fevereiro 28, 2005

Collin Powell

RTP FALTA DE MEMÓRIA

É injusto dizer que a RTP Memória é um canal de reposições porque, mesmo de entre os suficientemente idosos para se lembrarem dos programas que a RTP Memória transmite, boa parte tem já sérios problemas de memória e, portanto, também para eles tudo aquilo é novidade. TD

in O Gato Fedorento

Tarde e mal

un artigo da historiadora M. Fátima Bonifácio

Santana Lopes anunciou, tarde e mal, que não se candidataria à presidência do PSD. Mas aposto que não percebeu o que se passou nem o que lhe aconteceu, e não acredito que duvide do seu futuro político. Nada fez jamais nem sabe fazer fora da política e fora do "sistema" a que apregoa não pertencer. [continua]

fevereiro 27, 2005

La Castroenteritis aguda



Por Guillermo Cabrera Infante


Este texto inédito es el útimo que escribió su autor para EL PAÍS días antes de su muerte, ocurrida el lunes 21 de febrero 2005
Tuve de pronto en mi televisión una especie de visión de Cuba. Ocurrió, casi milagrosa, durante el pasaje del ciclón Charlie, pero la visión del paso del huracán me proporcionó lo que muchos no vieron en Cuba: los destrozos que ocasionaba Charlie mientras Fidel Castro se aparecía en los estudios de la televisión en uno de esos impromptus que tanto le gusta hacer. Alguien habló de su cumpleaños, que era ese día, y se extendió para hacer un juego de palabras: "Por tanta charla me perdí el paso de Charlie". Se rió y sus contertulios se rieron con él: Charlie, charla. ¿Comprenden? El Máximo Líder había hecho un chiste.

Pero no era un chiste: el paso del huracán Charlie había afectado de veras a Cuba, sobre todo a sus provincias occidentales. Después se vio cómo "trabajadores voluntarios" recogían las ramas y los troncos caídos de los árboles, y cómo reparaban los daños hechos a las comunicaciones telefónicas y los cables del tendido eléctrico tumbados por el suelo, causantes de las interrupciones de la electricidad en zonas de La Habana y todo Pinar del Río. Pude ver así cómo era la vida en Cuba fuera de La Habana. Vi a gente desharrapada haciendo labores de limpieza de escombros vegetales, pero vi también la extrema pobreza en que viven los cubanos del campo. Los vi arando con arados de madera tirados por bueyes famélicos. También vi a campesinos vistiendo harapos y llevando desvencijados sombreros de paja. Todos parecían consumidos por una enfermedad que los discursos de Castro y las amañadas estadísticas oficiales no permitían ver. La visión que ofrecía el canal internacional cubano (es decir, la versión oficial) dejaba ver antes de emitir el noticiero otra Cuba secreta, pero mostrada ahora como si se tratara de una visión del paraíso. Se veían árboles frutales cuyos frutos iban a dar a las mesas de blanquísimos manteles en restaurantes y hoteles, que permitían que el locutor hablara de sitios paradisiacos. Sólo que esta visión estaba vedada a los cubanos, como estaba prohibida la presencia de cubanos en hoteles y restaurantes. Los cubanos eran los sirvientes de los turistas extranjeros y parecían hacerse invisibles entre el boato de los buffets y los juegos de mar, en que hombres rubios remaban ociosos en kayaks y piragüas de lujo, mientras rubias espléndidas se paseaban inocentes por la playa exhibiendo la última moda de biquinis cómplices.

Pero Castro era bien visible en este noticiero. Había unas reuniones que llamaban mesas redondas, que eran también pretextos para que Castro apareciera iluminando a los reunidos y a los temas con su verbo que a veces se convertía en verborrea. En una ocasión, una de las mesas redondas era sobre los ciclones del Caribe. Habían traído ahora al flamante director del observatorio nacional para que hablara de una teoría ciclónica. No bien había comenzado a dar su lección el eminente metereólogo cuando Castro lo interrumpió para revelar cuánto sabía de, entre otras cosas, ciclones y huracanes. Ya no volvió a hablar el eminente experto porque Castro comenzó a darle lecciones a él y a los otros concurrentes. Sabía no sólo de la atmósfera y sus fenómenos, sino que tenía su teoría acerca de cómo se forman los ciclones. Recordaba uno de los chistes oficiales que me había contado Juan Marinello, el dirigente comunista. Hablaba Castro para los carboneros de la ciénaga y hasta habían instalado un televisor para captar sus palabras y transmitirlas. Castro habló, como siempre, del carbón vegetal, de su fabricación y hasta de su venta en los mercados populares. Cuando terminó su relato todos los congregados aplaudieron. El responsable de la reunión vino a conversar sobre su tema favorito: Fidel Castro. Se dirigió a un carbonero ya mayor para preguntarle qué le había parecido la intervención del Máximo Líder: "Oh", dijo el carbonero, "ese hombre sabe de todo", pero se detuvo para agregar: "Ahora, que de carbón no sabe". Como tampoco sabía de huracanes y ciclones y se embarcó en una risible teoría, evidentemente de su propiedad, y se enfrascó en su teoría de ciclones y contraciclones y su efecto devastador. Pero, para los que estábamos reunidos para ver cómo su versión en la mesa redonda se convertía en una digresión de la que no podía salir y que nadie se atrevía a interrumpir porque el Máximo Líder sabía todo lo que había que saber de huracanes y su paso por la isla. Faltó que uno de los concurrentes se atreviera a decir: "Este hombre sabe de todo, ahora que de ciclones no sabe".

Esa noche Fidel Castro hizo una digresión dentro de sus digresiones para decir con un tono casi de lágrimas: "A ver, ¿por qué no dejan que sus familias en el extranjero les manden a sus parientes una remesa familiar?"

En otra ocasión vino a ver un espectáculo inusitado: un gran paquebote venezolano -que era de un fastuoso state of the arts: lo último en navegación-, que venía a traer madera y planchas de zinc para ayudar a la hermana nación cubana a reparar los daños hechos por el huracán Iván a su paso. Cuando se reunió con el capitán del barco y su tripulación, Fidel Castro se vio obligado a darles a los visitantes de la democracia bolivariana de Venezuela su bienvenida con un discurso. ¿Y de qué habló Castro? Hizo una sesuda lección acerca del paso de Bolívar por Sudamérica y se demoró en ella un rato que les pareció eterno. Pero Castro hizo un alto en su periplo bolivariano para preguntarse, sin que nadie le respondiera, ¿por qué no dejaban que los emigrados (la palabra exiliado no aparece en su extenso vocabulario) les mandaran remesas a sus familiares de Cuba? (Esta monomanía se detendrá en medio de su discurso de otra mesa redonda).

Ahora, taimado como siempre, habló del dinero que le habían ya enviado a sus parientes y sus amigos en Cuba. De pronto sacó un fajo de billetes que tenían el aspecto de ser recientemente emitidos -y lo eran-. Como el mago que es, habló del dinero (nunca dijo la palabra sagrada: dólares) que tenían los cubanos guardado y que ahora se veía en la ocasión de hablarles de que "esos dineritos" serían cambiados por el Estado, por la Revolución y por él mismo. Se veía obligado a pedirles a los que tuvieran dinero, es decir dólares, que los sacaran para ser canjeados por pesos cubanos "no convertibles" y aquí el tema le proporcionó la ocasión de hablar de canjes y de patriotismo. Estos cubanos que tenían remisiones de sus parientes en Estados Unidos estarían obligados a hacer el cambio. Como la Revolución es generosa les permitía hasta el próximo día 10 del mes siguiente para hacer el cambio, y el tono se volvió amenazante: el dinero cubano se volvería de curso obligatorio. Es decir, el dinero canjeado sería de curso forzoso y los dólares (de pronto hubo dólares en su discurso) no serían, como hasta ahora, moneda de curso legal. Los dólares se volvían ilegales en su palabra que era un mandato. Fue, como ocurrió con el cambio de la moneda en 1962, un golpe de Estado financiero. Fin de la digresión y sus propósitos. No había que hablar más del asunto. Como por arte, efectivamente de magia totalitaria, aparecieron los dólares ocultos en casas privadas y dentro de estas casas salidos de debajo de colchones y colchonetas y de catres de cuatro patas.

Ahora dejó de hacer su papel de dictador benévolo pero levemente siniestro, para concentrarse en clausurar los cursos de los jóvenes graduados de arte. Antes se acercó a las graduadas para acariciarles las cabezas obedientes, para completar la misión de los que apenas serían los maestros de las escuelas cubanas por que los verdaderos maestros habían sido enviados a catequizar a Venezuela, a la América Central. La educación de los adolescentes para formar las filas de la Revolución, recordaba a Hitler y la educación de jóvenes nazis que terminaron en las trincheras de Stalingrado y sembrando de cadáveres las estepas rusas.

Castro estaba preparado para su función, la barba recortada y bien acicalado con su pelo bien peinado al descubierto y la cara maquillada. Estaba en una tribuna erigida al frente del monumento al Che Guevara en Santa Clara, ahora bautizada Villa Clara, en que se guardaban los despojos del guerrillero heroico, utilizado por Castro como un apóstol conveniente por su silencio. Terminaba el Máximo Líder su discurso alumbrado por potentes reflectores para destacar su perfil y tocaba levemente el micrófono para garantizar su uso como punto final. Entre los atronadores aplausos hizo una pausa antes de su lema terminal. No era el atroz "Patria o muerte", sino una frase prestada también del Che Guevara: "Hasta la victoria siempre", exclamó. Pero esta victoria le iba a quedar más lejos de lo que pretendía. Después de sorber un trago de agua luminosa y cuando se disponía a abandonar la tribuna, ocurrió el accidente. Puso un pie decisivo y de pronto estaba tendido a todo lo largo de la plataforma para rodar hasta las primeras filas de sillas, donde quedó su cabeza. Esta caída, que dio lugar a tantos chistes políticos, fue una cosa muy seria para Fidel Castro, más maltratado su ego que su cuerpo. La televisión para el extranjero captó el momento histórico, pero la caída fue cuidadosamente ocultada a los cubanos. Pronto estuvo rodeado de guardaespaldas ineficaces y quedó entre los miembros de su grupo de miñones. Aquí la emisión fue cortada para la televisión local haciendo desaparecer al Máximo Líder convertido ahora en un mínimo accidentado. Cuando lograron devolver la imagen a las televisiones locales, que habían recobrado imagen y sonido, apareció estropeado, pero consiguió hacerse el vivo. Había interpretado el papel de Humpty Dumpty, el presuntuoso tirano verbal de Alicia en el País de las Maravillas, que cayó desde la considerable altura de su arrogancia. Cuando devolvieron a Castro a su conciencia, su cara lavada de sangre ya sabía más que su radiografía: se había destrozado una rodilla y partido un brazo, pero consiguió decir: "Estoy entero". Humpty Dumpty recobró el conocimiento y nosotros su imagen reconstruida, y fue para pedir su otra monomanía: el Jeep que lo devolviera a palacio. Era evidente que quería recobrar su imagen de Máximo Líder: tullido, pero todavía al mando de su tropa.

El resultado de la caída habría sido visiblemente malo para otro mortal cualquiera pero no para el Máximo Líder. Anestesiado pudo lamentar en tono jocoso cómo se aprovecharía el enemigo de su caída: "Apareceré en todas las primeras planas de los periódicos del mundo". Pero no resultó un buen heraldo. El periódico The Times había relegado la noticia a la página 20 sin darle excesiva importancia excepto por el título. Decía éste: Cayó Castro, y era más jocoso que veraz. Castro no había caído, se había caído, que no es lo mismo. Otros periódicos del mundo daban la noticia sin concederle importancia. Pero sí se la había dado Castro, al escribir (mejor sería decir dictar) una carta en que relataba de modo heroico su petición de no darle anestesia y casi parecía que él había dictado, no sólo la carta, sino también la ejecución de la operación. Pero para el narcisismo y la arrogancia de Castro debió haber sido un resultado peor. Apareció, sí, en la tevisión para completar su úkase del cambio de pesos por dólares. Su obesión había sido como una premonición, aunque la hacía con las barajas marcadas.

Fidel Castro permaneció oculto entre las sombras pero emitía comunicados que leía por televisión un locutor que parece nieto de Batista, cuya voz engolada tiene un efecto que apenas sugiere la autoridad de lo leído. Raúl Castro heredó el mando con un cuidado extremo de no parecer decir ahora mando yo. Pero al hacer las labores del otro Castro, este Castro aparece rígido, ríspido y dice chistes que él sólo ríe. No es que Raúl no tenga el carisma de su hermano, es que aparece ejerciendo su autoridad más que nada como un general no bolivariano sino boliviano. Gordo, con una cara abofada como si acabara de salir de la cama. ¿Y quién no dice que su autoridad es un sueño que para otros es una pesadilla? ¿O es una versión de lo que ocurrirá cuando Fidel Castro desaparezca para siempre? La pregunta no es un mero ejercicio de retórica: Fidel Castro bien pudo haberse matado en una caída que es otra muestra de su debilidad física, aunque goza de buena suerte todavía, y bien podría haberse hecho añicos la cabeza y no sólo romperse una rodilla. Para algunos se trata de una zancadilla que le hizo desde el otro mundo el Che Guevara. Para otros no es más que la realización de un refrán a que aluden los cubanos: no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, y su cuerpo ha comenzado ya a no resistirlo a sus 78 años cumplidos.

fevereiro 26, 2005

La perestroika, 20 años después


Por Mijail Gorbachov

Dentro de pocos días tendrá lugar en Turín el Foro de la Política Mundial sobre el vigésimo aniversario de la perestroika. Si hubiera de resumir en pocas palabras el sentido de la perestroika, diría que quienes la promovieron se proponían humanizar y renovar el país gradualmente, a través de la democracia, en el ámbito de una opción socialista. Y, al mismo tiempo, se proponían contribuir a la modificación de las relaciones internacionales hacia un nuevo orden que no sólo pudiera proceder en paz sino también afrontar políticamente los grandes desafíos que se planteaban -y siguen planteándose- ante la humanidad. Aquel intento no sólo no fue vano, sino que aún debe examinarse en profundidad, dado que a cada giro, en todas las crisis que han tenido lugar desde entonces, han vuelto a aparecer los mismos problemas que quedaron entonces sin resolver.

Entre los numerosos descontentos y críticos del actual estado de las cosas en Rusia figuran, por ejemplo, quienes piensan que todo esto es culpa de la perestroika. Y, por paradójico que pueda parecer, también ciertos pensadores occidentales sostienen que fue la perestroika la causa principal de la disolución de la URSS y de la desaparición del único modelo alternativo a la democracia liberal occidental. Hay quien la llama revolución y quien la llama contrarrevolución; quien ve en ella un progreso, y quien la considera una regresión total de Rusia. Quien le confiere el papel de gran cambio positivo en el plano internacional y quien le atribuye la responsabilidad de haber creado un mundo unipolar en el que Estados Unidos campa a sus anchas.

La perestroika fue una revolución pacífica de sentido antitotalitario, llevada a cabo en nombre de los ideales democráticos y socialistas. Éramos conscientes de que al enorme impulso democrático y cultural que siguió a la revolución de Octubre, le sobrevino una reacción definida como el Termidor estalinista, con la instauración de un sistema de poder totalitario. Aquel sistema fue el resultado de una ofensiva sangrienta contra los que habían hecho la revolución. Los hijos de la revolución fueron devorados por el estalinismo. Nuestro punto de partida fue que se pudiera, y se debía, volver a los orígenes del socialismo y liberar a la sociedad soviética de aquella herencia. Es decir, que avanzara hacia un modelo de "socialismo -como se le llamó luego- de rostro humano". Que fuera un proyecto viable nos lo demandaba, efectivamente, toda la sociedad soviética, madura entonces para expresar estas aspiraciones que portaba en su propio seno y que se habían visto frustradas reiteradamente en los decenios precedentes tras la dictadura estaliniana, pero que seguían siendo vivas y sólidas: habían sobrevivido tanto al intento autoritario-democrático de Jruschov y al deshielo subsiguiente como al intento claramente autoritario-burocrático de Brezhnev.

Nuestra iniciativa daba cuenta de un clamor en favor de la libertad de palabra, el pluralismo político y de las ideas, cosas todas ellas que exigía la ciudadanía, quien consideraba que los privilegios de la nomenclatura eran insoportables y vejatorios. Se me ha planteado una y cien veces esta pregunta: pero ¿era realmente reformable el sistema soviético? Hubo, incluso entre quienes impulsaron la perestroika, diversidad de opiniones al respecto; la pregunta, por otra parte, conserva aún hoy cierta vigencia. Sin embargo, personalmente y basándome en mi propia experiencia y mis ref lexiones, he llegado a la conclusión de que no existen sistemas intrínsecamente no reformables. De lo contrario la historia no habría progresado nunca. La perestroika duró sólo seis años y se vio interrumpida de modo artificial por un golpe de Estado: el primer golpe por la espalda se lo infligieron los elementos golpistas conservadores, el segundo los radicales y aventureros que querían pasar por demócratas.

Los años difíciles de la perestroika abrieron la senda merced a la cual empezaron a cambiar las ideas de millones de personas y que dio salida a renovadas energías que demostraron que el pueblo de Rusia podía avanzar hacia nuevas perspectivas. Se dio así un potente impulso a la democracia y la libertad de pensamiento y expresión. Basta recordar el ambiente que rodeó el primer Congreso de Diputados del Pueblo, primer parlamento democrático (si bien en condiciones formales de partido único)del periodo postestaliniano, los acalorados debates, las discusiones bajo la mirada de todos los soviéticos, trasmitido por televisión día tras día y sin secretos. Yevgueny Yevtuchenko dijo: "Todos pertenecemos al partido de la perestroika".

¿Cuál era nuestra estrategia? ¿En qué consistía el "nuevo modo de pensar"? La senda abierta era, ciertamente, nueva y, evidentemente, no se podía trazar desde un principio detallando todas sus fases. Pero estaban claras las ideas-fuerza fundamentales, las que habían de infundir vida a un tránsito gradual hacia un sistema democrático que incorporara y conservara en su seno los elementos socialistas introduciendo un mercado socialista acompañado del consenso popular y de una amplia participación de la ciudadanía en las decisiones. Queríamos eliminar el distanciamiento del ciudadano respecto de la producción, del poder, de la cultura, de la vida social. Queríamos reformar la política, y con ella la economía y la sociedad enteras. Y fuimos en esta dirección. Nosotros reconocimos políticamente y definimos jurídicamente la propiedad privada, empezando a desarrollar al propio tiempo una enérgica política social de impulso estatal. En suma, habíamos emprendido la senda socialdemócrata.



Todas y cada una de estas iniciativas toparon con una encarnizada oposición. El pasado gravitaba sobre la conciencia social y obstaculizaba la propia comprensión del significado del cambio. Muchos no entendieron que la contraposición entre el comunismo y la socialdemocracia ya había perdido gran parte de su significado y de sus razones históricas. Nosotros también habíamos cambiado al igual que había cambiado la socialdemocracia.

Los dogmáticos temían que quisiéramos ir hacia el capitalismo.No comprendían que el distanciamiento de las masas respecto de las ideas y concepciones del socialismo se había producido precisamente porque el socialismo había adoptado a sus ojos la forma del estalinismo. Sin embargo, no todo estaba claro desde el principio, ni podía estarlo. Surgieron numerosos aspectos y matices en el fragor de la batalla y el debate... Y resulta verdaderamente egoísta y si se me apura mezquino pretender que nosotros -que concebimos la perestroika, pero que éramos hijos de nuestra hisoria y de nuestra época- hubiéramos debido abarcar todas y cada una de las vertientes del proyecto desde su mismo inicio. A propósito de la futura sociedad, sobre la correlación de fuerzas a nivel mundial subrayamos el riesgo de una reanudación del conflicto entre los dos sistemas sociales básicos del planeta. La idea de la nueva civilización humana se abrió paso en el seno de este análisis de la situación mundial en tanto que, al propio tiempo, trabajábamos y ref lexionábamos sobre las cuestiones del desarme y la necesidad de liberar definitivamente a la humanidad del armamento nuclear.

Fue precisamente en este marco en el que la perestroika aportó al mundo los resultados más espectaculares: en aquellos breves años se lograron resultados sin precedentes sobre el desarme nuclear estratégico y táctico. Todo el mundo exhaló entonces un suspiro de alivio.Y también este factor viene a demostrar que los espacios de transformación y cambio rindieron su máximo fruto posible. Comenzaba a abrirse paso -aunque a través de mil obstáculos- una nueva idea del futuro común, una nueva visión de la convivencia, otro plano -cualitativamente distinto del poder- de las relaciones entre los pueblos, y aun entre los pueblos y sus gobernantes.

Una idea más elevada de la democracia, en suma; una idea vinculada de hecho a un mundo libre de las armas de destrucción masiva y susceptible de emprender la vía de la paz. Desdichadamente, tal perspectiva se quedó en proyecto no realizado. Occidente prefirió extraer un beneficio a corto plazo de la situación creada con el final de la Unión Soviética. Tal vez sólo ahora en

Europa y, asimismo, en Estados Unidos comienza a cobrarse conciencia de que habría sido útil y provechoso actuar de manera más previsora...

Resta aún una cuestión que no puedo omitir. No se han acabado aún las disputas sobre las causas de la caída de la perestroika. Existe la opinión de que obedecieron a una conspiración desde el exterior.

Pero somos muchos quienes juzgamos que la perestroika fue aplastada por la carrera de armamentos impuesta por Occidente.

Estoy convencido de que los factores externos no fueron decisivos. Fueron -de lejos- los factores internos los de máxima importancia. Aquí es donde podemos constatar los errores de los reformistas, la resistencia de los adversarios de los cambios, la impaciencia de los radicales. La perestroika se encontró ante dos oposiciones de signo radical, a su derecha y a su izquierda. El golpe de 1991 constituyó el punto culminante de aquel drama.

De todos modos, es significativo que ya se trate de los radicales-demócratas o de los conservadores-burocráticos, la cuestión es que votaron juntos en el Parlamento ruso para ratificar la decisión de la tríada Yeltsin-Kravchuk-Shuskevic sancionadora de la disolución de la URSS. Sólo unos pocos diputados -un centenar- votaron en contra.

Así acabó la perestroika: con la anulación de la misma entidad que habría debido ser objeto de reforma. La estrategia que había dirigido su punto de mira al mantenimiento de la unión de las repúblicas, acompañada de descentralización y de reformas profundas y graduales, se vio reemplazada por una perspectiva de ruptura inmediata y fractura del país. El resultado se halla a la vista de todo el mundo. Ahora es menester realizar esfuerzos gigantescos para superar las consecuencias del caos que sufrió Rusia en los años noventa. La satisfacción y el cumplimiento de este dificilísimo desafío histórico corresponde a los años del mandato del presidente Putin. En una primera fase se ha alcanzado la estabilización económica. En la actualidad es esencial proseguir por la senda de los cambios democráticos ya que sin este factor es imposible reconducir Rusia por la vía de un crecimiento dinámico. Veinte años después del inicio de la perestroika -en el sexagésimo aniversario de la victoria sobre el fascismo y el nazismo- sigue siendo oportuno extraer lecciones de alcance y rango internacional.

Estoy convencido de que la experiencia de la perestroika y de la nueva manera de pensar sigue siendo aún actual en un momento en que la humanidad se encuentra frente a los desafíos de la seguridad, de la pobreza, de la crisis medioambiental. La comunidad mundial sólo podrá vencer estos desafíos merced a una acción común y solidaria.

MIJAIL GORBACHOV, ex presidente de la URSS; preside la Fundación Gorbachov para el Análisis Socioeconómico y Económico

fevereiro 25, 2005

The God's drink

The last bottles of Glenfiddich Rare Collection 1937, the world s oldest and most expensive single malt which have sold for over £10,000 ($19,000) a bottle, are prepared for dispatch to Hong Kong, in Dufftown, Scotland, 24 February, 2005. They have been purchased by Sky Connection Ltd to be sold in Hong Kong s Chep Lap Kok Airport, a major international gateway for business travellers. [AFP]

Santana despede-se de Sampaio «sem rancores»

É a América dos nossos dias

El nuevo Ferrari - F2005



Ferrari presentó su arma definitiva, el F2005, el monoplaza con el que la escudería italiana pretende mantener su absoluto dominio y revalidar esta temporada los títulos de pilotos y marcas. El F2005 (web), con un motor de 10 cilindros, ha sido descubierto este viernes en el nuevo pabellón de Logística de Maranello por el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo.

El F2005 está previsto que debute en el quinto Gran Premio de la temporada, que será el de España, en Barcelona. Se trata del quincuagésimoprimer monoplaza construido por Ferrari para participar en un mundial de la Fórmula Uno y, tras 20 años, vuelve a estar proyectado por un italiano; el parmesano Aldo Costa, bajo la supervisión de Rory Byrne.

El F2005 tiene una carrocería en material compuesto a nido de ave con fibra de carbono. Sus medidas son de 4,545 metros de longitud, 1,796 de anchura y 0,959 de altura. Su peso, con agua, aceite y piloto, es de 605 kilos. Las ruedas anteriores y posteriores son de 13 pulgadas de la marca Bridgestone. El motor 055 es un V10, con 40 válvulas y la distribución es neumática. Tiene una cilindrada total de 2.997 centímetros cúbicos, la inyección es electrónica digital de la Magnetti Marelli.



Un vehículo que, a juicio de Ross Brawn, director técnico de la escudería, es "es mejor de cuantos hasta hoy ha producido Ferrari". El encendido es automático. Y se ha intentado hacer más robusto ante la nueva reglamentación que obliga a la utilización de un sólo motor para dos Grandes Premios. Tiene un cambio longitudinal Ferrari con diferencial anti-blocaje, está dotado con un comando semi-automático secuencial controlado electrónicamente y con siete marchas más la marcha atrás.

La dimensión de la zona es menor en relación al vehículo precedente, lo que ha obligado a retocar esa parte de la carrocería. Estéticamente, en relación al triunfante F2004, la carrocería ha sido retocada y aligerada pese a la necesidad de reforzar los paneles que regulan el flujo de aire para hacerlos más resistentes a las pruebas, más severas que en el pasado.

Se han modificado muchas zonas de la carrocería, como la de emisiones de gases o el habitáculo del motor y los apéndice aerodinámicos, siendo introducida una segunda aleta en zona de la toma de aire del motor. También ha sido ligeramente adelantado el alerón trasero. Ateniéndose al nuevo reglamento, la parte delantera es más alta del F2004, tiene un ala anterior biplano para atender a las necesidades de la reducción de la carga aerodinámica.

Porra, não soltam o homem


Moscovo, ontem.

fevereiro 24, 2005

Verguenza debia darles...

Cuba limita los contactos con los extranjeros

LA HABANA (EFE) - Los trabajadores cubanos del sector turístico tendrán que limitar sus contactos con extranjeros, estar vigilantes e informar de hechos y actitudes "lesivas" para la revolución, según un nuevo reglamento del Ministerio de Turismo.

El "Reglamento para la Relaciones con el Personal Extranjero en el Sistema de Turismo", firmado por el ministro Manuel Marrero, regula las relaciones entre el personal cubano y los extranjeros bajo "principios éticos, morales y profesionales".

Los trabajadores "limitarán" sus relaciones con extranjeros "a las estrictamente necesarias", y deben guiarse por la "fidelidad" a la patria, a la legalidad socialista y a la política del gobierno, informa el nuevo reglamento.

Deben también "mantener permanente vigilancia contra todo hecho o actitud lesiva a los intereses del Estado" y "comunicar de inmediato al nivel correspondiente, las acciones o hechos que puedan atentar contra la dignidad, la seguridad y los principios de nuestra Revolución".

El trabajador debe ''ser discreto y racional en la trasmisión de información a su alcance" y, durante un proceso de negociación o colaboración con extranjeros, debe adquirir "la información requerida sobre las personas interesadas en realizar negocios o colaboración en Cuba".

Además, "deben abstenerse de difundir, propagar o emitir criterios que vayan en detrimento del prestigio del país".

Desde la entrada en vigor del reglamento, el 19 de febrero, los empleados deben informar a su jefe, en un plazo no superior a las 72 horas, de "cualquier contacto" que pretenda socavar "su prestigio y moral revolucionarias".

En la misma línea, la resolución ordena que las reuniones de negocios con extranjeros se lleven a cabo en presencia de un testigo, y no se celebren en hoteles o instalaciones pagadas por extranjeros.

Durante estas reuniones, los cubanos tendrán que hacer prevalecer las líneas políticas, económicas y sociales del gobierno de Cuba.

Las invitaciones a comidas y otras actividades sólo se aceptarán cuando estén relacionadas con el trabajo y deben ser previamente autorizadas.

También requieren aprobación previa, y por escrito, las invitaciones a extranjeros para visitar las casas de funcionarios y dirigentes cubanos.

El texto deja claro que los cubanos deben "practicar la austeridad, no abusar del poder ni hacer uso indebido de los recursos".

Deben rechazar atenciones de los extranjeros y, en caso de recibir regalos, entregarlos al jefe de entidad, que decidirá su destino, salvo cuando se trate de equipos electrónicos y de video, que "serán destinados a uso común dentro del Ministerio".

La resolución que no ha sido divulgada en la prensa cubana sugiere en el capítulo 13 la obligación de "todos" los trabajadores a declarar "por escrito al jefe inmediato superior todo regalo en especie que reciban de un extranjero con el que mantiene vínculos por razón de su trabajo".

El texto prohíbe a los trabajadores aceptar dinero en efectivo, cheques y tarjetas de crédito y establece que el ministro debe aprobar los casos en que "excepcionalmente" resulte conveniente hacer algún obsequio a un extranjero.

El envío de felicitaciones a diplomáticos por Navidad requerirá también autorización previa y se efectuará a través del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Un empleado del sector hotelero, que prefirió el anonimato, manifestó su ''disgusto'' por estas medidas, que consideró "una vuelta de tuerca a los anticuados controles de los años setenta que pensábamos habían pasado ya a la historia".

Global blogger action day called

Una memoria para Caín



Por Bernardo Marqués Ravelo

En la tarde del 21 de febrero, dejó de existir, en un hospital de Londres, Guillermo Cabrera Infante. Probablemente el escritor cubano, vivo, más importante de su generación. Y uno de los consagrados de toda la literatura nacional.

Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara, Oriente, el 22 de abril de 1929, y con su familia se trasladó a La Habana, en 1941, una ciudad que ha marcado rigurosamente el mundo anecdótico de su obra literaria.

Yo leí sus libros -al principio con cierto recelo, después con la certidumbre de estar leyendo a un maestro de la lengua- por allá, por el comienzo de la década del '70 del siglo pasado.

Disfruté primero de Así en la paz como en la guerra, y después de Un oficio del siglo XX, para casi de inmediato hundirme, hipnotizado, en las contingencias de Tres tristes tigres, y sus deslumbrantes retruécanos. Un derroche de cultura que, sin dejar de ser profundamente cubana, ya era universal.

Cabrera Infante comenzó a publicar en la revista Carteles, con el seudónimo de G. Caín, unas magistrales críticas de cine, que después reunió en Un oficio del siglo XX. Vine a conocerlo, personalmente, a mediados de los '90, en ocasión de una feria del libro a la que estaba invitado. Hablamos poco.

Recuerdo que me dejó la sensación, durante los breves minutos que intercambiamos palabras, de un ser obsedido por su conciencia. De aquel fugaz encuentro sólo recuerdo sus ojos: de una fijeza absoluta, como si estuviera taladrando la conciencia de su interlocutor. Esa fue mi primera y única impresión. No lo volví a ver.

Algunos años después, en mi efímera y fragorosa estancia en Puerto Rico, en casa de uno de sus amigos -Carlos Franqui-, tuve la oportunidad de hablar con él, por teléfono. Le interesaba que le narrara las aventuras, venturas y desventuras de sus libros en la isla. Y yo le conté. No tanto como hubiera querido porque Guillermo estaba hablando desde Londres, donde vivía, y no sabía con exactitud el tiempo que llevaba conversando. Me trató como a un viejo conocido. Y tuvo frases de cortesía y amabilidad para el aprendiz de escribidor que soy.

En estos días, después de llegarme la noticia de que estaba ingresado en el hospital Chelsea and Westminster (dijeron que se había fracturado una cadera), me detuve a repasar su obra, que además de los títulos citados se completan, parcialmente, con La Habana para un Infante difunto, Mea Cuba, Mi delito es por bailar el cha cha chá, y Ella cantaba Boleros, por citar los que me acuden ahora a la memoria.

Dicen sus amigos que era un hombre taciturno. Que todos los juegos de palabra -en español e inglés- que hacía en sus textos, aquellas conexiones y referencias que lograba con la palabra escrita, jamás salían a la luz. La magia de sus asociaciones quedaba en la página impresa, y nunca se permitía bromear en público con sus más cercanos conocidos. Eso dicen,

Realmente, no lo creo. Alguna amiga - ¿pudiera haber sido Nancy Pérez Crespo?- me contó varias anécdotas chispeantes de Guillermito, como le decían sus íntimos. Que la cordura y el respeto a los lectores me hacen pasar por alto.

José Pardo Llada, uno de los políticos de lujo de la época republicana en Cuba, acaba de decir: "Nadie supo reflejar la vida de La Habana de los años '50 como él. Era..., digo... es, un maestro en el oficio de escribir. Sus páginas, sus libros, sus novelas están matizadas con un gran sentido del humor, cosa que contrastaba con la vida misma, porque Cabrera era un hombre muy serio''.

Y Raúl Rivero, el conocido poeta, precisa en una crónica por estos días: "Era una voz, el hombre era nada más que una voz, pero el escritor me deja, nos deja a todos los que amamos, sufrimos y vivimos en español, su obra: una fortuna anchurosa y eterna. Uno la puede tocar y disfrutar todos los días. Con ella se puede ser mejor persona, cubrirse del frío y calmar la sed."

Hay un texto de Mario Vargas Llosa en el que el gran novelista reflexiona sobre las peripecias y avatares de Cabrera Infante, en ocasión de recibir el Premio Cervantes, en 1997. Entre otras cosas, Mario le pasa revista a la vida del creador, y sus peripecias para salir adelante en el exilio.

Además de las constantes persecuciones de la cúpula del poder cubano - porque el dictador y sus secuaces no perdonaban el talento, la dignidad, el genio y la eticidad de este hombre pequeño de estatura, pero inmenso en su talla intelectual-, Guillermo tuvo que enfrentarse a las hordas de militantes de izquierda que, obnubilados por los supuestos brillos del proceso político de La Habana, no le perdían pie ni pisada para acosarlo en cuanta tribuna ocupara. Pero su entereza, su sangre fría, saber que defendía la causa más justa -la libertad de su pueblo- fueron suficientes para sus convicciones. Y para su honradez.

Ha muerto, sí, uno de los grandes creadores de las letras cubanas y de hispanoamérica. Pero la ex actriz Miriam Gómez anuncia, desde ahora que Cabrera Infante dejó, al menos, dos novelas inéditas, que dará a las prensas en breve. Así como guiones y disímiles artículos que se amontonan en su papelería.

Quiero concluir estas líneas con unas frases de Guillermo Cabrera Infante, que por su actualidad no requieren explicación: "Me preguntan a menudo si volveré 'con la frente marchita' y siempre contesto: No en el primer avión. Lo único cierto es que llevo viviendo 31 años en esta casa de Londres. Es probable que pueda cambiar de dirección pero no de sentido. Esa es una ley de física. He aprendido que la física es más importante que la metafísica."

Un periodista le preguntó, hace unos años: ¿Es para usted. Cuba, un bolero? A Lo que el autor de TTT respondió: No, no, en absoluto. Cuba es una enorme tragedia, no es un bolero.

Miami, en febrero de 2005

A verdadeira razão pela qual o Durão foi para a Comissão Europeia



Salário base mensal ........................... 22 200 euros
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fevereiro 23, 2005

Vivir la historia para darse cuenta de ella


por Rita Martin

CHAPEL HILL - No hace mucho, a la edad de 93 años, moría el poeta y narrador polaco Czeslaw Milosz (Premio Nobel, 1980), recordado sobre todo por su libro El pensamiento cautivo (1956). Hace apenas una semana el dramaturgo norteamericano Arthur Miller (Premio Pulitzer 1949) cerraba los ojos con el olor de los últimos narcisos. Y como quien se une despaciosamente a esta cadena, el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante (Premio Cervantes, 1997) escribe por última vez con el humo de su inevitable tabaco una palabra que señala una ciudad perdida e inventada: La Habana.

Pero la muerte y los premios son tal vez lo que menos habla de cualquier intelectual, y a Milosz, Miller y Cabrera Infante les unía otra voluntad, otra vocación y otro destino: los tres denunciaron la hipocresía de cualquier poder y todo lo que de la vida acariciaron, lo trocaron en escritura, e inscribieron en ella el signo o acción de la palabra rebelde. Los tres se separan en su capacidad de clarividencia. Mientras Milosz y Miller lograban penetrar la historia a través de signos presentes pero imperceptibles, Cabrera Infante, como la mayoría de los mortales, tuvo que vivir la historia para darse cuenta de ella.

Guillermo Cabrera Infante procedía de una familia comunista. En su juventud se adhirió a la ideología de su padre y, como muchos otros al triunfo de la Revolución cubana, eligió la política sin vacilación. Dirigió Lunes de Revolución y fungió en cargos culturales del gobierno y tuvo la opción de permanecer viviendo al amparo del aparato oficial. Pero los supuestos de Guiteras-Holmes, Martínez Villena y Julio A. Mella --cubanos socialistas todos ellos-- no se correspondían con los principios de Fidel Castro que comenzara a seguir a Mussolini y a Stalin indistintamente en su famosa frase a los intelectuales de la Isla: “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada.” Y Cabrera Infante se armó de valor al comprender que no eran motivos estéticos ni generacionales los que discutía el sistema nuevo en el poder, sino que se ejercía sencillamente una palabra: censura. Tuvo la opción de dejar de ser verdugo y tomar el camino al que habían sido obligados y empujados otros intelectuales y a lo cual había contribuido el propio Lunes de Revolución. Gran parte de la obra de Cabrera Infante es una reflexión de estos años, una amarga crítica de sí mismo. Durante años lectores y críticos pensaron que sería capaz de escribir una literatura contra sí mismo. Pero el ser humano llega a los límites psíquicos que le está permitido para no enloquecer y Cabrera Infante sobrevivió dentro de estos ínferos. Mea Cuba y Vista de amanecer en el trópico dan fe de ello.

Cabrera Infante no nació en La Habana, pero llegó un día a ella para no abandonarla. Utilizó el seudónimo de Caín para firmar sus críticas de cine; pero de igual manera pudo llamarse Bustrófedon, ya que encarnaba esa manera antigua de escribir en dos direcciones de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Más que un modo de rellenar renglones en una u otra dirección, este modo en Cabrera Infante se convirtió en figura literaria y salió el escritor Bustrófedon con destino exílico hacia Europa, pero quedó anclado en América; vivió libre en Inglaterra, pero permaneció prisionero de la historia de Cuba; agradeció las neblinas londinenses y los conciertos, pero en su mente hubo una transparencia y una fijeza: la mucha luz del trópico y las habaneras, el son, el danzón, las zarzuelas cubanas, la rumba, la trova, la guaracha, la conga, el mambo,el bolero, el cha-cha-chá, el feeling, o su música extremada.

A Guillermo Cabrera Infante le gustaban las asociaciones. Por eso es inevitable recordar que el 21 de febrero es, además, el Día Internacional de la Lengua Materna, un día en el que se dan cita las aproximadamente seis mil lenguas vivas y actuantes que existen en el mundo. El guiño de Bustrófedon es insistente, no es su muerte a la que se asiste sino al homenaje de otras lenguas y de su lengua materna, la cubana, porque aunque Cabrera Infante fue sin duda uno de los mejores escritores de la lengua española, hay que reconocer que hablaba en cubano como nadie, añadiéndole al absurdo de esta lengua, su buena dosis de cinismo y humorada; lo cual, para seguir el ritmo del Infante difunto, es humo, humor, pero también morada.

Del humor al humo hay otra historia ocurrida hace 282 años en la isla de las distopias. Es el año de 1723 y el gusto por el tabaco, ese mismo al que Cabrera Infante era casi un adicto, se había extendido por toda Europa; mientras que la difícil situación de los vegueros que lo producían terminó en una manifestación de rebeldía contra el coloniaje español. Ciertamente, los insurrectos fueron ejecutados; pero la barbarie contribuyó a escribir la acción al revés, a la manera de Bustrófedon, ya que la misma coadyuvó, primero, a crear el sentimiento del criollo y, posteriormente, en el cubano, un sentido de fractura con lo español y su discurso colonial. La manifestación de los vegueros significó algo más que muerte y escarnio público, señaló un espacio y una acción de resistencia de un país que comenzaba a gestarse.

Esta referencia histórica parece absurda, tal vez barroca, sin duda un palimpsesto. Para algunos no tendrá sentido pero resonará en un hombre y los lectores de ese hombre que, a través del humo del habano (¿vano?) fundó por medio de su memoria una ciudad otra que sobrevive (resiste) los desastres de la paz y el esfuerzo de algunos en hacerla desaparecer. Sólo se necesita para encontrarla y (re)construirla una fe en la literatura similar a la del arqueólogo alemán Heinrich Schliemann, porque La Habana está ya y para siempre en la obra de Cabrera Infante del mismo modo en que Troya invitaba a ser descubierta desde las descripciones de Homero. El (re)encuentro con la ciudad dormida, su (re)invención o renacimiento será quizás la verdadera revancha de un escritor llamado Cabrera Infante cuyas ficciones preparan tales regresos y diálogos imaginarios.

fevereiro 22, 2005

Le combat de "Caïn" contre Fidel

Paulo A. Paranagua LE MONDE

Avant de devenir l'auteur de Trois tristes tigres, Guillermo Cabrera Infante était "G. Caïn", le critique de cinéma à l'humour féroce de l'hebdomadaire populaire Carteles. Avec Nestor Almendros et Tomas Gutiérrez Alea, il est à l'origine de la première et éphémère Cinémathèque de Cuba en 1951, soutenue par Henri Langlois.

Jeune provincial ébloui par La Havane à une époque où les ciné-clubs se partageaient entre catholiques et communistes, Caïn irritait les uns et les autres, habités par la hargne dont l'univers clos de la cinéphilie semble avoir le secret.

L'imposant recueil de 500 pages publié à Cuba en 1963 sous le titre Un oficio del siglo 20 (Un métier du XXe siècle), aux éditions R - comme Revolucion -, témoigne à la fois de ses choix et du style acéré qui était déjà le sien. Il ne cessera pas d'entretenir le culte de Welles, Hitchcock, Hawks, Huston et Minnelli (Arcadia todas las noches, 1978), et le souvenir du temps où sa mère le mettait devant le dilemme d'aller au cinoche ou de manger des sardines (Cine o sardina, 1997).

Après l'avènement de Fidel Castro (1959), "Guillermito" Cabrera Infante se projette au-devant de la scène. Revolucion était le quotidien créé par les castristes du Mouvement du 26 juillet, et "Caïn" désormais le directeur de son supplément littéraire, Lunes de revolucion, créatif et pontifiant comme savent l'être des jeunes intellectuels emportés par la politique.

BATAILLE IDÉOLOGIQUE

Bientôt, l'interdiction d'un court métrage sur la vie nocturne dans la zone portuaire de La Havane, P. M. (1961), filmé à la manière du free cinéma, précipite les jeux de pouvoir dans la sphère culturelle. Fidel Castro prononce ses "Paroles aux intellectuels", censées fixer les limites : "Dans la révolution, tout ; contre la révolution, rien." Saba Cabrera Infante, frère de Guillermo, est le coréalisateur de P. M. avec Orlando Jimenez Leal. Dans le rôle du censeur, on trouve Alfredo Guevara, fondateur et longtemps directeur de l'Institut cubain de l'art et de l'industrie cinématographiques (ICAIC).

Cette première bataille idéologique fait une victime, Lunes de revolucion, et provoque une vague de départs parmi les créateurs. En dépit de sa méfiance, Cabrera Infante reste à La Havane et publie ses premiers ouvrages. Mais il ne pardonnera jamais à Alfredo Guevara, ami de jeunesse de Castro.

Quarante ans plus tard, dans un entretien accordé à Zoé Valdès et à Ricardo Vega, il compare Alfredo Guevara à Goebbels, avec un acharnement digne de Caïn envers son frère Abel, méconnaissant ainsi les contradictions d'un personnage qui s'est par ailleurs opposé aux Jdanov qui hantent Cuba depuis presque un demi-siècle.

L'incompatibilité entre le marxisme à la Groucho et le "machisme-léninisme" des Cubains est de plus en plus patente. Comme il sied à un enfant naturel de Joyce et d'Hitchcock, Cabrera Infante finit par chercher refuge à Londres, où il est devenu la plus bouillonnante personnalité des lettres cubaines en exil, toujours prompt à se fendre d'une diatribe bien sentie "pour en finir avec Méphistofidel" (titre d'un texte publié dans Le Monde du 17 novembre 1999).

Il ne supportait pas de ne pas trouver son nom dans le Dictionnaire de la littérature cubaine édité à La Havane en 1980, éliminé des annales officielles de son île natale dans la plus pure tradition stalinienne. A son tour, il avait des difficultés à admettre que la culture cubaine avait continué à évoluer, en dépit des chausse-trappes bureaucratiques et de l'autocensure, devenue une seconde nature.

Alors qu'aux Etats-Unis et en Europe une partie croissante de l'exil admettait le besoin de rétablir des liens avec l'île, l'écrivain ne semblait pas prêt à ce dialogue, ni à accepter les petits pas nécessaires à une transition négociée de l'après-Castro. Un cinéaste qui le connut bien, durant les années de bohème évoquées par Trois tristes tigres, eut à son propos ce mot empreint de sous-entendus caribéens : "Guillermito n'a jamais appris à danser." Et d'ajouter, en connaisseur : "Pas plus que Fidel."

Guillermo Cabrera Infante, tigre cubain des lettres

L'écrivain, auteur de "Trois tristes tigres", est mort lundi 21 février à Londres, à l'âge de 75 ans. En exil depuis près de quarante ans, cet anticastriste virulent a mêlé audace littéraire et culture populaire.
Fabienne Dumontet LE MONDE

"Je suis exilé de Cuba, pour toujours ou bien pour l'éternité - ce qui durera le moins", prévoyait avec dérision Guillermo Cabrera Infante. Entre les deux, l'éternité l'a emporté. Lundi 21 février, le grand écrivain cubain naturalisé britannique depuis la fin des années 1970, qui maniait l'humour en maître, est mort à 75 ans d'une infection nosocomiale, à Londres, après une hospitalisation due à une chute. En exil dans la capitale anglaise depuis presque quarante ans, Cabrera Infante sera mort "sans avoir vu son pays libre", déplore l'écrivain cubain Zoé Valdès, résidant à Paris.

Libre, cependant, Cuba l'a été, sous la plume de ce romancier, nouvelliste et essayiste parmi les plus novateurs de sa génération, que toutes les expériences littéraires et artistiques passionnaient.

Depuis cette île d'Angleterre où il avait fui le régime castriste, il était souvent revenu à la sienne en imagination et en littérature. Mais bien avant l'exil, il avait éprouvé la fascination qu'exerçait sur lui cette "longue blessure verte" qu'est Cuba. Né en 1929 dans le village de Gibara, Cabrera Infante fut très tôt ébloui par la vie nocturne, le brassage des genres et des langages de La Havane, où sa famille, modeste de condition et communiste de conviction, déménage en 1941.

Ces puissants souvenirs de la capitale, il les attribue des années plus tard au jeune héros de son plus célèbre roman, La Havane pour un Infante défunt : "Je me rappelle encore aujourd'hui ce premier bain de lumière, ce baptême et le rayonnement orangé qui nous enveloppait, halo lumineux de la vie nocturne, phosphorescence fatale à force de promesses : des nuits entièrement blanches - possibilités de journée gratis."

Adolescent, Cabrera Infante se plonge dans l'effervescence de la ville, publie ses premières nouvelles dans des revues comme Bohemia, tout en suivant des études de journalisme.

Ses activités d'écrivain, de militant et de journaliste vont s'entrecroiser pendant les années 1950. Opposé à la dictature de Batista, qui lui inspire les nouvelles de son recueil Dans la paix comme dans la guerre, publié en 1960 après la chute du dictateur, Cabrera Infante rejoint Fidel Castro et dirige le supplément culturel Revolucion, journal proche du nouveau régime, avant d'être nommé attaché culturel de Cuba en Belgique. Ce sera avant qu'il ne rompe avec le castrisme en 1965, rupture farouchement maintenue par l'écrivain jusqu'à sa mort, comme le montre encore l'essai Mea Cuba, publié en 1992.

AUTONOMIE LITTÉRAIRE

Dans ces mêmes années 1950 à Cuba, Cabrera Infante avait signé sous pseudonyme des critiques cinématographiques dans la revue Carteles, avant de fonder et diriger la Cinémathèque de Cuba de 1951 à 1956. "Paradis de l'adolescence" à Cuba, le cinéma restera l'une de ses grandes passions loin de l'île, sans doute par amour inconditionnel de la narration et de cette "rage du regard, cette occupation qui confine parfois à l'art populaire à la Havane".

Scénariste pour le grand écran, il publiera sa vie durant, outre ses articles écrits à Cuba (Un oficio del siglo XX), un volume d'essai sur cinq grands cinéastes (Arcadia todas las noches) et plusieurs chroniques (Cine o sardina). Au cinéma, Infante ajoute la musique, dont il fut grand connaisseur et défendeur acharné - pour la musique populaire cubaine, surtout, mais aussi, à l'occasion, pour le swing londonien.

Amoureux des images et des sons, Cabrera Infante ne se trahit pas avec Trois tristes tigres, roman-culte publié dans sa version et sous son titre définitifs en 1967, où "l'écriture n'est qu'une tentative pour saisir au vol, comme on dit, la voix humaine". Etrange cabaret vocal hanté par les noctambules de La Havane prérévolutionnaire, Trois tristes tigres associe l'expérimentation formelle sur les sonorités du langage à la culture populaire cubaine, celle de la musique et des conversations moqueuses où fusent les calembours.

Inspiré par Lewis Carroll (dont il fut le traducteur en espagnol) et James Joyce, lecteur de Queneau et de Mark Twain, Infante s'offre le luxe des démesures, du non-sens, de l'humour noir et de la fantaisie, que revendique un de ses personnages : "C'est que je n'ai rien d'un Superman, je suis plutôt un Superflu." Qui plus est, le roman, écrit "en cubain, c'est-à-dire dans les divers dialectes espagnols que l'on parle à Cuba", marque à l'époque son autonomie littéraire face à la littérature produite et lue en Espagne.

Usant plus de recréation que de retranscription de l'oral, Cabrera Infante crée un style polyglotte, marqué par l'espagnol, les parlers cubains, l'anglais, le français et le brésilien entre autres, sur lequel il s'expliquera vingt ans plus tard : "Je ne voulais pas écrire dans un dialecte, mais dans une langue universelle et exclusive à la fois."

Cette langue utopique trouvera ses lecteurs. Dans sa première version, Trois tristes tigres reçoit le prestigieux prix Biblioteca Breve, en 1964, et fait connaître Cabrera Infante en Europe, en l'intégrant à la mouvance du boom de la littérature latino-américaine. Une association, en réalité, artificielle : d'abord parce que les positions anticastristes d'Infante l'isolèrent des autres écrivains, souvent partisans du Leader Maximo à cette époque.

Ensuite parce qu'Infante rejettera toujours, avec son humour habituel, cette appellation globale de littérature latino-américaine : "En 1880 les Etats-Unis se sentirent si coupables de s'être appropriés le nom d'Amérique pour leur usage exclusif qu'ils nous enduirent de cet adjectif "latine", importé de Paris comme un parfum précieux. Mais qui est Latin en Amérique centrale ? Quel est donc ce Romain raffiné qui galope éternellement à travers les villages de la pampa ?"

Il ne se voyait pas non plus d'affinité avec l'Espagne, qui, après lui avoir refusé un visa sous Franco, lui offrit pourtant le prix Cervantès en 1997 pour l'ensemble de son œuvre. Au grand roman qu'est Trois tristes tigres, Cabrera en avait ajouté un autre, La Havane pour un Infante défunt, parcours marqué de repentirs et d'extases d'un adolescent découvrant simultanément l'électricité, la langue, la littérature et la sexualité à La Havane. Ce foisonnant roman d'initiation aux teintes autobiographiques, moins polyphonique et chaotique que le précédent, est pourtant nourri de constantes digressions et d'une syntaxe baroque.

Après ce dernier envoûtement, Cabrera Infante écrira en anglais, notamment un livre sur l'art du tabac en 1985, Holy Smoke. L'époque de ses ambitieuses fictions, écrites en, ou plutôt à partir, de l'espagnol, est derrière lui. Le miroir qui parle, nouvelles presque complètes, son dernier recueil de nouvelles, composées entre 1950 et 1992, montre encore la variété de son style. On l'y voit déployer son appétit constant pour la langue et la culture, qui accompagna aussi la création des Vidas para leerlas (Vies à lire) dont il fit un volume, et auxquelles il reconnaissait deux qualités harmoniques : "l'adversité et la diversité".

La sienne fut de celles-là, tout comme son œuvre, même si les histoires officielles de la littérature cubaine ignorent l'une et l'autre.
[LE MONDE]

Un bolero para Caín



por Raúl Rivero

LA HABANA - Nadie mata un retrato. Por eso, la imagen que tengo de Guillermo Cabrera Infante está intacta en la contraportada de Un oficio del siglo XX, una colección de críticas de cine que el escritor publicó en Cuba, en 1963, con el seudónimo de G. Caín.

Ahí aparece, según el prologuista, con un sombrero que no es de él, es de guano. Se ve en un patio habanero. Al fondo, ropa tendida, el cielo vacío, sin nubes. Mira a la cámara como si tratara de explicarle algo al fotógrafo.

Para mí, lo que realmente desaparece ahora es una voz. Nunca lo vi, ni le di la mano. Nunca tomamos un café o un ron. En ninguna mesa de su santuario, El Carmelo de Calzada, frente al teatro Amadeo Roldán, quedan señales de una conversación nuestra, de una descarga de cine, música o literatura.

En diciembre, cuando se iba a acabar 2004, Miriam Gómez y él nos hicieron una llamada de más de una hora.

Repasamos en detalles los acontecimientos de los últimos meses, nos deseamos felicidad y salud y, al final, Guillermo invitó a Blanca, mi mujer, a pasear por un parque de Londres que está muy cerca de su casa. En cuanto puedan, dijo, vengan para ir a dar una vuelta y hablar de todo.

Era una voz, el hombre era nada más que una voz, pero el escritor me deja, nos deja a todos los que amamos, sufrimos y vivimos en español, su obra: una fortuna anchurosa y eterna. Uno la puede tocar y disfrutar todos los días. Con ella se puede ser mejor persona, cubrirse del frío y calmar la sed.

En su país habrá que esperar todavía para que ese disfrute sea abierto y llegue a todos. Sus libros están prohibidos desde el siglo pasado. Un clan de lectores perniciosos los adquirió a precios altísimos en el mercado subterráneo, aéreo debía llamarse entonces. Otros cambiaron Tres tristes tigres por una camisa, dieron seis latas de leche condensada por Arcadia todas las noches o un reloj despertador por Vidas para leerlas.

Ahora, que se ha quedado solo en ese gran parque que debe ser la muerte, espero que Cuba sepa —al fin— que Cabrera Infante recibió, en l997, el Premio Cervantes.

Estoy seguro de que ya no voy a encontrarme con Guillermo en ninguna de las dos islas. La cita que concertamos en Navidad queda aplazada. Creo, eso sí, que puedo más adelante reconfortar un poco a Miriam Gómez con unas palabras, pero no sé cómo se le da el pésame a una nación, ni cómo se le pide conformidad a un idioma.

fevereiro 21, 2005

Guillermo Cabrera Infante

1929 - 2005

El legendario escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, uno de los grandes de las letras hispanas del siglo XX, falleció hoy en el hospital de Chelsea and Westminster, en Londres, Reino Unido, a causa de una septicemia, tras una permanencia de una semana en el centro causada por un accidente casero. Tenia 75 años.

"Fue entre nosotros el primer disidente, y sufrió los ataques furiosos de toda esa jauría dentro y fuera de Cuba", dijo anoche desde Puerto Rico el periodista y escritor cubano Carlos Franqui. A los dos los unió una amistad de más de 60 años y juntos fundaron en La Habana el emblemático suplemento cultural Lunes de Revolución, después del triunfo de la revolución de Fidel Castro en 1959.

Para el ensayista Carlos Alberto Montaner, Cabrera Infante "es junto a [Alejo] Carpentier, el escritor más importante de la segunda mitad del siglo XX en Cuba, y su obra recoge muy bien lo que fue la literatura experimental en español".

Cabrera Infante dejó una vasta obra literaria y recibió decenas de premios a lo largo de su carrera, el más destacado de los cuales es el Cervantes que le otorgaron en 1997.

El escritor nació el 22 de abril de 1929 en Gibara, pueblo de la antigua provincia de Oriente, Cuba, en un hogar humilde. Anticastrista "por una profunda convicción'', como solía decir, en 1994 en Miami el escritor recordó las ideas políticas de sus padres y la educación que le dieron.

"Por ahí dicen que yo crecí bajo el gobierno del general Gerardo Machado, pero a decir verdad creo que fue bajo la dictadura de [José] Stalin, porque mis padres eran comunistas", confesó Cabrera Infante.

En 1941, el joven Guillermo emigró a La Habana junto a sus padres, y se fueron a vivir a una buhardilla en La Habana Vieja. Sus primeros escritos datan de 1947.

"Fue más o menos por esa época nos conocimos; leí su primer cuento, me pareció extraordinario; le regalé el primer libro, Las Palmeras Salvajes, de William Faulkner, en una traducción de Jorge Luis Borges", recordó ayer Franqui.

En 1950 ingresó en la escuela de periodismo donde se le abren, además, las puertas del séptimo arte, sus dos grandes pasiones, como recuerda otro de sus mas viejos amigos, el crítico de cine René Jordán.

"Realmente fuimos compañeros en un curso de cine en el año 1948, y para mí, Guillermo es más que un hermano... su muerte es devastadora", dijo Jordan, emocionado, desde Nueva York.

"Fuimos compañeros en la escuela de periodismo, la hicimos entera, los cuatro años, y desde entonces el contacto es permanente. Era un contacto absoluto. Yo no puedo entender cómo no puedo agarrar el teléfono y no llamar a Guillermo y no poder decirle: 'Guillermo, anoche vi la película tal o más cual'... no concibo no poder hacer eso", añadió Jordán.

Cabrera Infante adquirió notoriedad cuando bajo el seudónimo de G. Cain comenzó a publicar criticas de cine en la revista Carteles, de la cual llegó a ser jefe de redacción en 1957. Para esa época, ya estaba profundamente involucrado en el movimiento cinematográfico de la isla, junto a su hermano, el director Sabá Cabrera. Con él fundó la Cinemateca de Cuba.

Tras el triunfo castrista, Cabrera Infante se une a Franqui, y juntos fundan el diario Revolución y crean Lunes de Revolución, del cual fue director durante toda su publicación, desde 1959 hasta su clausura en 1961.

Lunes nunca fue del agrado del régimen, y siempre fue blanco del odio y el rencor de los llamados viejos comunistas, quienes casi de inmediato comenzaron a conspirar contra él, terminando por forzar su cierre.

En 1960, el escritor publica su primer libro destacado, Así en la paz como en la guerra. A finales de 1961 se casa con la actriz Miriam Gómez, y al año siguiente es nombrado agregado cultural en Bruselas.

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Dos columnas de Alejandro Armengol

"Es Guillermito" y Para un infante difunto. Sólo aquí
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Su presencia en Europa es suficiente para agrandar su distanciamiento con el castrismo, y en 1965 abandona el puesto diplomático, viaja a España, donde el gobierno de Francisco Franco le niega asilo político, y termina instalándose en Londres, e iniciando, a la par de su obra literaria, una labor propagandista anticastrista.

"Tuvo una posición muy firme, sin fisuras, frente a la dictadura cubana, y como siempre gozó de un enorme prestigio literario. Fue un adversario muy serio frente a la dictadura cubana", añadió Montaner.

Desde Cali, Colombia, otro viejo amigo suyo, el escritor José Pardo Llada, no ocultó la emoción del momento.

"Nadie supo reflejar la vida de La Habana de los años 50 como él. Era ..., digo... es, un maestro en el oficio de escribir. Sus páginas, sus libros, sus novelas están matizadas como un gran sentido del humor, cosa que contrastaba con la vida misma, porque Cabrera era un hombre muy serio", dijo Pardo Llada.

En La Habana, el periodista y poeta independiente Raúl Rivero manifestó que el fallecimiento "es un momento fatal para la literatura cubana y en lengua castellana, es un vacío enorme".

"La cultura cubana ha perdido una figura trascendental como nunca existió otra. Es de lamentarse que haya fallecido él y no su némesis en La Habana", añadió en Miami el cineasta Nat Chediak.

El ex preso político y sacerdote Miguel Angel Loredo fue uno de los entrañables amigos del escritor. "Cabrera le dio un gran apoyo a todos los que luchamos por la causa de Cuba; su arte, su literatura, y la creación que hizo de La Habana nocturna son únicas", dijo.

Además, añadió, "era un hombre bueno de una caridad infinita, de una paciencia infinita, y su apariencia de hombre agreste escondía una naturaleza humilde".

"En una de sus entrevistas cuando le dieron el premio Cervantes, Guillermo decía que había que deslizarse para la muerte... una frase extraordinaria... creo que lo logró", recordó Franqui. [RUI FERREIRA]




Guillermo habla de "El Padrino" y otras cosas del cine...

¿Qué opina de los films que han seguido el camino (estilístico, temático...) abierto por "El Padrino"?
Ellos mismos son secuelas de «El Padrino». En realidad hay muchas películas que se han hecho después del éxito de estos largometrajes. Han sido muy influyentes. En Hollywood se aprovechan de las secuelas, los productos primeros se repiten con variantes. Pero ninguna película sobre la mafia ha sido tan extraordinaria como «El Padrino».

¿Por qué cree que se escogió Cuba como lugar de fondo de gran parte del Padrino II?
Eso habría que preguntárselo a Coppola y a Puzo, que escribió el original y el guión. Ellos querían variar la dirección dramática del personaje, coincidiendo que se narraba la vida joven de Corleone.

¿Es cierto que Ud. vivió un suceso hace años en un hospital londinense parecido al de "El padrino I " ?
No recuerdo a qué se refiere. Si es cierto que fui amenazado en un hospital, me amenazaron con ir a pasar al otro mundo, y no sólo me cambiaron de cuarto, sino de cama, y eso que yo estaba recuperándome de una operación muy complicada. Me cambiaron de nombre, a Christian Smith, que es muy fílmico, para todas las actividades del hospital. Algo muy curioso.

Tengo entendido que El Padrino no gustó mucho a gente como Sinatra o Dean Martin, ya que se veían reflejados.
Bueno, yo no sé nada de Dean Martin, pero sí sé que Sinatra se molestó tanto. El personaje de Johnny era calcado del Sinatra de entonces. Cuando se lo reprochó a Puzo, éste le dijo que desde cuándo un italiano del norte con ojos azules le iba a amenazar a uno del sur con ojos negros.

Cual es su escena / plano favorito de la pelicula?
La primera, cuando surge de la oscuridad el hombre que apenas ha tenido relación con El Padrino y le pide que mate a quienes violaron a su hija y sólo se oye la voz de Marlon Brando. Está muy bien resuelto. Luego Brando ofrece por primera vez su cara; le pusieron el pelo ralo y espaciadores para sus mejillas, y hablaba con un susurro que se volvía amenazante.

Prefiere la denominada versión épica o el montaje original
Yo vi hace tiempo la versión épica, y prefiero el primer Padrino porque impacta mucho; la segunda parte nunca se pudo beneficiar de la presencia, aunque fuera fugaz, de Marlon Brando. De todas maneras, la versión épica es muy interesante desde el punto de vista narrativo, porque la hizo el propio Coppola. Robert de Niro está excelente interpretando la versión joven de Brando. Eso le convirtió en una superestrella. Hay gente que prefiere El Padrino segundo al primero.

¿Por qué El Padrino III desmerece tanto de sus antecesores?
Porque se ha diluido mucho el personaje de Michael Corleone, que era interesante cuando era un ganster en activo. La solución de los problemas narrativos es un poco mecánica, pero hay escenas extraordinariamente bien realizadas, como la del helicóptero. Pero el Padrino III tiene cosas muy interesantes, de todas maneras.

¿Por qué el cine europeo y el español no son capaces de hacer películas de este calado?
Eso no es difícil de preguntar. Porque Hollywood está en el negocio del cine desde el principio del siglo XX, los estudios se establecieron alrededor del año 1912. Se creó una industria con una capacidad técnica muy superior, y el cine no es más que un milagro técnico, que permite que se rueden películas complejas. Desde El nacimiento de una nación, fueron consiguiendo obras magníficas y ficharon a técnicos, guionistas, novelistas (por ejemplo, Blasco Ibáñez)... Siempre han pagado los mejores sueldos, desde el cine mudo hasta el hablado.

Brandon, De Niro, Duval, Al Pacino vs. Di Caprio, Cruise, Brad Pitt.¿ No son las estrellas de hoy en día unos niñatos comparadas con las de antes?
Depende, en realidad nunca han estado trabajando algunos de ellos como ahora. Por ejemplo, Robert Duvall o De Niro. En cuanto a su talento, creo que el primer cuarteto es muy superior a Pitt. Pero si hubieran mencionado a Gary Oldman, otra sería muy respuesta, ya que es muy bueno tanto como protagonista como de secundario. Recordemos su Drácula o True romance.

¿Ha escrito usted algún guión cinematográfico? ¿No le tentaría?
He escrito varios. Vine a Londres para escribir como médico de guiones, y escribí uno en el 67 que se titulaba Wonder Wall, con música de George Harrrison y con elementos de música india. Y escribí Vanishing Point, que se llamó en España Carrera contra la muerte, o el destino, y que se filmó en Estados Unidos y tuvo mucho éxito económico. Por primera vez, era una road movie, una película de carretera. Ahora es un film de culto, que ponen a cada rato en televisión.

¿Cual es el secreto de na buena historia?
Son parámetros muy diferentes, si hablamos de cine o de literatura. Una película se ve de principio a fin y una novela se lee a trozos, a tramos, y hay una continuación meramente estilística. En una película puede haber varios autores. En realidad, el cine es muchísimo más atractivo, porque no se sabe lo que va a pasar en el siguiente momento. Depende mucho del suspense, y eso hace que atraiga tanto. Hay una frase extraordinaria de Néstor Almendros: Las mejores películas se hacen con los peores libros.

¿Cree que habrá un "Padrino IV"?
De eso se ha hablado muchas veces. Pero sucede que el II se hizo por el éxito del I, y en realidad resultaba casi una película independiente. Pero el III dejó en suspense que iba a pasar con Andy García, pero la realidad es que Coppola hizo el III para compensar las pérdidas de sus bancarrotas. En cuanto le haga falta el dinero, hará el IV. Muchos esperan una misma versión del personaje, ya que se trata de hacer un cambio, y hacer que Andy García sea el tercer padrino, el nuevo don Corleone.

¿Qué importancia otorgaría dentro del film a la excelente música de Nino Rota?
Nino Rota es el gran descubrimiento de Fellini. Sin él, no serían lo mismo. Su extraordinaria partitura de El Padrino es muy interesante. El primer productor no quería la música de Nino Rota, e interpuso elementos de música tradicional que chocan, sobre todo en EL Padrino II. Es un gran compositor, no uno ocasional.

En su obra "Vista de amanecer desde el trópico" hay pasajes propios de las mafia italiana (La foto ametralladora) ¿Existe una "conexión" caribeña ?
Bueno, eso no tiene nada que ver con la mafia, sino con los dueños del Central, donde ocurrió el aparente fusilamiento, que puede ser una leyenda. El libro se llama Vista de amanecer en el trópico, no desde el trópico.

¿ No le parece increible que un film sobre la mafia, haya llegado a influir de tal modo al propio mundo de la mafia ?
Es algo singular creo yo. Eso ocurrió desde fines del cine mudo, con La ley del hampa, el primer film de gansters. Y en el 32 influyó mucho en el comportamiento de los facinerosos Cara cortada, con personajes "melancólicos" muy imitados. Howard Haws rodó el ascenso al poder de un ganster, lo que ocurre en tantas películas.

¿Si no hubiera existido Lezama Lima, su estilo de Vd seria talmente mismamente el que es?
No. Yo no le debo nada en términos narrativos o estilísticos a Lezama Lima, que es muy original pero se disuelve en sí mismo. Cuando comencé a escribir me enseño a convertir en narración el lenguaje habanero Nino Nobás Calvo, el primer escritor del realismo mágico, un gran cuentista. Escribió una biografía novelada de un esclavista español.

Bryce Echenique define las Islas Canarias como un "Caribe que no molesta" ¿Qué le molesta a Ud. del Caribe?
Bueno, me molesta la denominación de Caribe. Hay muchas regiones que pertenecían a las Antillas, y ahora resulta que hasta Colombia y México quedan en el Caribe. Se ha puesto de moda hablar del Caribe. No todo es Caribe de lo que se llama caribeño.

EL CINE ESPAÑOL LE ATRAE? Y LAS ADAPTACIONES LITERARIAS AL CINE EN GENERAL?
Ahora, es muy interesante. Es el más interesante que se está haciendo en Europa. Acabo de ver Los otros y me parece muy conseguida, y mete mucho miedo. También están las de Almodóvar, muy buenas, Trueba, Vicente Aranda (Fanny Pelopaja es de las mejores de violencia y sexo que he visto). Y debiera mencionar a más directores. En el pasado también hubo muchas interesantes. Cuando era crítico en Cuba vi muchas extraordinarias, como Muerte de un ciclista o Calle Mayor, pero muchas no me interesaban para nada. Las de folclóricas no las soporto. Ahora las películas españolas están en los cines de Estados Unidos e Inglaterra. Y acabo de ver en un vídeo club Tesis, de Amenábar, anunciada como del director de Los otros. Belle epoque es una delicia de película, por ejemplo. Y La niña de tus ojos, de Trueba también, es muy atractiva. Ese tipo de cine no se hacía antes. Hay adaptaciones al cine que son mejores que las novelas, como Lo que el viento se llevó, una obra extraordinaria. Por ejemplo, hay cuentos que se prestan muy bien para ser adaptados al cine, como La ventana indiscreta. Siempre el cine aporta elementos a la literatura, y fracasa cuando trata de adaptar la gran literatura, como En busca del tiempo perdido o Ulises, aunque hay excepciones, como Las amistades peligrosas. El cine convierte en maestras obras menores. Ocurre mucho. [EL MUNDO]

Con su primera esposa, Marta Calvo (segunda de la izquierda), en 1959.


Muere Cabrera Infante, el mago de la palabra

Uno de los escritores más brillantes e imaginativos en lengua española falleció ayer en Londres. Desde que en 1964 ganó el Premio Biblioteca Breve por su Tres tristes tigres, Cabrera Infante no dejó de deslumbrar a quienes leían cada nueva obra, en las que los juegos de palabras, el dominio de la lengua y un espléndido sentido del humor encubrían una erudición mucho más rigurosa de lo que podía pensarse. Su largo, y con frecuencia doloroso, exilio de su amada Cuba no le impidió reivindicar los pequeños y grandes placeres de la vida, desde el amor y la música, al cine, los buenos cigarros habanos y la amistad. Deja tras de sí una abundante bibliografía, que justificó sobradamente que en 1997 se le concediera el Premio Cervantes.

José Andrés Rojo El País

Guillermo Cabrera Infante murió ayer en Londres a los 75 años. Primero fue una operación de corazón, luego se le fastidiaron los riñones y hace poco, una tonta caída y la rotura de cadera que lo devolvió al hospital, con el que se había familiarizado en los últimos tiempos. Su frágil salud no resistió el nuevo descalabro.

Se ha ido así un gran virtuoso de la lengua, un hombre ingenioso y travieso que hizo con las palabras lo que quiso, sacando de ellas no sólo el humor que desencadenaban cuando las juntaba, sino también una honda ternura y una fina elegancia para dar cuenta de las viejas historias que afligen y hacen felices a los hombres.

"Showtime! Señoras y señores. Ladies and gentlemen. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes". Las palabras con las que arranca su libro más famoso, Tres tristes tigres (1967), sirven para definir su literatura. Cuando escribía, Cabrera Infante subía a un escenario para poner a bailar las palabras.

Todos sus textos tienen la consistencia de un encadenamiento de solos: imprevisibles, variados, endiabladamente rápidos o contundentes como un sopapo, caprichosos, lentos y melancólicos, pero también desmadejados y caóticos. No es que a Cabrera Infante le gustara la música, es que hacía música.

La amistad y la noche

Su pasión fue el cine. Le gustaba decir que lo que hacía eran libros, que él no escribía novelas. Cada rato hablaba de "contar cuentos". Y así es su obra, un paseo por todos los grandes temas.

La amistad, la noche, los viejos afanes para salir de la miseria y cambiar de vida, las pequeñas traiciones que llenan la memoria de heridas, la alegría de pasarlo bien, el placer de tantas y tantas anécdotas y situaciones, el amor y los infinitos juegos que ponen en marcha hombres y mujeres para seducirse, el desarraigo, la muerte.

Nació el 22 de abril de 1929 en Cibara, provincia de Oriente, y fue el hijo mayor de una pareja que había sido de las fundadoras del Partido Comunista de Cuba. Cuando llegó junto a su familia a La Habana, en 1941, quedó fascinado por el vertiginoso ritmo de la ciudad y por la inagotable variedad de las criaturas humanas.

Dejó la medicina para empezar a estudiar periodismo en 1950, pero ya le tiraban las aficiones -la literatura y el cine- a las que terminó por dedicarse: en 1952 escribió su primer cuento; en 1954, se convirtió en crítico cinematográfico (firmaba con el seudónimo de G. Caín) de la revista Carteles. Su primer matrimonio fue en 1953 y tuvo dos hijas (en 1954 y 1958), pero conoció a su gran amor, Miriam Gómez, en 1958 y se casó con ella en 1961 tras divorciarse de su primera mujer.

Cuando Cuba dio el gran viraje con la Revolución, allí estuvo Cabrera Infante para construir el hombre nuevo. Fue director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector del diario Revolución.

Pero las cosas se complicaron. Su hermano Sabá Cabrera hizo una película -"P. M. dura apenas 25 minutos y es una suerte de documental político, sin aparente línea argumental, que recoge las maneras de divertirse de un grupo de habaneros un día de fines de 1960", escribió GCI- que no gustó a las autoridades, fue tachada de contrarrevolucionaria y prohibida.

Hubo polémica en las páginas de Lunes de Revolución, y este semanario cultural que había fundado CGI fue obligado en 1961 a cerrar las puertas. Al régimen empezaban a no gustarle las más nimias críticas, y apartaron al joven escritor colocándolo de agregado cultural en Bruselas. Luego se convirtió en encargado de negocios.

La consagración literaria llegó con el Premio Biblioteca Breve (1964) a Tres tristes tigres. El enfrentamiento definitivo con el régimen de Fidel fue en 1965. Regresó al funeral de su madre y fue retenido por el Servicio de Contra-Inteligencia. Salió de la isla, llegó a Madrid y, después, a Barcelona. Las dificultades económicas y la negativa franquista a regularizar su situación lo empujaron a Londres, donde se instaló definitivamente.

Más allá de la política y del dolor del exilio, lo que siguió adelante fue su obra. En Exorcismos de es(t)ilo (1976) jugó con la literatura; La Habana para un infante difunto (1979) reveló su maestría para el género autobiográfico; Un oficio del siglo XX (1973) reunió sus críticas de cine y Mea Cuba (1991), sus artículos políticos; Puro humo (1985.Traducción en 2000) es su homenaje a la lengua inglesa.

Hubo más libros, guiones (la adaptación de Bajo el volcán, de Lowry, por ejemplo), miles de artículos. En 1997 le concedieron el Premio Cervantes. En una entrevista dijo que quería alinearse junto a Eça de Queiros, que había dicho que "él era de esos que pasan por la vida con una carcajada de tránsito". Su risa ahora ha callado. Sigue intacta en su literatura. [EL PAIS]

Con Mario Vargas Llosa

Walking at the City


UN TIGRE DE FILO Y VERBO

Luis Antonio de Villena El Mundo

El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, de 75 años, falleció la noche del 21 de febrero en Londres a causa de una septicemia. El autor de 'Tres tristes tigres', que vivía en la capital inglesa desde hace casi cuarenta años, murió en el hospital Chelsea and Westminster, donde se encontraba ingresado desde la pasada semana tras romperse una cadera, según informaron fuentes familiares.

Cuando uno veía por vez primera a Guillermo, se encontraba ante un señor moreno y con gafas, con barbita y perilla ya algo canas, y serio, aparentemente muy serio. Pero en cuanto la conversación, entre amigos, entraba en materia cordial, aquella seriedad que nunca dejaba de parecerlo, se volvía un flujo zumbón de palabras e historietas, llamadas a magia y a fábula, que te inundaba de retruécanos, de chispa, y de una gozosa propensión erótica y aún truculenta.

A Guillermo (y a su inseparable Miriam Gómez) las anécdotas que más les gustaba narrar a dúo eran siempre las que contenían lascivia y juego. Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara (provincia de Oriente, Cuba) el 22 de abril de 1929, hijo de una pareja de militantes comunistas. No es por tanto difícil suponer que sus inicios vitales estuvieron ligados a la cultura y a la militancia política.

La familia vivía en La Habana desde 1941. Guillermo comenzó en esa Universidad estudios de Medicina, que no concluyó. Como lector, como escritor y como espectador, su vida iba a ser, sobre todo desde 1947, singularmente, la literatura y el cine. En uno de sus últimos libros, 'Cine o sardina', de 1997, Guillermo cuenta esa afición juvenil -el cine- que incluso podía sobreponerse al hambre. Claro que hubo en el Guillermo joven otra afición vital -muy vital- que fue aquella rica y cálida noche habanera llena de bohemia, de compromiso, de daiquiris y de mujeres, pues el culto a la total femineidad contó mucho para el joven caribeño sensual, como narrará más tarde una de sus mejores novelas, 'La Habana para un infante difunto', de 1979.

Guillermo Cabrera concluyó siendo periodista, y como parece natural, periodista especializado en cine. Entre 1951 y 1956 fue fundador y director de la primera Cinemateca de Cuba, y a partir de 1954 -y con el seudónimo de G. Caín, que no recoge sino la primera sílaba de sus apellidos- empezó a ejercer la crítica de cine en el semanario 'Carteles', del que tres años más tarde sería redactor jefe.

Su labor como crítico (tras la caída del régimen de Batista) continuaría en el magazine 'Lunes de Revolución', que se clausuraría en 1961. Lo que salvó de toda esa etapa de crítico, está en un jugoso libro titulado 'Un oficio del siglo XX', publicado en 1973.

Demócrata más que comunista, como muchos escritores y artistas del momento, creyó en los cambios y en la justicia que llevarían a Cuba los luchadores de Sierra Maestra. Siempre podremos preguntarnos si Cabrera estuvo alguna vez próximo a Castro, pero próximo a lo que pudo ser una revolución liberadora, ciertamente lo estuvo. Pero como tantas veces los sueños no se cumplieron, y Guillermo Cabrera Infante, tras ser Agregado Cultural de Cuba en Bruselas (entre 1962 y 1965), más lejos cada vez del régimen de la isla, rompió estrepitosamente con Castro, denunciando su dictadura leninista y buscando definitivamente el exilio.

Al no conseguir la nacionalidad española, Guillermo concluyó en Londres en 1966, donde ya viviría en adelante, adoptando la nacionalidad británica. Anticastrista absoluto (yo creo que a Cabrera, profundamente cubano, Castro le arruinó lo que él hubiera deseado fuese su vida) Guillermo sería, siempre ya, un reaccionario para algunos y un genuino liberal para los más -siempre estuvo a favor de una moral muy libre- hondamente anticomunista.

Aunque vivió, casi siempre, como periodista y guionista de cine (trabajando para John Huston y para su amigo Losey) Guillermo Cabrera Infante será ya siempre uno de los iniciadores y de los grandes novelistas de aquel tan cierto como cacareado boom de la narrativa hispanoamericana, especialmente tras la publicación de 'Tres tristes tigres', que obtuvo en 1967 el premio Biblioteca Breve.

Ingenioso, brillante y mágico prosista, sus siguientes libros confirmarían -lentamente- ese esplendor literario y lingüístico. Desde 'Vista del amanecer en el Trópico' (1960) hasta 'Mea Cuba' o 'Ella cantaba boleros', de 1996, su último libro de ficción. En 1997 recibió el Premio Cervantes. Contradictorio, incisivo, cultísimo, fue y es uno de los grandes en nuestra lengua. Todo un estilo. [El Mundo]

Guillermo por Guillermo

"Soy un escritor cómico y paródico, creyente del azar, pesimista y maníaco depresivo".

"La realidad es que siempre escribo de mí mismo aunque trato de disfrazarlo".

"Hay otros escritores más elocuentes para hablar en público, como Mario Vargas Llosa. Yo soy más rápido escribiendo que hablando".

"El siglo XX ha sido el mejor de los siglos literarios, pero el peor de los siglos políticos".

"Los libros maestros del próximo siglo serán los libros que definirán el milenio que termina".

"Escribo libros y no novelas, pues la novela es un contrato entre el editor y el comprador. Cervantes llamó libro al Quijote, y no novela".

"El futuro de la novela depende de sí misma".

"Entre las novelas básicas para entender el siglo siglo XX figuran "Pedro Páramo", de Juan Rulfo; "Gran sertón: veredas'', de Guimaraes Rosa; "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust; "Ulises", de James Joyce; y "El beso de la mujer araña", de Manuel Puig.

"La figura de Alejo Carpentier es un mito y una celebridad del régimen cubano que en realidad, por complicado, nadie en Cuba lee".

"En La Habana, las luces del sol y de las bombillas del alumbrado público no dejaban que nunca se hiciera de noche".

"El juicio a Pinochet en Londres puede permitir que se juzgue a otros dictadores, como Milosevic y Castro".

"En el terreno político prefiero actuar como un reaccionario de izquierdas".

Não faça nada você também



Por João Ubaldo Ribeiro

Como se sabe, os escritores profissionais, sofrida laia em que as Parcas me incluíram, certamente por graves malfeitorias cometidas em encarnações passadas, não costumam conversar sobre literatura. Se algum de vocês conseguisse transformar-se por algum tempo na proverbial mosquinha espiã e bisbilhotasse a mesa de bar onde alguns estivessem congregados, notaria logo que a maior parte, bem como a dos outros artistas que vivem de suas artes, conversa sobre como garantir o supermercado da semana e armar defesas para não trabalhar de graça, ou em troca dos famosos pagamentos simbólicos que todos acham apropriados para eles, embora, como já tive oportunidade de observar aqui algumas vezes, os estabelecimentos comerciais se recusem a aceitar símbolos como moeda.

Não é outra a razão porque, instado por amigos comiserados, venho tentando achar idéias para escrever um livrinho de auto-ajuda, pois me dizem que assim é possível o autor conseguir juntar os caraminguás necessários para trocar o computador mesozóico que todos os dias lhe desperta ímpetos homicidas e o leva a fazer planos de furtar estoques de tranqüilizantes da farmácia da esquina. Mas, mesmo espremendo os miolos com afinco, não encontrei o que pudesse escrever, basicamente devido ao fato de que não sei nada. Quer dizer, sei dar nós de gravata medíocres, que penosamente aprendi na Faculdade de Direito da Bahia de antigamente, sei pegar siris com uma forquilha se os siris colaborarem e posso redigir algumas páginas sobre a boa convivência com uma barriga cujo volume insiste em competir com o do Pão de Açúcar. Cheguei até em pensar no título Sou barrigudo e sou feliz , mas algo me diz que não faria grande sucesso, até porque imagino que as únicas pessoas barrigudas normalmente felizes são as grávidas e, ao contrário do governador da Califórnia, nunca fiquei grávido e nunca tive vontade de ficar.

Agora, contudo, depois de minha estada habitual em Itaparica, volto com esperanças renovadas. Minha ilha não cessa de me dadivar uma prenda atrás da outra e, desta feita, alimento a séria intenção de não somente escrever um livro de auto-ajuda como até, pois não custa sonhar, vir a estabelecer um próspero negócio, inicialmente modesto, mas depois até capaz de expandir-se e — quem sabe? — chegar mesmo a conceder franquias ( franchising , perdão, Barra da Tijuca). Quem me deu a idéia foi um amigo meu, o ex-peixeiro Vavá Major, conceituado cidadão itaparicano, que procurei ao chegar ao Mercado Municipal e não encontrei. Perguntei sobre o paradeiro dele e recebi a notícia de que vendera o negócio, amealhara uns trocadinhos, conseguira uma aposentadoriazinha — não de tope presidencial, é claro, mas suficiente para suas modestas necessidades — e agora não fazia nada. Como assim, nada? Nada mesmo? Nada, me responderam. Major é um portento, não faz nada mesmo, mesmo, absolutamente nada.

Custei a crer. Claro que ele tinha que estar fazendo alguma coisa, nem que fosse jogar dominó. Mas Pretinho, amigo comum e vizinho dele no Alto de Santo Antônio, me deu uma resposta categórica. Se dormir, comer e ficar bestando, sentado na escadaria da igreja, era ocupação, eu podia dizer que ele estava fazendo isso. Ou então que se considerasse ocupação prosar com quem se dispusesse, pois Vavá sempre foi muito reputado pelo seu bom palestrar e sempre encarou qualquer assunto com disposição e espírito. Bem verdade que volta e meia é um tantinho politicamente incorreto, como da vez em que, dirigindo-se a um cavalheiro que se metia demasiadamente a porreta, numa roda de conversação, disse: “E você sabe de nada, escargô?” Pegou um pouco mal, porque o camarada padecia de acentuada cifose, ou seja, era corcunda, no falar antigo. Acresça-se a circunstância de que, em Itaparica, a pronúncia costumeira de “escargô” é “sicagou”, tema para lingüistas e filólogos, mas, em termos mais imediatos, fundada razão para ofensa, tanto assim que tiveram que segurar o corcunda para ele não dar umas peixeiradas em Major.

Ou seja, o que me era garantido era que Vavá agora não fazia absolutamente nada. Apesar de ser tão amigo de Pretinho que até boto fé nos pesos que ele usa para o pescado que vende, permaneci com uma ponta de dúvida. Não era possível que algo tão buscado por tanta gente tivesse sido alcançado com tanta facilidade. Era o nirvana instantâneo (já estou aqui tentando minhocar o título do livro), sem necessidade de ascese, meditação, jejum e outros padecimentos que compõem o ad augusta, per angustia , o alcançar dos grandes píncaros por caminhos árduos. Continuei na dúvida e resolvi que daria um pulinho à escada da igreja do Alto, para conferir a história. Não precisei. Ele mesmo apareceu para me fazer uma rápida visita de cortesia. Sim, era verdade, agora não fazia nada. E me explicou tudo tão bem que vi logo a possibilidade de escrever um livro divulgando a técnica e a experiência dele. Ele concordou, contanto, é claro, que não envolvesse trabalho, à exceção de falar e conversar. Para mim já bastava, era uma descoberta preciosíssima, proeza de gênio. Ele sempre pensara naquilo, fora a culminação de um longo processo, ou tudo aparecera de repente, numa iluminação? Tinha sido de repente, fora uma inspiração que lhe viera. Ah, que grande revelação para os leitores de meu livro, qual fora a fonte da inspiração?

— Eu me inspirei no governo — disse ele. — Não faço nada, nada, nada, nadinha mesmo. Nem nesse serviço que você vai começar.

— Bom, nadinha, nadinha não, você disse que topava falar.

— Mas eu não disse que me inspirei no governo?

Author: Bush tapes not meant for public

Doug Wead says recordings were historical record

NEW YORK (CNN) - An author who secretly recorded his conversations with then-Gov. George W. Bush told CNN Monday that the tapes were a historical record that he never wanted made public.

Doug Wead -- a former aide to President Bush's father, George H.W. Bush -- said he was thinking about writing a book when he made the tapes, but would not say whether he thought the tapes would boost sales of his book about presidential childhoods.

"My book could have been released before the election," Wead said. "It would have been driven by partisan sales."


Doug Wead discusses taped conversations Monday in an interview with CNN.

Asked again whether the tapes would persuade readers to buy the book, "The Raising of a President," Wead said his publicist told him, "I lost a million dollars by delaying the book until after the election, where it would have been driven by partisan interests."

"I hope it sells," Wead said. "I'm a historian, and he's president and has to lead, has to set an example. I had to write about the Roosevelts, the Kennedys, the Bushes. I attempted to vet the stories with all three families."

In a segment of the tapes made available to CNN by ABC News, the president appears to admit to trying marijuana.

Bush says he "wouldn't answer the marijuana question ... 'cause I don't want some little kid doing what I tried."

"But you gotta understand, I want to be president, I want to lead. I want to set -- Do you want your little kid to say, 'Hey daddy, President Bush tried marijuana, I think I will?' " he said.

In a segment of the tapes played on ABC's "Good Morning America," Bush says the same holds true for questions about cocaine use, which have dogged him since the 2000 election.

"The cocaine thing, let me tell you my strategy on that," Bush said on the tape. "Rather than saying no ... I think it's time for someone to draw the line and look people in the eye and say, you know, 'I'm not going to participate in ugly rumors about me and blame my opponent,' and hold the line. Stand up for a system that will not allow this kind of crap to go on."

Bush also corrected Wead when he said that an evangelical leader had said Bush promised not to hire gay men and lesbians.

"No, what I said was I wouldn't fire gays," he said on the tapes. "I'm not going to discriminate against people."

Wead revealed the existence of the tapes to The New York Times. The Times hired a voice analyst who concluded after eight days that Bush was the speaker on the tapes. ABC News also concluded the voice on the tapes was Bush. (Full story)

CNN has not independently confirmed the speaker, but White House spokesman Ken Lisaius said that the tapes were "casual conversations with somebody (Bush) considered a friend."

Wead told ABC News that he had played the tapes for his publisher to confirm anonymous sources, and The New York Times somehow learned of their existence. But the Times report says Wead told the paper about the tapes to defend a passage in his book.

Wead told ABC that Bush, who has acknowledged past alcohol abuse, spoke about past drug use "often" in their conversations. But Wead told CNN that the drug use was "an irrelevant point to me."

"He's already said he was young and irresponsible," he said. "That established the point I needed to make in my book about the man in the shadow. My feeling was because of his indiscretions as a young person, it took the pressure off him, the expectations he'd have to achieve and live up to the Bush image."

With attention showered on his brother Jeb Bush, governor of Florida, George W. Bush "found Laura, he found his faith" out of the public glare.

"In a 10-year period, he became a millionaire, the governor of Texas, and the president of the United States," Wead said.