julho 22, 2004

Gades, la métrica del flamenco



MADRID.- Antonio Gades, bailarín y coreógrafo, murió el 20 de julio en un hospital madrileño a los 67 años tras varios de lucha contra el cáncer. Bailarín irrepetible, icono de la danza española, apasionado de la navegación y comunista convencido, fue incinerado en la más estricta intimidad.
 
"Nunca me sentí un artista, sino un miliciano vestido de verde olivo". Relajado y sonriente al lado de Fidel Castro, hace sólo un mes, tan exultantemente feliz con la excusa de la entrega de la Orden José Martí en La Habana. Ya no pesaba la responsabilidad de mostrar ese arte tan trabajado desde la adolescencia.

Para un niño nacido en 1936, en una humilde familia de Elda (Alicante), conquistar la gloria requiere una constante demostración de que se merecen los aplausos, los honores y las buenas críticas. En el escenario, en la pantalla, siempre concentrado y tremendamente serio. Antonio Gades revestía su talento natural para el flamenco con su férrea formación de bailarín de ballet clásico.

Gades llegó a Madrid con cinco años siguiendo a su padre, que había partido como voluntario para la defensa de la II República. La familia Esteve -Gades nació como Antonio Esteve Ródenas- se traslada a un barrio de la periferia de la capital, donde Antonio tuvo que abandonar sus estudios para trabajar en distintos oficios, que alternaba con su afición a los toros. Con el tiempo, sería destacado militante comunista con una intensa relación con Cuba.

Primer paso del sueño. De botones y aprendiz en el ABC, con sólo 11 años, a ser descubierto con la bailaora Pilar López en un espectáculo en esas populares sesiones de variedades que se sucedían en el Circo Price de Madrid. Con 16 años comienza un imparable camino hacia las estrellas. Su afán de perfeccionismo y su voracidad por aprender le sitúan como una figura desde el primer momento.

Como coreógrafo, trabaja en Roma a principios de los años 60 con artistas como Carla Fracci, Miskoitch o Giancarlo Menotti, montó "El bolero" de Ravel y "Carmen" antes de debutar en el mítico Scala de Milán como maestro y bailarín.

De vuelta a España, y antes de su boda con Marujita Díaz en 1964 -con la que estuvo casado menos de dos años-, se estrena como actor de cine en el musical "Los Tarantos" -un Romeo y Julieta gitano- junto a la Sara Lezana y la monumental Carmen Amaya. Londres, Nueva York, Argentina y Chile son algunos de los países que se inclinan ante esa conjunción de técnica e instinto. La medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes madrileño es sólo uno de los muchos galardones que cosecha a finales de los años 60.



París fue el escenario elegido para la presentación de su propio ballet, una pequeña cooperativa en la que también participaba El Lebrijano, que aunaba sus sólidos ideales comunistas con sus intereses profesionales.

Con ella y junto a Cristina Hoyos consiguió el premio Nacional de Teatro en 1970 y paseó por Europa, América y Asia "El amor brujo" y "Bodas de Sangre" hasta 1975, año en que la disuelve y anuncia su retirada. Su actividad cinematográfica seguía imparable. "Fortunata y Jacinta" o "Noche en los jardines de España" (1973) son algunos de los títulos en los que participa. Precisamente en una de esas cintas, "Días del pasado" (1976) actuó junto a su compañera sentimental desde hacía tres años, Pepa Flores "Marisol".

Con ella reincidió en el matrimonio en 1982 en Cuba y tuvo tres hijas, María, Tamara y Celia, que se suman a los dos hijos, Elsa e Ignacio, que nacieron anteriormente de su unión con Pilar San Clemente, bailarina de su compañía. Entre 1988 y 1993 estuvo casado con la suiza Daniela Frey.

Director del Ballet Nacional Español desde el 78 al 80, recupera su ilusión por la cooperativa artística y vuelve a la carga con el GIAD (Grupo Independiente de Artistas de la Danza) con ilustres nombre del flamenco como Luisa Aranda, Cristina Hoyos o el Güito. Comienza en paralelo su brillante colaboración con Saura: "Bodas de Sangre" (1981), "Carmen" (1983) y candidata al Oscar, y "El amor brujo" (1986).

Continúa girando por todo el mundo y levantando al público de sus asientos. Su último espectáculo, "Fuenteovejuna", se representó en 1994. La multitud de premios que avalan el rigor y la pasión con que trataba de equilibrar ese lenguaje corporal con que se expresa su arte, también se multiplicaban.

Pero sólo la satisfacción del trabajo bien hecho lograban mutar ese adusto y característico rictus en una abierta sonrisa, como la que lucía hace unos días.

Poco antes de que su estado de salud empeorara, volvió a pasar por la vicaría. Desde hace unos meses estaba casado con Eugenia Eiriz, la persona que ha estado junto al bailarín en los momento más difíciles de su enfermedad.

Su relación con Cuba

"Nunca me sentí un artista sino un simple miliciano vestido de verde olivo, con un fusil en la mano para donde, como y cuando, siempre estar a sus órdenes", le dijo Gades a Fidel Castro el pasado 6 de junio en La Habana.

La especial relación de Gades y la isla venía de lejos. Castro y la bailarina cubana Alicia Alonso fueron los padrinos de su boda civil con Pepa Flores, con quien contrajo matrimonio en la isla.

Esta pasión por Cuba le llevó a realizar una larga travesía en su velero entre Altea -otra de sus residencias- y Cuba, una aventura marinera propia de un luchador, pues si por algo se reveló contra esa enfermedad que tanto tiempo le ha acechado fue por poder navegar en el Mediterráneo, el mar junto al que nació el 16 de noviembre de 1936, en Elda (Alicante).

El mismo confesó en 2002, tras dos años de convalecencia, que pidió a los médicos que le desconectaran de tubos y cables, y que fue entonces, entre hospital y hospital, cuando pasó revista a su vida, pensó en sus cinco hijos y en su nieto.
[EL MUNDO]