del cónclave".
La Conferencia Episcopal de Brasil ha reconocido a O Globo la importancia del Opus Dei en la elección de Benedicto XVI ya que la Obra "goza de gran prestigio en el Vaticano, principalmente entre los cardenales más conservadores". El presidente episcopal, cardenal Majella, uno de los cuatro brasileños que participaron en el cónclave, ha declarado que no cree que un cardenal haya podido hacer tales revelaciones sabiendo las graves penas canónicas que pesan sobre quienes rompen el secreto sobre la elección del Papa.
JUAN ARIAS - Río de Janeiro - EL PAÍS
Uno de los cuatro cardenales brasileños que votaron en el cónclave que nombró Papa al cardenal alemán Joseph Ratzinger, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), ha revelado que el elegido desarrolló previamente al cónclave una campaña electoral a escala mundial con ayuda de grandes purpurados y movimientos conservadores. El cardenal que ha facilitado los datos al periodista Gerson Camarotti, del diario O Globo, ha exigido mantener su anonimato para evitar el castigo de excomunión por quebrantar el secreto de un cónclave. Los cuatro cardenales brasileños que participaron en la elección fueron el arzobispo de São Paulo, Claudio Hummes, que obtuvo cinco votos; el arzobispo de Río, Eusebio Oscar Sheid, simpatizante del Opus Dei; el de Salvador de Bahia, Geraldo Majella Agnelli, actual presidente de la Conferencia Episcopal, y el arzobispo emérito de Brasilia, José Freire Falção.
Ratzinger, según este relato, lanzó una campaña electoral en toda regla, con la ayuda de los principales cardenales de la Curia romana y de los grandes movimientos conservadores, "principalmente del Opus Dei". Así, los movilizados por Ratzinger trabajaron en todos los continentes para empujar a los cardenales menos progresistas a elegirle. Tenían el mandato de Ratzinger para asegurar que "aceptaba la candidatura".
En Latinoamérica se movilizaron especialmente los cardenales Alfonso López Trujillo, de Colombia, y Jorge Arturo Medina, de Chile, ambos del Opus Dei. En Europa fue muy activo el austriaco Christoph Schoenborn, a quien Ratzinger había colocado en Viena para frenar los movimientos progresistas de la diócesis.
La campaña se desarrolló entre manteles y encuentros casi furtivos en conventos e institutos religiosos. La estrategia era llegar al cónclave con la idea de que Ratzinger era uno de los favoritos y exaltar todas sus cualidades. El mayor problema, afirma la fuente brasileña, fue convencer a los cardenales de que no era verdad que Ratzinger rechazaba ser Papa por motivos de edad y de salud, como afirmaba la prensa. Cuando se abrió el cónclave, y tras haber Ratzinger, como decano, prohibido a los cardenales hablar con los medios de comunicación, existía ya la convicción entre el electorado de que el purpurado alemán aceptaría el nombramiento. Se presentaba a Ratzinger como "el mejor teólogo del cónclave" y el mayor seguidor del pontificado de Juan Pablo II. El cardenal brasileño asegura que, cerradas las puertas del cónclave, continuó discretamente la campaña durante comidas y cenas.
En sus revelaciones, el elector brasileño confirma algunos datos de la revista italiana Limes, como la de que Ratzinger fue elegido, tras cuatro votaciones, con 84 votos de los 115 cardenales presentes y que su contrincante no fue el cardenal aperturista y jesuita Carlo Maria Martini, sino el también jesuita arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Este prelado llegó a recibir en el tercer escrutinio 40 votos. Martini sólo alcanzó nueve votos en la primera votación.
El cardenal brasileño señala que a Martini no le benefició el hecho de "caminar con bastón" y que los amigos de Ratzinger hicieron correr la voz de que sufría el mal de Parkinson.
El más votado tras Ratzinger fue finalmente Bergoglio. Se quedó con 26 votos en la cuarta ronda, pero demostró que a su alrededor se había articulado durante las tres primeras votaciones algo que parecía una minoría de bloqueo, capaz de retrasar los dos tercios que necesitaba Ratzinger para ocupar la silla de Pedro. Es decir, que un considerable porcentaje de electores siguieron hasta el último momento defendiendo la candidatura de Bergoglio, incluso ante la evidencia del triunfo del ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Algunos obispos brasileños consultados han señalado que no les extrañó que "hubiera cardenales que hicieran campaña electoral a favor de Ratzinger" y recordaron que el cardenal alemán ya había afirmado en 1978 que "no es el Espíritu Santo el que dicta a los cardenales el nombre del nuevo Papa", como solía defender la Iglesia.
Tras ser consultada la nunciatura en Brasilia sobre estas revelaciones, un portavoz rechazó "responder sobre el tema de los secretos del cónclave".
La Conferencia Episcopal de Brasil ha reconocido a O Globo la importancia del Opus Dei en la elección de Benedicto XVI ya que la Obra "goza de gran prestigio en el Vaticano, principalmente entre los cardenales más conservadores". El presidente episcopal, cardenal Majella, uno de los cuatro brasileños que participaron en el cónclave, ha declarado que no cree que un cardenal haya podido hacer tales revelaciones sabiendo las graves penas canónicas que pesan sobre quienes rompen el secreto sobre la elección del Papa.
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