julho 13, 2004

Honor y gloria al panfleto revolucionario

por Norberto Fuentes



Hace ahora sus buenos 42 años, una de las publicaciones cubanas de barricada, la revista Mella, que era el órgano de lo que entonces se llamaba Asociación de Jóvenes Rebeldes, cometía la irreverencia de publicar un entonado ensayito titulado “Honor y gloria al panfleto revolucionario”. El autor era el mismo director de la publicación, Adolfo Rivero, que había devenido un paradigma para todos los muchachones que entonces comenzaban sus carreras como periodistas revolucionarios (entre los que me encontraba). Aquel Adolfo acabado de llegar de los combates de Playa Girón, en uniforme de milicias, con su pistola Makarof a la cintura y su tabaco a medio quemar más rato en la mano que entre sus labios y con un epatante libro de Kafka bajo el brazo —¡Kafka después de Bahía de Cochinos!— y que se presentaba en la puerta del Mella luego de impartir una clase de rehabilitación de jóvenes presos por actividades contrarrevoluciorias es una imagen difícil de borrar —por lo menos a mí todavía no se me ha borrado. Quizá fue el primer intelectual realmente orgánico de la Revolución. Al menos su panfleto para glorificar los demás panfletos tenía el dulce sabor del combate que se aproxima y sobre todo que no se rehuye. Daba cara al asunto. Era un ataque por lo demás audaz contra el sector más pusilánime de la intelectualidad, valga decir, según el criterio imperante entonces, toda la intelectualidad.



Desde luego que ha llovido mucho desde 1961. Pero Rivero y su descarnada pieza de agitación y propaganda es mi recuerdo recurrente mientras repaso la producción que la derecha cubana radicada en Miami se empeña en vendernos como artículos de opinión. Es increíble como el mismo sentido de imposición que parece proceder del fanático convencimiento de que el enemigo será aplastado campea en estos textos. Pero más desconcertante aún no es que este sea su mensaje en las vísperas de la supuesta transición a la democracia en Cuba sino verles cómo regresan sacudiéndose las manos luego de colgar sus arengas a favor de cuanta mierda fascista les parezca o de soltarlas en la redacción de El Nuevo Herald y con la misma arremeter, tan campantes —por ejemplo—, contra Michael Moore, acusándole de estar produciendo pura propaganda o amenazar a cualquiera que se atreva a contradecirlos con las baños en lava de alta temperatura que espera en un futuro inmediato. Ya ustedes saben la democracia que nos tienen reservada. Nos vamos a tener que quedar aquí, en Miami, bajo la protección de las autoridades norteamericanas, a esperar que estos desalmados instauren su nuevo orden en Cuba. De verdad que los panfletos de los años 60 cubanos resultaban mucho más decentes en su pretensión. Desde luego que tenían la belleza de aquellos años cuado éramos jóvenes y defendíamos las mas inalcanzables utopías y este decidido comisario político nuestro, Adolfo Rivero, se atrevía a dar carta de ciudadanía a un género tan maldecido pero entonces tan necesario. Honor y gloria.

(C) Norberto Fuentes 2004