Salman Rushdie, quien todavía sigue escondiéndose por temor a que los fanáticos islámicos los asesinen, no ha dicho todavía palabra sobre las viñetas de Mahoma, pero sigue escribiendo. Y ahora
lo hace desde Manhathan y en el sacrosanto The New York Times para denunciar la perversión del lenguaje... en EEUU.
(PD)
<< Home