RSF / El colega terrorista
Publicamos este comentario del amigo Alfonso Rojo por un elementar deber de honestidad hacia la verdad. Alfonso, uno de los corresponsales de guerra de El Mundo más temerarios que he conocido, despedido injustamente por Pedrojota, es una voz que hay que escuchar obligatoriamente. [RF]
Por ALFONSO ROJO
Por ALFONSO ROJO
Lo que más me irrita es lo de Taysir Alony. Sin duda, porque ha actuado desde hace mucho camuflado tras el cómodo y a menudo invulnerable disfraz de periodista.
Cada uno interpreta un papel en la vida y el de Reporteros sin Fronteras (RSF) es ir a la contra; pero salir a toda prisa con un comunicado insinuando que se ha cometido una injusticia, no es de recibo.
Tras subrayar que Alony padece problemas cardiacos -dolencias que nunca le impidieron ir a buscar a Osama bin Laden a las montañas de Afganistán o llevar miles de dólares a los criminales chechenos- esas almas cándidas y tan poco imparciales que son los de RSF han pedido a las autoridades españolas que adopten «todas las medidas necesarias» para que la detención del reportero-terrorista de Al Yasira no agrave su estado de salud.
Si por «medidas necesarias» entienden que se le mande a casa, porque el encierro en la celda no le sienta bien, no deberían preocuparse. La Justicia española acostumbra tener razones que la razón -o el sentido común- desconocen y no tardaremos en ver a Alony en la calle, libre como un pajarillo y tan campante.
Cuesta entender que sólo le caigan siete años de cárcel a un sujeto que actuaba como auxiliador necesario en la comisión de delitos tan graves, como los que perpetran facinerosos del jaez de los independentistas chechenos y que a otro que metía la mano en la cartera ajena le endosen veinte años de prisión -caso de Mario Conde-, pero las sentencias judiciales son así. Queda la esperanza de que el Tribunal Supremo enderece un poco las cosas y esta panda se lleve lo que se merece, pero cabe también la posibilidad de que recurran y todavía salgan mejor librados.
Durante el juicio, Taysir Alony reconoció tener «una íntima relación con Al Qaida». Eso no ha impedido que proliferen en esta profesión quienes proclaman a los cuatros vientos su inocencia. Ayer mismo, en alguna cadena de radio, había quien se quejaba de que se tratara así a un «colega».
No se puede esgrimir a favor de esos mendrugos proclives al colegueo ni la eximente de ignorancia. Basta repasar el sumario, para darse cuenta de que Alony no es trigo limpio. Antes de hacer de periodista, ya estaba en sintonía con los malos.
El hombre de Al Yasira, que comenzó su carrera periodística haciendo traducciones, es un producto típico de la nueva generación de terroristas islámicos. Quizá sea un simple colaborador o un ambicioso seducido por el afán de notoriedad, pero encarna valores y actitudes que caracterizan la última hornada de fanáticos. Vive aquí, se ha casado con una de aquí, se beneficia de la Seguridad Social y de todo lo que hay aquí, pero odia, desprecia y disfruta haciendo daño a los de aquí. [ABC]
Cada uno interpreta un papel en la vida y el de Reporteros sin Fronteras (RSF) es ir a la contra; pero salir a toda prisa con un comunicado insinuando que se ha cometido una injusticia, no es de recibo.
Tras subrayar que Alony padece problemas cardiacos -dolencias que nunca le impidieron ir a buscar a Osama bin Laden a las montañas de Afganistán o llevar miles de dólares a los criminales chechenos- esas almas cándidas y tan poco imparciales que son los de RSF han pedido a las autoridades españolas que adopten «todas las medidas necesarias» para que la detención del reportero-terrorista de Al Yasira no agrave su estado de salud.
Si por «medidas necesarias» entienden que se le mande a casa, porque el encierro en la celda no le sienta bien, no deberían preocuparse. La Justicia española acostumbra tener razones que la razón -o el sentido común- desconocen y no tardaremos en ver a Alony en la calle, libre como un pajarillo y tan campante.
Cuesta entender que sólo le caigan siete años de cárcel a un sujeto que actuaba como auxiliador necesario en la comisión de delitos tan graves, como los que perpetran facinerosos del jaez de los independentistas chechenos y que a otro que metía la mano en la cartera ajena le endosen veinte años de prisión -caso de Mario Conde-, pero las sentencias judiciales son así. Queda la esperanza de que el Tribunal Supremo enderece un poco las cosas y esta panda se lleve lo que se merece, pero cabe también la posibilidad de que recurran y todavía salgan mejor librados.
Durante el juicio, Taysir Alony reconoció tener «una íntima relación con Al Qaida». Eso no ha impedido que proliferen en esta profesión quienes proclaman a los cuatros vientos su inocencia. Ayer mismo, en alguna cadena de radio, había quien se quejaba de que se tratara así a un «colega».
No se puede esgrimir a favor de esos mendrugos proclives al colegueo ni la eximente de ignorancia. Basta repasar el sumario, para darse cuenta de que Alony no es trigo limpio. Antes de hacer de periodista, ya estaba en sintonía con los malos.
El hombre de Al Yasira, que comenzó su carrera periodística haciendo traducciones, es un producto típico de la nueva generación de terroristas islámicos. Quizá sea un simple colaborador o un ambicioso seducido por el afán de notoriedad, pero encarna valores y actitudes que caracterizan la última hornada de fanáticos. Vive aquí, se ha casado con una de aquí, se beneficia de la Seguridad Social y de todo lo que hay aquí, pero odia, desprecia y disfruta haciendo daño a los de aquí. [ABC]
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