outubro 19, 2004

Dichosos habaneros que todavía recordamos

Conocí a Roque Dalton en 1968. La Habana era entonces, por esa época, un hervidero de conspiraciones. Lo vi una sola vez. Estaba sentado a una mesa en una taberna de El Vedado, cuando el poeta se apareció. No era muy alto, pero irradiaba una alegría de vivir que contagiaba. Llegaba para darse unos tragos antes de irse a sus faenas y, según me dijo, esperaba a otra lumbrera latinoamericana: el guatemalteco Manuel Galich, profesor, entonces, de literatura de América Latina. Traté de decirle que lo respetaba y que sus versos, recién publicados por Casa de las Américas —La taberna y otros lugares— me parecían fuera de serie. Pero no se lo dije: la inhibición de un aprendiz pueden estar más allá de cualquier otra consideración. Solamente le brindé espacio, y hoy todavía me está pesando. Años más tarde conocí a Jorge, su hijo: Uno de los cineastas más sensible y finos que he tenido la suerte de tratar. De modo que ahora, me place presentarles esta entrevista, donde el hijo del guerrillero salvadoreño, asesinado por sus propios compañeros, somete a un lúcido análisis la realidad actual de la isla de Cuba.
Bernardo Marqués-Ravelo


La nostalgia es la puta de la memoria
G. Cabrera Infante

Una Entrevista con Jorge Dalton

por Ginle Cubías

¿En cuantos Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana has participado?

He participado en muchos, desde 1987. En ese tiempo yo vivía en Cuba, trabajaba en el Instituto Cubano de Radio y Televisión ICRT. Había fundado el primer grupo de videoastas independientes que habíamos bautizado con el nombre de: "Taller de los Inundados". En Cuba, todos pensaban que era en homenaje a Fernando Birri, el cineasta argentino por su película del mismo nombre. En realidad, ese nombre surgió en mi casa donde se daban las reuniones creativas de un grupo de jóvenes que queríamos abordar temáticas en nuestros trabajos, que se diferenciaran de la posición oficial. Producto de los nortes, los aguaceros torrenciales que azotan la isla, mi casa se inundaba y todos terminábamos con escobas, cubos y palos de trapear, secando el agua. Otras veces, debido a la escasez de agua en mi edificio yo tenía que recoger el preciado líquido en reservorios, por descuido, las llaves quedaban abiertas y al regresar, las escaleras de mi edificio parecían las cataratas del Niágara, los vecinos querían matarme. No me quedaba más remedio que acudir a mis compañeros para repetir tan molesta labor.

Tengo entendido que fue un grupo muy sonado ¿Quiénes conformaban el "Taller de los Inundados"?

"El taller de los inundados" estaba compuesto por gente brillante y talentosa como Camilo Hernández, el vive en Venezuela desde 1991, escribe para una revista musical, era todo un erudito en cultura cubana, guionista y realizador. En esa época ya se perfilaba como un magnifico director de video y televisión, tenía la ambición de dirigir cine y contaba con varios proyectos geniales. Marcharse de Cuba significó toda una tragedia, pasó hambre y marginación por el simple hecho de ser cubano, tengo entendido que nunca más a
podido dirigir. José Luís Llanes, es mi amigo de la infancia, corrió similar suerte que Camilo, su estancia en México fue un calvario a pesar de "Que bonito y sabroso bailan el mambo los mexicanos". Su historias, de cómo pasó la frontera de México a Estados Unidos, es digna de un guión cinematográfico, graduado de Critica Teatral en el Instituto Superior de Arte, era el mejor director de teatro televisivo de mi generación. Actualmente escribe para un periódico en New York. Jorge Trinchet, fue el primer amigo que tuve en Cuba a los 7 años, egresado del ISA, era en ese tiempo, un prometedor actor del cine y televisión, tenía todas las cualidades de ser un buen documentalista cinematográfico. En 1993 fue expulsado "deshonrosamente" de la Juventud Comunista y automáticamente quedó sin trabajo, hundido en la total frustración era candidato al suicidio. Hoy vive en Miami con toda su familia y ha sido productor de Discovery Chanel y Univisión. Iván Oms, era director de fotografía y trabajaba para el Instituto de Cine de las Fuerzas Armadas Revolucionaria ECIFAR. Había sido corresponsal durante las guerras de Angola y Etiopía, su buen humor y sus imágenes eran de grueso calibre. En 1991 fue expulsado injustamente de su centro de trabajo convirtiéndose en un zombi hasta que emigró a España. Actualmente vive en Madrid y se dedica a la venta de equipos de cine y video. Glorita Diliz llegó a ser una de las mejores editoras del ICRT con varios premios y reconocimientos. En 1993 su vida era un desastre, su profesión y el conocimiento adquirido, no le servían de nada. El año pasado me la encontré en la cuidad de Miami y tuve la alegría de saber que es la jefa de un team de editores en la cadena Univisión. El negro Miguelito Candelario, era de La Habana del Este y asistente de escenografía del ECIFAR. En 1993 no tenía ni donde caerse muerto, se metió en el mundo de la prostitución y el tráfico de divisas. En la avalancha de balseros de 1994 fue a parar a la Base Naval de Guantánamo. No se a qué se coño se dedica ahora pero gracias a Dios, ya no es "jinetero", vive bien en Texas. A mediados de los años ochenta en Cuba había surgido una generación de artistas cubanos nacidos con la Revolución, todos hermanados por los sueños y la necesidad de nuevas propuestas, era como una gran familia. Fue toda una explosión, un movimiento que agrupaba a cineasta, actores, escritores, poetas, músicos y también técnicos como directores de fotografía, sonidistas y editores de cine y televisión. "Los Inundados" éramos parte de todo ese movimiento, me siento orgulloso de haber sido parte de eso. Había espacios culturales como el "Festival Nacional Caracol", La Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, de la cual también soy miembro fundador, la escuela nacional de cine y televisión, ubicada en Miramar, el Festival de cine, video y televisión organizado por la Brigada Hermanos Saíz. El Festival del Nuevo Cine Latinoamericano había logrado un nivel y prestigio internacional, todo eso nos permitía darnos a conocer en un ambiente competitivo. Considero importante participar en un evento tan importante como el Festival de La Habana, sigue siendo una de mis mayores aspiraciones, más que todo por la necesidad de que mis obras se exhiban en Cuba.

De tus trabajos, ¿cual es la obra que más aprecias?

Siento mucho cariño por "Herido de Sombras", un documental que adoro con la vida y que fuera galardonado con el Premio Coral en 1994. También quiero mucho a "Y si vivo cien años, cien años pienso en ti", creo que fue mi primer documental en 1989. Un documental que dio mucho de que hablar, con el me di a conocer aunque se vio poco en Cuba, tuve la desgracia que fue censurado por la televisión cubana. "Cuando yo soñaba un mundo al revés", es un trabajo también sobre Cuba, que acabo de concluir hace apenas pocas semanas, aspiro esté en el 26 Festival de Cine de La Habana. Un documental dedicado a todos mis amigos cubanos desperdigados por el mundo. A todos aquellos que amo y recuerdo. Se trata de un extraño viaje a la infancia, paraíso perdido que retornamos mediante un juego inocente y peligroso en que se desatan amores, verdades, virtudes y añoranzas. Una especie de juego inocente que desemboca en una seria reflexión y a la vez, en la interrogante de: ¿Qué fue de nosotros, que fue de todos los que una vez fueron parte de un país, una isla que pareció podía convertirse en el mejor de los mundos posibles? Es algo así como un poema collage construido de una manera inusual, a partir material cinematográfico inservible, fragmentos de filmes encontrado en basureros, películas caseras, material de archivo, foto fija, animación en video y animaciones en celuloide, empleando técnica Mc Laren. Utilicé también la música de Bola de Nieve, Carlos Varela, "Cachaito" López, Bach y Jadám González.

Sin estar presente físicamente en Cuba, tu obra siempre está enlazada a Cuba. ¿Como es que logras mantener esa unión adentro de ti?

Bueno eso es muy fácil: "La cabra siempre tira pa'l monte", no hay que olvidar que yo crecí en Cuba, los mejores años de mi vida los pasé en Cuba. Por supuesto, no viví en Cuba como viven los turistas, los "Técnicos extranjeros" o los representantes de partidos de izquierda, que gozan de una infinidad de privilegios que los aleja de la realidad cubana. Yo fui un cubano más, fui a las mismas escuelas que iban los cubanos a las mismas becas. En mi casa había una libreta de abastecimientos igual a la de todos los cubanos. Mis amigos, eran de todos los barrios y pueblos de La Habana, estuve becado en muchas escuelas desde 5to grado de primaria hasta entrar en la Universidad. Me formé con los amigos del barrio, crecí caminando por las calles. Fui un gran caminador, eso me hizo mezclarme entre la gente y tener un amor profundo por el entorno que me rodeaba. A medida que fui creciendo fui adquiriendo un compromiso no sólo con mi cuidad, sino también con la gente. Asimilé muy rápido la cultura cubana que se me metió por "los cuatro costados" hasta el punto que lo mejor que sé hacer hasta ahora, es ser cubano. No hace mucho José H. Fernández, en un artículo publicado en “Encuentro” decía algo así como: "Jorge Dalton, un sentimental salvadoreño que fue tan típico en La Habana como las maracas". La verdad que agradezco mucho tan simpática y cariñosa definición. Ahora bien, eso no quiere decir que he olvidado que nací en El Salvador, un país rodeado de hermosos volcanes y donde resido actualmente. Una nación que a pesar de sus imperfecciones, parece haber encontrado fórmulas para construir un futuro mejor. Me viene a la mente cuando vivía en México en 1984, en esa ocasión, le comenté al poeta cubano Eliseo Diego, que yo estaba decidido hacerme cubano por papeles, ya incluso estaba haciendo gestiones para eso. Yo tenía la suerte de ser amigo de Eliseo, uno de los poetas más grandes que ha dado Ibero América. El poeta estaba sentado en la sala de su apartamento, fumando pipa como una poderosa locomotora inglesa. Con esa manera de hablar, interrumpido por su respiración me dijo en tono enérgico: "¡Nunca se te ocurra hacer eso. Sería olvidarte de tu país, es injusto, no lo hagas por homenaje a tu padre. El hacer eso, sería cerrarte las puertas a que algún día, puedas trabajar y vivir en el país que te vio nacer. Me tienes que prometer que no lo harás! Además: ¿quién no sabe en Cuba que eres cubano? El ser cubano nadie te lo va a quitar y para eso no necesitas ningún papel!” Al poco tiempo, Eliseo Diego murió y yo le puse 2 rosas rojas en su caja. Hasta el momento he cumplido con esa promesa que le hice a mi amigo Eliseo y a mi padre también. Ahora soy un ciudadano común que trabaja y vive en El Salvador, como lo predijo sabiamente el autor de "En la Calzada de Jesús del Monte" en 1994. Soy un cubano, con pasaporte salvadoreño.

Personalmente he visto dos documentales suyos y hay algo que lo caracteriza y distingue es su forma de realización. Si pudiera contarme sobre ese modo de realizar y de llevar a Cuba en sus obras.

Retomando lo anterior, me siento comprometido con el pasado, presente y futuro de Cuba, como cualquier cubano. En ese sentido, mi obra refleja ese compromiso. He creado un estilo propio en que se mezclan diferentes maneras de decir las cosas. Nunca me crucé de brazos esperando que vinieran los grandes recursos. Una de las cosas que aprendí de mis maestros en Cuba fue a decir mucho con poco. Entonces aprendí a trabajar con lo que había, aun continúo trabajando así. Por ejemplo, en El Salvador no existe el cine, no hay tradición cinematográfica. Por lo tanto, el cine salvadoreño habrá que inventarlo, ojalá se invente en este siglo. Siempre fui muy irónico, creo que fue una de las mejores herencias que me dejó Cuba y mi padre y eso está presente en todos mis trabajos. La pasión es algo que también está. No hago nada si no siento pasión por una historia. Es algo que adquirí también en Cuba, donde la cultura y el conocimiento se adquieren con pasión, tuve maestros apasionados por el cine pero que también poseían una formación sólida en las otras ramas del arte, eran grandes conocedores de las artes plásticas, el teatro, la música y la literatura.

¿Tu carrera está seguida de un precedente familiar o surge como una necesidad de comunicarte?

Mi familia fue fundamental, mi padre en este caso, se tomaba el tiempo cuando mis hermanos y yo éramos niños de llevarnos al cine, que conociéramos las grandes obras de la cinematografía mundial. El tuvo una preocupación constante porque sus hijos tuviesen un conocimiento del arte en general. Parte de mi infancia la pasé en Europa, específicamente en Checoslovaquia, uno de los países más bellos del orbe, una etapa difícil de olvidar. Ahí adquirí la pasión por los museos y por las galerías de arte. Cuando llegué a La Habana en 1968, Cuba vivía momentos de esplendor cultural. La mirada de los cubanos estaba centrada en Europa, eran los años de Jean-Luc Godard, Ingmar Bergman, Jean Paul Sartre. También eran los tiempos en que nacía el Nuevo Cine Latinoamericano. La revolución tenía 8 años de haber triunfado. Mi familia tomó la decisión de quedarse en Cuba porque vieron que se trataba de un sitio ideal para vivir y crear. Mi padre era un escritor joven revolucionario, soñador y aventurero, enamorado de todo ese proceso que se gestaba en Cuba. El generó todo un pensamiento y se convirtió en un escritor e intelectual muy activo y querido. Llegó a influenciar a varias generaciones de poetas cubanos, sin ser cubano. Vivió muy intensamente en Cuba y escribió en la isla varias de sus obras más importantes. Mi casa se convirtió en un centro obligado para muchos artistas e intelectuales. Ahí conocí a Bola de Nieve, Julio Cortázar, Fina García Marruz, Sergio Ramírez Mercado, Juan Gelman, Eraclio Zepeda, Mario Benedetti, Eduardo Galiano, Tomás Gutiérrez Alea, Regis Debray, José Dirceu, Thiago de Mello, Nicolás Guillén, entre otros muchos. Fue mi casa uno de los sitios en que se reunían a "guitarrear" unos jóvenes trovadores llamados Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, que años más tarde, eran el alma del universalmente conocido Movimiento de la Nueva Trova. De la mano de mi padre tuve el privilegio de conocer a René Portocarrero, Wifredo Lam, Mariano Rodríguez, Rine Leal, Virgilio Piñera, Heberto Padilla, La Casa de Las Américas y todo lo que funcionaba dentro de ella. Me formé en un ambiente cultural que me influenció de manera directa. Más tarde tuve la oportunidad de trabajar y ser amigo de grandes músicos, escritores, actores y cineastas de mi generación. Desde muy joven estuve cerca del Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficas (ICAIC) al cual entraba como si fuera mi casa. Fui un gran devorador de cine. Podría decir sin temor a equivocarme, que durante más de 15 años seguidos, no me perdí ni un solo ciclo de cine internacional, de cine latinoamericano y cine clásico, en una programación constante de la Cinemateca de Cuba. Es por eso quizás que no fumo, pues la señal de "no fumar" adentro de la sala, se me quedó impregnada para toda la vida. Además le tenía terror a los regaños de Alfredo Guevara a los fumadores. Gracias a la Cinemateca conocí lo mejor del cine soviético, húngaro, polaco, africano, inglés, francés e italiano. Eso fue una gran escuela para mí y considero que el ICAIC ha sido uno de los proyectos culturales más importantes de América. Ahí conocí a Santiago Álvarez, quién me invitó a ser alumno de la escuela del Noticiero ICAIC Latinoamericano. Esa escuelita era tal vez uno de los pocos sitios en el mundo donde se podía llegar a la práctica cinematográfica de manera inmediata. Santiago era un hombre excepcional, muy noble, un documentalista extraordinario al cual le debo muchas cosas. Estando en ese tiempo en el ICAIC, hice una investigación sobre la imagen cubana en movimiento en el Archivo de Cortometraje. Eso me facilitó conocer todo lo que se filmó en Cuba desde 1906 hasta 1968. Me considero un afortunado en ese sentido. En otro orden, los festivales internacionales de La Habana cobraron fuerza y pude conocer personalmente a las leyendas del cine latinoamericano como es el caso de Jorge Sanjinés, Julio García Espinosa, Carlos Dieguez, Fernando Birri que también fue mi maestro, Nelson Pereira dos Santos, Miguel Litín. Todo ese ambiente fue determinante.

¿Cuales son los directores que más admiras?

A Tomás Gutiérrez Alea, en primer lugar, lo considero el director más exquisito de América Latina, tuve la oportunidad de hablar mucho con él, siempre tenía la paciencia de atender a los jóvenes, conocer sus inquietudes, me considero un privilegiado en ese sentido. Era un hombre muy bondadoso, un revolucionario en todos los sentidos, eso está plasmado en su vida y su obra. El español Fernando Trueba, porque su obra está más cerca de lo que quisiera hacer. Me gusta mucho Eliseo Subiela, Alejandro Almenabar, Almodóvar. Siento predilección por directores rusos de la "era soviética" en especial, Nikita Mijalkov, Sergei Eisenstein, Elem Klimov, Andrei Tarkovsky. Creo que casi todos los cineastas y videoastas cubanos de mi generación, están influenciados por Tarkovsky.

¿Que es lo que más extrañas de Cuba?

Mi Habana, aunque sea revuelta y brutal y todo ese mundo del cual me considero parte y lo que yo considero también que era para mi: "La Revolución". Extraño eso de caminar por mi barrio que era el mismo de Vicente Revuelta, José Milián, Arturo Sotto, de Gema y Pavel, andar por las calles y saludar a Chucho Valdez, Ernán López Nussa, Gonzalito Ruvalcaba, José María Vitier, Tata Güines o Ramón Valle, seis de los músicos más grandes del planeta. Extraño las ramas de un frondoso árbol que entraba por mi ventana, testigo de mis sueños y mis amores. La sana e inacabable vida nocturna de La Habana, en que podías enamorar a una novia viendo tocar delante de ti a Dizzy Gillespie, Michel Legrand, Milton Nascimento, Paco de Lucía, ver actuar a Darío Fó o ver bailar a Antonio Gades. Extraño mucho a Carlitos Varela, Santiago Feliú, Polito Ibáñez, y Gerardo Alfonso, sus conciertos y tertulias en la azotea de mi apartamento en El Vedado. A pesar de los pesares, extraño a Silvio Rodríguez. Los conciertos de Arturo Sandoval en el Nacional y los de Amaury Pérez en el Carlos Marx. Las clases magistrales de Francis Ford Copolla y Costa- Gavras en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños; Los Festivales Internacionales de Cine, de Teatro, de danza, de guitarra, de coros No puedo acordarme de La Habana sin los 24 cuadros por segundo de Enrique Colina, Raúl Pérez Ureta, Ángel Alderete, Mayito García Joya, Livio Delgado, Juan Carlos Tabío, Bernabé Hernández, Rigoberto López, Enrique Pineda Barnet y Fernando Pérez, sin los colores de Arturo Cuenca, José Bedia, Tomás Esson, Flavio Garciandía, Leandro Soto, Tomás Sánchez, Manuel Mendive, Zaida del Río y Waldo Saavedra, sin la palabra de Jesús Díaz, Bernardo Marqués, el gordo Raúl Rivero, Whichy Nogueras, Eliseo Alberto Diego, Guillermo Rodríguez Rivera y Ramoncito Fernández Larrea, las conferencias de Desiderio Navarro y Jorge de la Fuente en la UNEAC. Me da miedo no ver más a los actores Luís Alberto García, Reinaldo Miravalles, Miguel Gutiérrez, Jorge Perrugorría, "el pichy", Carlos Cruz, Albertico Pujols, Yolanda Ruiz, Beatriz Valdés, Orlando Casín, Mirtha Ibarra, Isabel Moreno, Enrique Almirante, Lili Rentería, Omar Moynelo, Francisco Gattorno, César Évora, Pedro Rentería, Rolando Brito, Leonor Cabal, Vladimir Cruz, Eduardo Vergara, Ileana Wilson, Orlando Fundichelli, Jorge Trinchet, Mario Balmaceda, Thais Valdés, Nancy González, Osvaldo Doimeadiós, Enrique Molina y José Antonio González, juntos en el teatro, el cine y la televisión cubana. Para muchos en este mundo, Fidel, y el Ché, son los grandes ídolos, en cambio para mí, los ídolos son toda esa gente que menciono y conocí en Cuba, los poetas, músicos, pintores, actores, fotógrafos y cineastas, mis compatriotas, mis hermanos. Siento mucho no vivir y trabajar en Cuba, esa ausencia cada vez más prolongada ha sido un dolor inmenso.

¿Como te imaginas el futuro de Cuba?

Cuba tiene un potencial humano que otras naciones del continente no tienen. Cuba es uno de los países donde más se ha invertido en educación, cultura y salud. Por lo tanto, gran parte de la población está preparada y posee un alto nivel cultural. Los que están en contra y a favor de la Revolución auguran un futuro esperanzador teniendo en cuenta estos factores. Ojalá que así sea. Pero también ha comenzado a preocuparme ya que podría suceder todo lo contrario. A pesar de todas esas conquistas sociales y ese potencial, gran parte de esa población vive en lo que pudiéramos denominar una humillación económica. En el año 2001 fue mi último viaje a Cuba y me percaté de las serias diferencias sociales que existen en la isla. Es significativo el surgimiento de una elite, dentro del propio estado, que ha venido acumulando poder económico y político. Me refiero a las personas que trabajan en las llamadas "empresas mixtas", los únicos autorizados a realizar todo tipo de negociaciones y transacciones comerciales con empresas extranjeras. El sector de la cultura no está exento de esos mecanismos. Estas personas, han adquirido experiencia de cómo funcionan las cosas en el capitalismo. No hay que olvidar que el capitalismo sigue siendo un sistema feroz y deshumano. Estas personas se han convertido en seres implacables que han terminado por desconocer las verdaderas necesidades de la sociedad cubana. Muchos viven en la opulencia, que poco tiene que envidiarle a las oligarquías latinoamericanas, su nivel de vida se diferencia bastante del resto de la población. Algunas de sus casas están amuralladas, se han aislado y enriquecido a niveles insospechables. Esta elite, todos miembros del partido, van desde funcionarios con altos cargos gubernamentales, dirigentes intermedios, militares, miembros de la inteligencia, donde también hay ingenieros y economistas, ya no los mueve la ideología, sino el dinero y el ansia de poder. Son los más beneficiados en esa situación de estancamiento social y económico que vive Cuba actualmente. Son los menos interesados que el embargo llegue a su fin. Por otro lado, son los más concientes de que Fidel Castro puede desaparecer de un momento a otro y una vez que esto suceda, por la acumulación de poder y riqueza, sabrán que hacer ante una nueva e inesperada situación que se presente. Llevan años preparándose para ese momento. De ellos depende en gran medida, el manejo de la economía en el presente. Me atrevo a decir que también dependerá en el futuro. Son los que conocen cómo funciona este mundo globalizado, donde todo es perfectamente comprable y vendible, el de la bolsa, las tarjetas de crédito, viajes, compra y venta de acciones, cuentas bancarias, tecnología y conectividad, telefonía e información, todo eso que el cubano común y corriente desconoce. Este sector elitista, se compone de personas con formación profesional, talentosas y audaces, sin embargo no son nada democráticos. Son autoritarios ambiciosos, mezquinos y egoístas. La democracia es y será uno de los mayores retos de la nación cubana en el futuro. Noté un acentuado deterioro en la calidad de vida de los cubanos. Me dolió ver a los más viejos como ermitaños empobrecidos, esperando la muerte en las esquinas, sin tener ya nada que decir. Hace sólo unos días una gran amiga me escribió una carta que refleja en pocas palabras, toda esa incertidumbre que vive a diario el cubano y que quisiera leerte a continuación. En estos días, luego del ciclón Charles, La Habana está sometida a severos cortes de energía eléctrica, similares a los que viví en el año 1993. Mi amiga me dice textualmente: "Tenemos una racha de apagones como en el 93, pero el espíritu ya no es el mismo, estamos agotados no con tanto entusiasmo, al menos nosotros lo que luchábamos y creíamos que se podía... la gente se cierra en si mismo, no cree en las instituciones....no confía en lo social. ¿A dónde se fue el proyecto? ¿Qué pasó con esto? ¿Cuáles son las opciones? No se sabe nada, nadie dice nada...nos movemos entre consignas y una retórica obsoleta. Hay una especie de la llamada "calma chicha" la que queda entre ciclones... se presiente algo, pero no se sabe nada y esto lleva a una especie de parálisis social, porque la económica es un hecho consumado. Ayer se fue la luz desde las 8 hasta la 2 de la tarde, me agoto mucho, tuve que trabajar hasta las 3 de la madrugada aprovechando la posibilidad de conectarme. Hoy amanecimos sin luz hasta las 2 de la tarde de nuevo. La electricidad se comparte, les viene a unos y se les dan a otros. Luego se volvió a ir a las 7 hasta ahora, casi la una de la madrugada... es desesperante porque ya no somos los mismos que subíamos a las azoteas a disfrutar de las estrellas y a soñar. Ahora todo tiene un tono más dramático. Nosotros los que creímos... ya dudamos y nuestros hijos son drásticos, no perdonan porque no se sienten partes de esa historia comprometida y son duros, y muy irreverentes". La sordera y ceguera de la dirigencia que niega toda transformación no ha hecho más que aumentar la zozobra social, se sienten seguros y han olvidado que aun está fresco el daño causado por la irresponsabilidad histórica de los dirigentes del socialismo en Europa del Este, responsables de las tragedias que se han venido desatando luego de la caída del muro de Berlín. Hay otro aspecto que también ha cambiado la fisonomía cubana y es la corrupción, un cáncer que ha hecho metástasis en todos los sectores de la sociedad, nadie parece estar a salvo de ella. Quienes más se benefician y la fomentan, son precisamente ese sector elitista que mencionaba anteriormente, al que hay que ponerle mucha atención. Salvando las distancias, en Cuba se ha creado una situación similar a la que existía en la Unión Soviética antes de la caída del Socialismo. Eso no deja de asustarme, porque en el medio de todo esto, al asecho, como un tigre que sabe cuando lanzarse sobre su presa, están los Estados Unidos, que pudiese aprovechar muy bien, cualquier panorama confuso que se produzca en la isla una vez que el máximo líder no esté. Ellos están acostumbrados resolverlo todo con el dinero, han sabido esperar y sabrán a quién comprar en ese futuro. Estados Unidos, por supuesto ha sido juez y parte en toda esta tragedia cubana, tienen tanta culpa como los dirigentes de la isla.

¿Su pensamiento ha variado bastante desde medidos de los 80s?

Creo haber aprendido varias lecciones. A mediado de los 80s yo era un joven convencido que con la caída del Muro de Berlín, Fidel Castro y el Partido Comunista, le darían un vuelco a la Revolución Cubana. Nosotros éramos jóvenes, formados dentro del proceso, "los hijos de Guillermo Tell", los hijos de los que hicieron la Revolución. El estado había invertido en nosotros y en ese momento comenzábamos a tener un papel activo dentro de las instituciones. Yo incluso pensaba que se habían dado condiciones para quitarnos de encima todos los males que nos había heredado el llamado "Campo Socialista", una sociedad gobernada a pura hoz y martillo y que se desmoronaba como un castillo de naipes. De manera particular, tenía la esperanza que la Revolución que había triunfado en 1959 podía retomar su cause inicial y con nuevos brillos. Nos sentíamos en el derecho de participar de manera directa, en ese proceso de renovación. Los términos de Glasnost, Perestroika, nos resultaban atractivos y creíamos que era la oportunidad de "la crítica dentro de la Revolución". Cuba, vivía un proceso de apertura sobre todo en el plano cultural, estábamos ilusionados que pronto eso se ampliaría. Pero Fidel hizo todo lo contrario a lo que nosotros pensábamos, en lugar de abrirse al mundo se encerró en su campamento y entonces esa apertura duró, "lo que dura un merengue en la puerta de un colegio". La oficialidad nos acusó de "hipercríticos", que estábamos "a favor del libertinaje". La visita de Mijaíl Gorbachov a Cuba en 1989 me reveló cuan lejos estaba Fidel Castro del nuevo líder soviético. El mal humor y el rechazo del dirigente cubano a las reformas iniciadas por Gorbachov no se hicieron esperar. Cuando vi pasar a los dos dirigentes saludando al pueblo cubano, en la avenida Rancho Boyeros, en esa histórica visita, me percaté que Fidel detestaba a Gorbachov, me di cuenta que el Comandante ya había envejecido. Ese mismo año, se producen los trágicos acontecimientos en China, en la Plaza de Tiananmen. Las imágenes de los tanques aplastando a los estudiantes que pedían cambios y reformas, fueron censuradas por la televisión cubana a pedido del Comité Central. En esos días Fidel, hizo declaraciones refiriéndose a los sucesos argumentando que: "La oposición no le dejó otra salida al gobierno chino, que la utilización de la fuerza". El resultado de la masacre fue de más de 1.600 muertos, por lo tanto, las palabras de Fidel no podían ser más directas. En caso que en Cuba se diera un "acto publico en contra de la Revolución", por mínimo que fuera, la respuesta de las fuerzas del orden sería brutal. Supe por medio de un amigo que trabajaba en el Ministerio del Interior, que el gobierno había invertido por primera vez, en la compra de equipos especializados de antimotines. Según me comentaba, la policía y fuerzas especiales habían adquirido cascos, redes escudos, camiones cisternas con mangueras a presión y fusiles con balas de goma. Fue en ese tiempo que el Festival de Cine Joven, fue suspendido por orden del partido por considerar que algunas obras a exhibirse dañaban la imagen de la Revolución. La policía, a puro garrote, daba por terminado los conciertos de rock como sucediera en un concierto de Carlos Varela en el cine 23 y 12. Se suspendieron diversas publicaciones y espacios culturales, incluso la revista “Sputnik”, una revista soviética que se editaba en Cuba por décadas, fue censurada. Se censuraron películas del cine soviético con el tema de la Perestroika. En el Instituto de Radio y Televisión, donde yo trabajaba, se desató una cacería de brujas. En 1990 había un nuevo director, un funcionario del Comité Central, miembro del equipo de asesores de Fidel Castro, llamado Enrique Román, uno de los personajes que más daño le ha hecho a la cultura cubana. Se recortó el horario de programación, se suspendieron todos los programas en vivo de la radio y la televisión, hasta los actos en que hablaba el "Comandante en Jefe" tenían que ser pregrabados. La censura era a diestra y siniestra, se prohibieron programas de televisión, conciertos, canciones, obras teatrales, exposiciones de pintura y recitales de poesía. Fidel tomó la decisión de unir al ICRT con el ICAIC con Enrique Román a la cabeza. Esto se hacía con la intención de destruir al ICAIC, una institución creada por la propia Revolución, donde incluso, el comandante Camilo Cienfuegos fue uno de los grandes promotores en 1959. Una vez más Fidel se olvidaba de Camilo, al parecer la idea era demasiado maligna para ser consumada y creo que fue lo única batalla ganada en medio de aquel negro panorama. Todo el sector artístico del ICAIC se unió para defender ese patrimonio. Muchos jóvenes que trabajábamos en el ICRT y que sufríamos a diario la censura, nos sumamos a ese acto de rebeldía. En 1991 el Gobierno de Gorbachov sufrió un golpe de estado de parte del sector más reaccionario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, opuestos a la Perestroika. Durante varias horas el impulsor de las grandes reformas dentro de la URSS fue detenido por esta camarilla. Todo ese ambiente fue celebrado por el gobierno cubano, los noticieros y el periódico “Granma” reflejaban ese júbilo, quedando más claro de que lado estaba Fidel. Los resultados de todo eso fue el ascenso de Boris Yeltsin al poder, iniciándose una prolongada y oscura noche, que aun no culmina. Los cambios en Rusia agarraron por otro rumbo. Fue peor el remedio que la enfermedad. En Cuba se obró rápido poniéndole freno a todo tipo de oposición. Todas nuestras pretensiones se fueron por un tubo. Todo había sido parte de una ilusión óptica, producto de nuestra ingenuidad. "La crítica dentro de la Revolución" resultó ser una gran mentira, más bien fue una trampa muy bien pensada. Paralelo a todo esto, mediante un costoso programa para la juventud, el gobierno había desplegado por toda la isla un gigantesco show publicitario cargado de "renovadoras consignas" como "Te seré fiel", "Estamos contigo" "Somos felices aquí". Todo esto acompañado por banderas, gorras, camisetas, grandes orquestas, bailables, discotecas en todas las esquinas. Una especie de "Pan y Circo", dirigido por Robertico Robaina, un joven dirigente al que considero con muy poca dignidad. Se dio rienda suelta a la vulgaridad sin precedente, el lenguaje solariego se institucionalizó. Al poco tiempo Cuba entró en el "Período especial", una etapa nefasta en que se formaron las llamadas "Brigadas de Respuesta Rápida", encargadas de reprimir y aplastar a cualquier ser pensante. De la noche a la mañana, de "hipercríticos", nos convertimos en "desafectos", por lo tanto estábamos más cerca de "los que le hacen el juego a los enemigos de la Revolución". Entonces también éramos "disidentes", un término tal vez más suave. Ahora, me imagino que con lo que estoy diciendo soy un "gusano", "traidor" y por ende, "contrarrevolucionario, malagradecido y vendido al imperialismo". Después vino lo peor. A medida que el "Pan y Circo" seguía su curso entre bombos y platillos, como comparsa carnavalera, detrás de ese muro, donde comienza el mar, el mundo había comenzado a cambiar demasiado rápido. Por otro lado, una de las fugas de talentos más grande de la historia de Cuba había comenzado. Una parte considerable de todo ese movimiento surgido a mediados de los 80s había desaparecido y se había marchado de la isla a conformar un nuevo exilio en España, México, Venezuela y Estados Unidos. No se cuantos miles de cubanos actores, actrices, músicos, fotógrafos, productores, pintores, críticos, sociólogos, historiadores, filósofos, bailarines profesionales, musicólogos, guionistas, escritores, profesores y catedráticos abandonaron la isla en ese momento. Yo me desperté la mañana del 13 de marzo de 1993 en medio del caos y la desesperación. El mar se había desbordado de manera inusual en lo que se denominó "La tormenta del siglo". Las olas del malecón sobrepasaban el Castillo del Morro, un espectáculo dantesco. Todas las calles de mi barrio estaban inundadas. Los ataúdes de la funeraria de Calzada y K, navegaban entre los portales y garages como símbolo de mal agüero. Son imágenes que no puedo olvidar y que aun invaden mis pesadillas. La fuerza destructiva del mar había penetrado no solo en las casas, también en nuestros corazones y mentes. El árbol de mi ventana se había consumido por el salitre. La destrucción en gran parte de La Habana, cambió radicalmente la cuidad. Para mi era el resultado de la cumbre y el abismo y me da la impresión que la ciudad y su gente nunca se han podido recuperar desde esa tormenta. Por mi manera de relacionar las cosas, esa "Tormenta del siglo" había comenzado mucho antes del 13 de marzo de 1993.


Proceso 2004