novembro 24, 2004

A partir de hoje tou aqui...



sigam as venturas aqui.

novembro 19, 2004

Soares alerta para revoltas

Portugal vive em situação de crispação

O ex-presidente Mário Soares afirmou quinta-feira à noite, no Porto, que só a restituição da voz aos cidadãos pode evitar «revoltas descontroladas» e que só ainda não houve «aventuras militares» devido à integração de Portugal na União Europeia.

«É preciso restituir a voz aos cidadãos, se quisermos evitar revoltas descontroladas ou rupturas que podem levar a aventuras, como aconteceu no fim da I República, dando lugar a uma ditadura obscurantista», disse o ex-Presidente da República.

«A integração na União Europeia defende-nos de aventuras militares, mas só uma consciência cívica nacional evitará outros perigos. Há uma opacidade na sociedade portuguesa que tem de ser varrida. Precisamos de mais honradez republicana», acrescentou Soares, que falou na última conferência de um ciclo sobre o 25 de Abril, promovido pela Câmara do Porto, considera que estes perigos são provocados pela «situação mais deprimente e crispada que Portugal vive desde o 25 de Abril».

«Não iremos cumprir as metas do défice. Não há qualquer sintoma de retoma. O desemprego sobe. O ambiente social é de grande crispação. É visível a crise de confiança no Governo, oposição, partidos, instituições, justiça, políticos, educação, cultura ciência, saúde, segurança social, trabalho, medicina... é preciso sacudir a depressão», disse o ex-Presidente de República.

Para Mário Soares, «num mundo tão inseguro e desregulado como o actual, onde a pobreza aumenta todos os dias, Portugal encontra-se numa situação bem difícil, sem estratégia para o futuro, desorientado, perdido no seu labirinto político».



Defendendo que Portugal se encontra «desnorteado» em termos de política externa, Mário Soares criticou o facto do primeiro-ministro, Santana Lopes, ter considerado no último congresso do PSD que o país passou para um «fim de austeridade e para um excelente astral».

Mário Soares mostrou-se substancialmente menos optimista do que o primeiro-ministro, alertando nomeadamente para o »«polvo da corrupção que alastra os seus tentáculos no Estado, na sociedade, nos partidos e nas autarquias» a níveis que nem na ditadura existiram.

O ex-Presidente da República apelou a uma «censura moral dos portugueses», sublinhando que «deixar correr o indiferentismo perante os abusos, as injustiças e as corrupções é o pior que pode suceder».

Poucos sectores da vida nacional escaparam ao «exame» negativo de Mário Soares, para quem «começou a criar-se uma osmose na sociedade portuguesa entre negócios fáceis e tráfico de influências que é muito preocupante».

Soares mostrou-se preocupado com o «ambiente de irresponsabilidade em que se passam as coisas mais extraordinárias» e lembrou que «as televisões dão a conhecer escândalos impensáveis e depois não acontece nada».

«É uma espécie de telenovelas de desgraças. E a justiça mostra- se incapaz de agir. As polícias sabem muita coisa mas só actuam por critérios pouco claros», sublinhou Mário Soares.

«O processo da Casa Pia é numa vergonha nacional. Tornou-se numa máquina de fazer dinheiro para os media. A continuar assim a vida nacional, vamos assistir a revoltas e a um mal-estar incontrolável na sociedade», alertou.

«Será necessária muita coragem e algum tempo para pôr cobro à situação», considerou o antigo presidente, sublinhando que «mesmo no tempo da ditadura havia alguns casos conhecidos, mas não havia uma corrupção sistemática».

Apesar do cenário pessimista e de considerar que o futuro poderá ainda ser pior, o ex-chefe de Estado defendeu repetidamente que há uma solução, que passa pela mobilização dos cidadãos de modo a fazerem ouvir a sua voz.

Isto apesar da classe política, na sua opinião, ser constituída por pessoas de cada vez menor valor.

«Acho que o sistema está a seleccionar, para baixo e para o mal, os políticos. Já me questionei porque houve, após o 25 de Abril, tantos políticos de excepção, moralmente inatacáveis, e agora só vemos figuras menores. Mas não tenho resposta. Talvez seja como nos vinhos, onde há anos melhores e anos piores...», disse Mário Soares.

novembro 18, 2004

La cámara del terror



por ALEJANDRO ARMENGOL

La escena aparecida en la televisión norteamericana, de un marine disparando a un iraquí —supuestamente herido y que yacía en el suelo de una mezquita— fue continuada al día siguiente con la noticia de un vídeo que muestra el asesinato de una rehén. Al parecer, la víctima es Margaret Hassan, una trabajadora social británica, nacionalizada iraquí, que estaba en manos de los terroristas desde el mes pasado. Uno y otro hecho se complementan de una forma siniestra, que deja poca esperanza sobre el futuro de la región y el mundo.

Hay una continuidad entre ambas imágenes, que va más allá de una simple yuxtaposición. La irresponsable guerra iniciada por Estados Unidos en Irak ha desembocado en múltiples actos de barbarie. La información de los cuales llega todas las noches a los televidentes. Parecería que hay un empeño sin límites, de poner a prueba la capacidad de repugnancia y desasosiego del ser humano.

Para los defensores de la guerra, el asesinato de la trabajadora social es otra muestra de que no hay paz posible con los terroristas. Tras el 11 de septiembre de 2001 —poco importa a estas alturas el hecho de que la tiranía de Sadam Husein no estuviera involucrada en los atentados— la única senda abierta es el exterminio total de quienes se oponen por la fuerza al modo de vida norteamericano. Aunque esa no fuera la intención de los secuestradores, su crimen viene a opacar en cierta medida lo que vimos la noche anterior. Estamos en guerra y en ésta siempre ocurren cosas desagradables. Bajo esa óptica, la guerra no fue iniciada por Estados Unidos, sino por quienes lanzaron aviones comerciales contra edificios en suelo norteamericano. Inocentes fueron quienes murieron en la caída de las torres gemelas de Nueva York. Inocente también Margaret Hassan, que durante muchos años no hizo otra cosa que ayudar a los iraquíes enfermos.

Desde el punto de vista de los terroristas, los dos hechos son de igual naturaleza. Todavía está por demostrar que el marine es el autor de un crimen. Para ellos, eso no constituye un problema. No están empeñados en una campaña de relaciones públicas y no les interesa que los consideren culpables. Todo lo contrario, la culpabilidad los engrandece porque así es como juzgan al resto de la humanidad. Asesinar a la señora Hassan —directora en el país del programa CARE International— no es otra cosa que una demostración al extremo de sus propósitos.

Hassan había vivido en Irak por más de treinta años, estaba casada con un iraquí y se dedicaba a la creación de clínicas, al establecimiento de unidades para la atención de pacientes con lesiones en la médula espinal. El mensaje es claro. Ni siquiera es con nosotros o contra nosotros. Se limita a exterminar al otro, negarle existencia a lo ajeno.

Poco importó que pacientes iraquíes —que habían recibido atención en los centros creados por Hassan— salieran a las calles de Bagdad con cartelones en árabe pidiendo su liberación. Bajo esta óptica torcida, de nada valen las intenciones de cualquier extranjero que se encuentre actualmente en Irak. No es posible asociación alguna entre naturales y extranjeros. No aspiran a la comprensión de su lucha. Les basta con intimidar: al contrario y a sus seguidores. Desde el niño que lanza una piedra al paso de un convoy militar y se oculta, al viejo que grita una obscenidad a una caravana de tropas, los terroristas los quieren a todos de su lado. Que los invasores y sus aliados miren a todas partes y no vean más que enemigos. ¿Lo están logrando? Si el pueblo iraquí admite en silencio este crimen horrendo, es que el miedo está ganando la batalla en Irak.

Hay una diferencia fundamental entre las imágenes del marine que dispara y el vídeo del asesinato de la trabajadora social. Las primeras han servido de denuncia. El segundo se hizo con el propósito de intimidar. Es lo que diferencia a una democracia de un régimen de terror, como el que quiere implantar Abu Musab al-Zarqawi. Esta frontera la quieren destruir los terroristas. Para lograrlo no tienen que llegar al poder. Basta que la situación se vuelva tan caótica que no se pueda controlar el miedo. Los editores de noticias de la televisión norteamericana no mostraron la escena completa del marine disparando. Fueron editadas en el momento que se produce el disparo, éste impacta al cuerpo en el suelo y los fragmentos de la masa encefálica tiñen la pared. Pero las imágenes existen y nada asegura que dentro de poco circulen por el mundo árabe.

Como existen fotografías de lo ocurrido en Faluya que tampoco han aparecido en la prensa. En igual sentido, la cadena Al Jazira se negó a trasmitir la cinta de vídeo. Pero ésta existe igualmente. No se trata de hechos aislados. Vídeos de decapitaciones de rehenes han circulado ampliamente por internet. Las fotografías de los abusos en la prisión de Abu Ghraib, impresas en discos compactos, pueden adquirirse en cualquier mercado callejero de Bagdad. En cada caso, una atrocidad es utilizada para justificar otra, en una secuencia que parece interminable.

Un logro infame de la guerra de Irak ha sido la incorporación de la cámara de vídeo al arsenal del terrorista. No es conquista reciente. La diferencia es la generalización alcanzada desde el comienzo del conflicto. Los nazis filmaron las atrocidades que cometieron en los campos de concentración. Con frecuencia los secuestros de aviones y las tomas de rehenes ha incluido una transmisión de televisión entre las demandas. Desde hace años se filman las torturas con los fines más variados, desde la intimidación de otros prisioneros hasta servir para la enseñanza de los aprendices de torturador. Osama bin Laden ha escogido al video como el instrumento más adecuado para comunicarse con el mundo. Cintas de violaciones vienen circulando desde hace bastante tiempo en los mercados clandestinos. Los terroristas chechenios filmaron tanto la toma de un teatro moscovita como de una escuela rusa. Pero nunca como ahora se había convertido en imprescindible la filmación de las humillaciones —incluida la muerte— infringidas a los secuestrados.

Tenemos ahora a terroristas que son directores de cine, señala Michael Ignatieff en un artículo aparecido en The New York Times Magazine del 14 de noviembre (The Terrorist as Auter). Cuenta que, luego de su liberación, un rehén en Irak describió como sus captores habían preparado cuidadosamente la realización del vídeo, desde el ángulo de la cámara y hacia donde apuntarían las armas, hasta la pared de fondo de la escena, así como si él estaría arrodillado o no y las palabras que diría, que conformaron lo que podía considerarse un “libreto”.

Esta batalla en que las imágenes sustituyen cada vez más a las ideas y a las palabras encierra no sólo el peligro de la saturación, ante tanta violencia, sino también una profundización del aislamiento en que cada parte se encierra, para rumiar sus quejas, temores y prejuicios, y volverse así incapaz de comprender al contrario. No hay excusa para el terrorismo. El repetido argumento musulmán de las humillaciones sufridas a manos de occidentales no justifica una sola atrocidad.

Tampoco la tolerancia es la respuesta adecuada ante el fanatismo y la intolerancia islámica, como se acaba de probar en Holanda. Sólo que ante la escalada actual de violencia en Irak, queda poco margen para trazar un camino que deje atrás a la tiranía y el caos. Hasta que eso no ocurra, las cámaras proseguirán su tarea de captar el horror.

(C) AA 2004

Separados à nascença?


Nas fotos: Egon Krenz e Jerónimo de Sousa, respectivamente, os últimos secretários gerais do Partido Comunista da República Democrática Alemã e do Partido Comunista Português. Deus nosso-senhor terá uma linha de montagem para líderes de partidos decadentes? Cortesia do Barnabé

Presencia de Raúl Rivero



por Bernardo Marqués Ravelo

Este 23 de noviembre, el gran poeta y periodista cubano, Raúl Rivero Castañeda, cumplirá los 59. No es mucho si se tiene en cuenta que el promedio de edad, entre los cubanos, es de setenta y tantos.

Lleva dos años, confinado en una prisión del centro de la isla —se llama, creo, kilo 5½, o el Centro Penitenciario Provincial de Holguín, Villa Clara, Chafarina, o Canaleta, no puedo precisar ahora—, y son, sumarán cientos de privaciones y vicisitudes, y mala atención de su salud, que ya ahora va menguando. Pero resistirá. Yo sé que lo hará. Estoy seguro.

El delito del escritor es “conspirar contra la seguridad del estado”, al decir de las autoridades. Según explican los medios oficiales, Raúl es un traidor, pagado por los dólares del imperialismo norteamericano, un sujeto que cambia de piel constantemente, en suma, un patético personaje que no merece ni el aire que respira.

Los verdaderos delitos del poeta son su amor a la libertad y al libre ejercicio de su pensamiento. Y pensar, junto con José Martí, que ver un crimen en calma es cometerlo. Porque Rivero se puso al frente de su pueblo, y lo dijo en espléndidos textos donde narró, no una sino muchas veces, la miseria cotidiana de la isla, la falta de perspectivas ciudadanas, el terror diario, los abusos y la corrupción de las clases dirigentes. Y sobre todo: la falta de fe en un proyecto que prometió el paraíso, y entregó el infierno, aumentado y corregido.

El poeta, que ya venía de regreso de casi todas partes, comenzó a dirigir, a mediados de los '90, una organización de periodistas independientes —es decir: libres, sin ningún tipo de ataduras políticas— y empezó a publicar en la prensa de Europa y Estados Unidos. Fatal delito.

Que fue suficiente para que los fiscales a las órdenes de Fidel Castro se enseñaran con él y lo sentaran en el banquillo de los acusados, incoándole una causa por una considerable adición de cargos, todos relacionados con una figura jurídica siniestra, en la que se pueden subrayar las de siempre: "delitos contra la patria, colaborar con el enemigo, y difamar de los dirigentes de la revolución", además de un largo rosario de infamias de ese, y de otro tipo.

Pero Rivero no es hombre que se aminora ante los peligros. Ni las adversidades. Yo lo conozco —personalmente, digo— y sé de su temple y convicciones. Las mismas que no le permitieron callarse ante la desorganización y la desidia de los guerrilleros en el poder, la misma que no lo pudo hacer guardar silencio cuando descubrió las muchas mentiras del régimen comunista que desgobierna a la nación desde 1959.

Y la misma que lo llevó, en junio de 1991, a firmar un documento , junto a un puñado de intelectuales, exigiéndole a los líderes de Plaza de la Revolución que iniciaran un diálogo abierto y franco, entre todos los cubanos, para tratar de resolver los urgentes problemas que encaraba —y todavía encara— el país.

Pero un poeta es un hombre que asume su destino sin que le tiemble la mano. O, quizás, por eso mismo: porque siempre le tiembla la mano, y su sensibilidad le impide refugiarse en la incertidumbre. Un poeta es un ser humano plagado de defectos pero que, al mismo tiempo, tiene una sensibilidad exquisita, sobre todo para la problemática social.

Yo lo he visto llorar a lágrima viva por amores contrariados, que se fueron de súbito, y alegrarse con la felicidad de un amigo, y colocar su hombro ante la tristeza y la agonía para consolar a la gente que ama, y parejamente, ser intolerante ante las mezquindades humanas, además de ser dichoso con la irrupción de la primavera.

Blanca Reyes, su esposa —por mediación de Miguel Sánchez, su hijo—, me ha hecho llegar unos poemas, de los cuales escojo el que sigue, para compartir con los lectores. Se llama, RECADO, y está fechado en noviembre de este año:


No le digas, Ciudad, que he vuelto a verla
y vine a renacer en su perfume
a dormir bajo las arboledas
corruptibles y puras de su carne.

No le digas, Ciudad, que aquí he llorado
en lo que fue jardín y campanario
ni que mordí el sabor de sus palabras
con los dientes extraños de una llave.

Que no sepa por ti que sufro y tengo
pronósticos de nuevos sufrimientos
que puedo estar alegre y que este verso
es la única forma de llamarla.

No la saques, Ciudad, de ese camino
donde la tiene retenida el sueño
ni le digas que callo y estoy triste
y puedo estar alegre al mismo tiempo.

No le digas, Ciudad, que vine a verla.


Es todo. Me resulta casi inverosímil saber que el poeta, desde las tinieblas de las celdas, es capaz de cantarle a la vida, a la ciudad y al amor, que es uno solo. Increíble pero cierto. Ya lo habían hecho, en similares condiciones, al menos Miguel Hernández y el poeta turco Nazim Hikmet. Por no citar al francés Françoise Villon y al cubano Juan Clemente Zenea.

No por gusto. Porque poesía y libertad están estrechamente unidas, en un haz de profundas resonancias, como le gustaría decir a otro bardo mayor: José Lezama Lima. Por su aniversario 59, escribo esta mínima crónica contra la infamia y por amor a la vida. Porque ya llegarán los días luminosos y fervientes, en que el poeta pueda andar por las calles de la urbe que ama, libre y sin más miedos que los cotidianos, que atacan —y atacarán— a todos los seres humanos que todavía estamos vivos.

Miami, 16 de noviembre de 2004

novembro 12, 2004

Star Wars Episode 3 Teaser

George W. Bush, Segunda Parte



Por MIGUEL SOUSA TAVARES

Como seria de esperar, a direita portuguesa - a genuína e a da moda - exultou com a vitória eleitoral de Bush. É natural: para trás ficaram quatro anos de decepção sobre as capacidades governativas do seu favorito americano. Aos olhos do mundo inteiro, o Iraque foi um desastre de todo o tamanho, para mais tornado possível através de um processo deliberado de mentira e de fabricação de supostas "provas". O Presidente dos Estados Unidos, em perfeita consciência e deliberadamente, mentiu ao mundo, desrespeitou a ONU, desprezou o direito internacional e quis convocar os seus aliados tradicionais para uma guerra fundada numa mentira: ficará como precedente e continuará a causar danos difíceis de superar na imagem da América e na relação transatlântica: decididamente, não foi boa política.

Para além do desastre do Iraque, a Administração Bush mostrou também a face unilateral dos Estados Unidos no que respeita aos direitos humanos - Guantánamo, não aceitação da jurisdição do Tribunal Penal Internacional e instituição do regime de suspensão de liberdades individuais consagrado no Patriot Act. Mostrou o seu unilateralismo, melhor, o seu egoísmo irresponsável, no que respeita a questões ambientais graves que afectam todo o planeta e em que os EUA são os principais responsáveis de algumas delas: não aceitação do Protocolo de Quioto, prospecção de petróleo no Alasca, falsificação de relatórios internos científicos relativos ao aquecimento global e outros. E mostrou o seu unilateralismo no domínio do comércio internacional, na política de défices continuados e desvalorização do dólar face ao euro, na ajuda ao combate à pobreza, até como medida política para evitar futuras complicações internacionais, e na política energética adoptada, cuja factura representou para o mundo inteiro "apenas" o custo do barril de petróleo ao dobro do preço anterior à invasão do Iraque. Francamente, não me parece que qualquer europeu, mesmo de direita, tenha alguma coisa com que se regozijar por estes quatro anos de presidência de George W. Bush.

Ah, e "o combate ao terrorismo?", perguntarão. A América não estará hoje mais segura do que estava, a seguir ao 11 de Setembro? Infelizmente, duvido que esteja. Sei que a Europa não está, como o demonstrou o ataque em Atocha, Madrid, na Páscoa passada, e como o demonstra o constante terror em que vivem, por exemplo, os ingleses, cujo ministro do Interior fala abertamente na fatalidade de um grande ataque da Al-Qaeda em Inglaterra.

É certo que os americanos, felizmente, escaparam, por enquanto, a novo morticínio ordenado por Bin Laden. Mas não sei se estarão mais seguros: Bin Laden, ao contrário das bravatas de Bush ("Vou apanhá-lo, vivo ou morto!"), continua livre e operacional, dando-se até ao luxo de falar aos americanos nas vésperas da eleição - quem o teria previsto, há três anos? E é certo ainda que a invasão do Iraque - onde a Al-Qaeda não existia, ao contrário do que jurava a Casa Branca - forneceu a esta e outras organizações terroristas um campo de recrutamento de assassinos de inesperada facilidade. Mas é ainda curioso notar que, tendo sido Bush apresentado como o campeão da luta antiterrorismo e apesar das facilidades de investigação concedidas pelo regime prisional inqualificável de Guantánamo, a maioria das investigações conduzidas a bom termo, a maioria das prisões de terroristas efectuadas e a maioria do desmembramento de redes têm sido conseguidas, não nos Estados Unidos ou por profissionais americanos, mas sim na Europa e no Extremo Oriente, em investigações autónomas das dos americanos. A verdade tem sido esta: a segurança da América está a dever mais aos europeus e asiáticos do que o contrário. Da mesma forma que gostaria muito de saber o que andou Bush a fazer durante as quatro horas que desapareceu a seguir a ter tido início o ataque às Twin Towers, também gostaria de saber que sucessos conseguiu, em concreto, a sua administração na luta contra o terrorismo.

O que verá, então, a direita europeia neste Presidente americano que justifique tamanha satisfação? Os célebres "valores morais", não vejo que outra coisa. O tal factor que, segundo as sondagens, terá sido o principal desequilibrador dos votos a favor de Bush. Será isso então que justifica o entusiasmo com que, por exemplo, Vasco Graça Moura exulta com a vitória de Bush "contra a Europa do politicamente correcto, contra a esquerda em geral... enfim, e isto dá-me um certo gozo interior, contra o dr. Mário Soares".

Gozo? Politicamente correcto? Mas será que cabe no índex maldito do politicamente correcto coisas como ser-se contra a criminalização do aborto e a pena de morte, ou ser-se a favor da separação entre o Estado e a religião, da diferenciação entre a taxa de imposto para ricos e para pobres, do direito à educação, à saúde e à assistência social para todos, independentemente das suas possibilidades financeiras? É que são estes, caso não tenham reparado, alguns dos "valores" que a direita cristã americana impôs nesta eleição.

Alguns comentadores de direita têm insistido em ver no desfecho das eleições americanas uma batalha por valores que a esquerda perdeu - o que lhes serve de argumento para exclamar, cheios de "gozo", que os valores da "velha esquerda" estão mortos e, enquanto não forem revistos, só a conduzirão às derrotas, hoje nos Estados Unidos, amanhã na Europa. Têm razão na análise, mas a lição que pretendem extrair é simplesmente amoral. Houve, de facto, uma batalha por valores nestas eleições americanas, e os valores emergentes da nova direita derrotaram os valores da velha esquerda. Mas ainda bem que houve essa batalha, que a esquerda preferiu o risco da separação das águas do que a tentação de se adaptar aos ventos hoje dominantes. Ainda bem que houve essa clarificação, mesmo que ela tenha deixado a América profundamente dividida ao meio, em termos que preocupam até os próprios vencedores. Mil vezes perder uma eleição do que perder a razão.

Todavia, o mais curioso é que Bush arrisca-se a desiludir este exército de fiéis, lá e cá. Não que, de repente, ele passe a preocupar-se seriamente com os mais fracos, com o ambiente ou com os direitos humanos. Mas já não precisa de manter seduzida a sua base de apoio da extrema-direita religiosa e sabe que só passará à História se daqui a quatro anos conseguir reunir e juntar de novo parte daquilo que a sua eleição dividiu. Já mostrou o seu conservadorismo, chegou a hora de mostrar a sua "compaixão".

Mesmo na frente externa, não é provável que tudo continue como antes. A aventura do Iraque retirou aos Estados Unidos capacidade de intervenção noutros lados - mesmo que necessária para a sua segurança. E o embuste sobre os motivos da guerra retirou-lhe a credibilidade necessária junto dos aliados (quem quererá alinhar em nova expedição militar comandada e ordenada por George W. Bush?). Como escreveu Fareed Zakaria, o editorialista principal da "Newsweek", "o segundo mandato de Bush vai ser diferente, mas não pelas boas razões. Será um mandato menos agressivo, menos unilateral, menos militante e menos arrogante na política externa. Não por uma mudança de ideias, mas porque a isso se vê a América hoje constrangida e, em larga medida, devido às políticas de Bush. A ironia e a tragédia do segundo mandato de Bush poderá muito bem vir a ser o facto de mesmo o uso da força, quando necessária - para enfrentar as ameaças da Coreia do Norte ou do Irão, por exemplo -, vir a revelar George W. Bush como um tigre de papel. Ele ameaçará não tolerar a posse de armas atómicas pela Coreia do Norte e tolerá-las-á. Insistirá que não consente que o Irão se torne uma potência nuclear e consenti-lo-á".

Pois, eis no que dá o unilateralismo arrogante, a tentativa de exportação universal dos valores morais ou da lei do xerife americano. Um mundo onde a "potência indispensável", tendo gasto o seu fogo e as suas energias em guerras erradas, acabou autodesarmada perante as guerras justas. Um mundo definitivamente mais perigoso. Qual será o gozo que a direita vê nisto?

«Arafat falou-nos com o duplo sentido dos latinos»

Este é um testemunho inédito de Mário Soares sobre Yasser Arafat. Foi obtido pela jornalista do DN Lumena Raposo, em Jerusalém, poucas horas antes de Yitzhak Rabin, o primeiro-ministro de Israel, ter sido assassinado por um extremista judeu, a 4 de Novembro de 1995. Por essa razão, e pela turbulência que ocorreu na região nos dias posteriores, nunca chegou a ser publicado, por força de outras notícias que se impunham. Pela sua importância histórica, o DN recupera-o hoje: é o 'diário' da visita que Mário Soares efectuou a Beirute em 1982. Aqui.

novembro 11, 2004

Franco, váyase



Por Benjamín Prado

En pleno siglo XXI, a 65 años del final de la Guerra Civil española y a casi 30 de la muerte del Funeralísimo, como siempre lo llamaba Rafael Alberti, no sólo da la impresión de que en España no hubo jamás franquistas, por lo que el general sedicioso debió gobernar 36 años el país en completa soledad y combatido por todos, sino que también se ha llegado a un punto en el que nadie quiere hacerse cargo de su sombra envenenada, al menos a cara descubierta.

No hay más que ver el caso de la estatua ecuestre del golpista que aún cabalga sobre la dignidad de todo Madrid en la plaza de San Juan de la Cruz, ¡vaya por Dios!, justo el poeta que supo profetizar la desesperación de tantos españoles de la posguerra cuando dijo: "¿Qué muerte habrá que se iguale/a mi vivir lastimero,/pues si más vivo más muero?".

El Congreso acaba de aprobar, por fin, con la oscura abstención de la derecha, una iniciativa que exige la retirada de todos los símbolos fascistas -y, por lo tanto, anticonstitucionales- que aún ennegrecen los edificios públicos y las calles de nuestro país. El Caudillo a caballo de la plaza de San Juan de la Cruz galopa también en los patios de la Academia Militar de Zaragoza, la Capitanía General de Valencia, la Academia de Infantería de Toledo, sigue en la plaza del Ayuntamiento de Santander, en Melilla, en Guadalajara...




Si las estatuas significan cosas -y debe ser así cuando, por ejemplo, la imagen de la invasión de Bagdad que dio la vuelta al mundo fue la de la estatua de Sadam Husein derribada por los soldados norteamericanos-, entonces debemos preguntarnos qué significa que Franco aún esté en las calles de nuestras ciudades: ¿Significa que algunos de los pactos a los que se llegó para lograr la transición política a la democracia aún son inconfesables? ¿Significa que todavía estamos en peligro? No lo creo. En cualquier caso, a veces la prudencia está mucho más lejos de la sensatez que de la cobardía, o es la virtud del perezoso, o la coartada del neutral, o un afluente del cinismo. En cualquier caso, nada sano.

A Franco no queda hoy quien lo defienda, pero sí hay quienes no lo condenan claramente, o lo hacen de modo tan matizado, tan tímido y tan respetuoso, que su condena parece más hija de la necesidad, la hipocresía o el miedo que de la convicción. ¿Quién va a quitar esa tumba en forma de jinete de la plaza de San Juan de la Cruz? El Ayuntamiento de la ciudad, pese a que la obra del escultor José Capuz, tallada en 1956, aparece en el Catálogo de Elementos Singulares de la Concejalía de Urbanismo de la capital, asegura que la estatua está bajo la jurisdicción del Ministerio de Fomento y éste dice que, en todo caso, si no le pertenece al municipio, sería responsabilidad del Ministerio de Economía y Hacienda, al que pertenece la Dirección de Patrimonio Nacional. Parece muy fácil resolver el problema: ¿No es de ustedes? Entonces, es nuestra: la quitamos y asunto resuelto.

Hay quien opina que las estatuas de Franco no deben moverse de sitio, porque así siempre habrá un lugar donde ir a indignarse y soltar adrenalina. El problema es que a lo que se va allí todos los años, cada 20 de noviembre, es a honrar su memoria y a deshonrar la de todos los que murieron en su guerra. A nadie se le ha ocurrido permitir semejante disparate en Alemania o Italia.

El pretexto artístico o histórico, al que han recurrido muchos para barrer los símbolos franquistas, no tiene justificación: con el mismo argumento con que el ex alcalde popular de Madrid, Álvarez del Manzano, se negó a quitar la estatua de Nuevos Ministerios, "la Historia es la Historia", se le podría hacer otra estatua a los etarras que volaron a Carrero Blanco o se podría levantar, junto al monumento a los abogados laboralistas de la calle de Atocha, otro a sus asesinos. La Historia no es sólo la Historia, sino la suma de ella, de la verdad y de la justicia. Y lo que hace la gente como Francisco Franco no es escribir la Historia, sino pervertirla.

Por cierto, no estaría nada mal que en el hueco que deje la estatua del dictador se pusiera otra de Manuel Azaña, el presidente legítimo al que el militar sublevado echó a tiros del lugar en el que le habían puesto, con sus votos, los ciudadanos. Es sólo una idea, naturalmente.

From the Archives

Secret Pact to Oust Arafat Reported

Carol Rosenberg The Miami Herald February 10, 2003

Israel and Washington have reached a secret agreement on conditions for ousting Palestinian leader Yasser Arafat after the U.S. topples Saddam Hussein in Iraq, a leading Israeli newspaper reported Sunday.

Reached by The Herald, spokesmen for both Prime Minister Ariel Sharon and the U.S. Embassy in Tel Aviv declined to either confirm or deny the report carried in the tabloid Yediot Aharanot under the headline, After Saddam: It is Going to be Arafat's Turn. But Palestinian Authority regime change has been a long-standing goal of Sharon, whose Likud Party recently swept national elections and who has rejected Arafat as a suitable negotiating peace partner for plans for an independent state of Palestine.

Sharon has dispatched trusted aide Dov Weisglass to Washington several times in recent months and, according to the newspaper report, the U.S. and Israel now have a secret agreement -- in writing. It did not report the terms.

But Weisglass told state-run Israel Radio over the weekend that, rather than exile the Palestinian leader, or kill him, Israel wants the Palestinians to create the position of a powerful prime minister, which would leave Arafat in a more ceremonial role as president. Israel has such a system.

If Arafat refuses the transfer of power, ''We'll kick him out of here with American authorization,'' according to an unnamed ''high-ranking Israeli official'' quoted in the article. ''In the White House's eyes, Arafat is no different from Saddam Hussein,'' the official was quoted as saying. ``The two are intolerable to the same degree.''

Israel's Cabinet has repeatedly discussed, but so far rejected, the idea of exiling Arafat, in part because he could resume his once epic globe-trotting and fundraising for the Palestinian cause. He is presently holed up in a corner of the once sprawling Palestinian Authority headquarters in the West Bank town of Ramallah.

The report also comes amid increased contact between Israelis and Palestinians seeking to stem two years of violence that has killed at least 1,819 Arabs and 700 Israelis. Israeli media reported over the weekend that Sharon held truce talks last week with Palestinian parliament speaker Ahmed Qurei, known as Abu Ala.

It was Sharon's first known meeting with a leading Palestinian considered loyal to Arafat in about a year. The talks could continue this week. Arafat, for his part, acknowledged from his bunker in Ramallah that the meetings had taken place, and reminded that he had sought renewed talks with Sharon after his Jan. 28 Israeli election victory.

Mohammed Abdel-Rauf Arafat al-Qudwa al-Husseini

novembro 10, 2004

Jim Morin

novembro 05, 2004

God Bless America!



Por MIGUEL SOUSA TAVARES

Quem me lê regularmente sabe que desde há muito, creio que mesmo desde antes do 11 de Setembro de 2001, fui antevendo a reeleição de Bush. Na verdade, só tive algumas ligeiras dúvidas na própria terça-feira, quando os números inabituais de afluência às urnas nos Estados Unidos pareciam indiciar uma recuperação de última hora do campo democrata - se, como o previam os analistas, novos eleitores significassem mais eleitores democratas. Mas os analistas estavam errados: os novos eleitores votaram, afinal, maioritariamente nos republicanos, confirmando a tendência nacional a que Nixon chamou "a maioria silenciosa" que, quando fala, fala à direita.

O que se passou terça-feira nos Estados Unidos foi a consumação de um lento mas seguro deslizar da América para longe dos valores liberais que durante mais de duzentos anos foram responsáveis pela construção do mito da "land of the free". Desde que visitei pela primeira vez os Estados Unidos, em 1976, numa longa viagem de automóvel e "roulotte", costa a costa, muitas coisas mudaram no coração desse país que então me fascinou e seduziu. Mesmo nos estados do Sul, hoje, como tradicionalmente, bastião dos valores conservadores, respirava-se uma atmosfera de espaço, de liberdade e de respeito pela identidade e diferença alheia, que reflectiam afinal um outro valor intrínseco ao "cowboy country" e com o qual o Sul foi desbravado e construído: o direito de cada um escolher o seu caminho e a sua forma de estar e de viver, não incomodando os outros e sem que os outros o incomodassem. Julgo que o que mudou essencialmente, desde então, foi isso mesmo: uma maioria, dita "moral" e reclamando-se de uma legitimidade concedida por Deus, decretou um catálogo de pretensas virtudes a que chamam "valores" e que, aos poucos, foram impondo a toda a América e pretendendo impor a todo o mundo.

Essa revolução subterrânea da direita americana foi transformando os Estados Unidos num Estado confessional, exigindo do governo federal ou dos governos estaduais um papel de vigilante da moral e das virtudes que têm como boas e únicas aceitáveis. Lembro-me de, perante a ironia condescendente, começar a escrever sobre isto a propósito da perseguição aos fumadores - que, sob a capa de um caso de saúde pública, era, de facto e como o declarou sem subterfúgios uma comissão de inquérito do Congresso, "a moral issue". O problema não estava no facto de o maior produtor e vendedor de tabaco no mundo pretender, contraditoriamente, perseguir o consumo de tabaco. O problema principal era e é o carácter de cruzada da virtude contra o vício de que essa política se revestiu. Seguiu-se a cruzada igualmente moralista contra o "sexual arressment", uma e outra campanha conseguindo a perversão cívica de converter multidões de cidadãos banais em vigilantes da "moralidade" alheia. Uma nação de gente tolerante e liberal tem vindo lentamente a evoluir para uma nação de fiéis intransigentes, comandados por pregadores evangélicos. Não deixa de ser preocupante constatar que este é o sentido inverso em que tem evoluído, por exemplo, a sociedade civil do Irão dos "ayatholahs" - não há muito tempo atrás, no tempo de Jimmy Carter, visto como o país cujos valores e fundamentação religiosa do poder mais contrariavam os valores da democracia americana. Hoje, em 2004, as multidões que assistiam aos comícios de George Bush não gritavam "bravo!" nem "viva!", mas sim "amen" e "aleluia". Num momento de maior entusiasmo, o próprio Bush sentiu-se autorizado a declarar que às vezes "falava com Deus". Não admira que o Papa e Buttiglione, assim como os dirigentes teocráticos do Irão e a Casa de Saud, fossem seus apoiantes.

Com o "affaire" Lewinsky (para o qual os próprios democratas se deixaram arrastar sem medir as consequências da gravidade do que, antes de mais, estava em jogo - o direito à intimidade da vida pessoal de cada um, seja Presidente ou emigrante clandestino), a "maioria moral" dos Estados Unidos sentiu-se já suficientemente forte e incontestada para ditar as suas virtudes e leis ao próprio Presidente, castigando-o e humilhando-o aos olhos do mundo inteiro, com o autêntico apedrejamento em praça pública que foi a colocação na Internet dos mais íntimos detalhes da sua relação sexual com a jovem Lewinsky.

Em 2000, essa "maioria moral" - que, aritmeticamente, estava quase a sê-lo mas ainda não o era - teve de recorrer à batota na contagem de votos e à colaboração da maioria de extrema-direita do Supremo Tribunal para conseguir eleger o seu Presidente. Em quatro anos de mandato, o seu Presidente revelou-se o mais incompetente de toda a história americana. Pôs a economia num caos, perdeu centenas de milhares de empregos, desfez o sistema de segurança social e ameaça transformar o direito ao ensino e à saúde num privilégio de ricos, meteu os Estados Unidos numa guerra e ocupação do país errado, sem saída à vista e apenas com benefício para os amigos e família do Presidente envolvidos nos negócio de armas e de petróleo e, como o provou eloquentemente a provocadora aparição de Bin Laden quatro dias antes da eleição, não conseguiu qualquer progresso visível na luta contra o terrorismo, muito embora, para o tentar, tenha subvertido a lei internacional e a própria Constituição americana, em Guantanamo, nas prisões do Iraque, e mesmo em território americano, graças ao regime de suspensão de direitos civis instituído pelo "Patriot Act". E, sobre tudo isto, que são os resultados práticos da sua administração, confirmou ainda a sua imensa ignorância, o seu desnorte e paralisia em momentos de crise como o 11 de Setembro, a sua incapacidade de ter qualquer ideia que vá além da extensão de uma frase que caiba numa linha de teleponto, e a sua falta de escrúpulos em mentir olhos nos olhos, forjar provas, deturpar informações, censurar ou falsificar relatórios científicos, sempre e quando isso convier aos seus "valores". E foi por esses "valores" e nada mais que a crescente sociedade civil americana, que faz deles profissão de fé, o reelegeu - agora sem precisar sequer de fazer batota. Porque, hoje sim, eles são a maioria que vai desenhando a nova face da América, outrora liberal, e refazendo um mapa político que remete preocupantemente para o mapa anterior à Guerra da Secessão.

Ao contrário do que jubilosamente se apressou a dizer essa jovem secretária de Estado do PP, que era para ser da Defesa e acabou por ser da Cultura, a vitória de Bush não implica que "a esquerda americana e europeia tenham de rever os seus valores". Porque quem tem valores, quem verdadeiramente tem valores, não os revê por contingência ou conveniência eleitoral - e, ao menos nisso, Bush foi mais coerente do que nossa apressada secretária. Acontece, sim, é que os valores hoje dominantes na América não são os nossos - não apenas os da esquerda europeia, mas os de uma maioria substancial, sólida e antiga, de europeus que são tributários da história de Atenas e não da de Esparta. Perceba-o ou não a senhora, na Europa em que nos revemos, não discriminamos os homossexuais, não colocamos o aborto na clandestinidade, não defendemos que os ricos paguem os mesmos impostos que os pobres, não defendemos a liquidação da função social do Estado, não misturamos a política com Deus, não aceitamos o sistema penal de Guantanamo, não defendemos a pena de morte e, além do mais, não invocamos nenhum mandato moral ou divino para impor estes valores aos outros.

Em 1976, entre mim e o homem que comigo bebia um café numa bomba de gasolina junto a Flaggstaff, no Arizona, havia a crença comum de que a liberdade não era apenas aquela de que cada um de nós gozava, mas também a de que os outros, quaisquer outros, podiam gozar: a minha liberdade só existe enquanto existir a liberdade do outro. Hoje, seguramente que entre mim e o americano anónimo de Flaggstaff existem muito poucos valores comuns. Ele mudou os dele, eu não faço tenções de mudar os meus. Apenas, e embora seja parte ilegítima na matéria, anseio pelo dia em que a América volte a ser a pátria da liberdade. Porque tenho saudades de Flaggstaff.