outubro 30, 2004

Intervalo

Las elecciones para la Casa Blanca son en tres días. De hoy hasta los días posteriores, O Gambá va a estar ocupado con el seguimiento del proceso electoral, por lo cual apenas estas páginas serán actualizadas diariamente.

Mexicanos celebrarán maratón de lectura de "Cien años de soledad"

Intelectuales, políticos y lectores del escritor colombiano Gabriel García Márquez se reunirán el próximo 8 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes de México, para realizar un maratón de lectura de su novela "Cien años de Soledad".

La embajada de Colombia en México, en colaboración con el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), ha organizado esta actividad con el propósito de rendir tributo en vida al escritor nacido en Aracataca (Colombia) en 1928 y residente en México desde hace décadas.

La legación diplomática ha extendido invitaciones a potenciales lectores, entre ellos políticos y otras figuras prominentes del mundo de la cultura y de la esfera pública en México.

La portavoz de la embajada, Claudia Gómez, explicó a EFE que la lectura comenzará a las nueve en punto del lunes 8 de noviembre en la sala Manuel María Ponce del Palacio de Bellas Artes y se prolongará durante catorce horas ininterrumpidas.

El reconocimiento al autor de "Memoria de mis putas tristes", forma parte de la semana "Presencia de Colombia en México", que se celebrará del 8 al 18 de noviembre, y cuyo programa completo de actividades se dará a conocer en los próximos días.

"Es un punto central dentro de la Semana de Colombia en México, que va a tener muchos otros aspectos: un foro sobre migración, el festival de cumbia, vamos a buscar que se presenten unas orquestas con posterioridad", declaró a una emisora local el embajador de Colombia en México, Luis Ignacio Guzmán.

El diplomático adelantó que habrá también cine, baile, actividades deportivas y muestras gastronómicas.

La célebre novela "Cien años Soledad" fue escrita en la Ciudad de México, publicada en 1967, y narra la historia de la dinastía de los Buendía en un pueblo legendario llamado Macondo.

Macondo fue fundado por José Arcadio Buendía cuando se marchó de Riohacha junto a su esposa, Ursula Iguarán, después de matar en un duelo a un hombre.

La pareja se casó a pesar de ser primos y de un precedente familiar que apuntaba a que, de nacer un hijo, éste podría tener cola de cerdo.

Considerada un clásico de la literatura en español, la novela de García Márquez fue además uno de los emblemas del "realismo mágico", como se conoce a la corriente de la literatura latinoamericana que se fraguó en la segunda mitad de siglo XX.

La misma funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos no tanto para reconciliarlos sino para exagerar sus aparentes discordancias.

Además del Nobel de Literatura colombiano otros escritores que han escrito obras cargadas de "realismo mágico" son el guatemalteco Miguel Angel Asturias, el mexicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar y el hispano-peruano Mario Vargas Llosa.

outubro 29, 2004

Por toutatis!

Astérix faz 45 anos



O pequeno gaulês Astérix e o seu inseparável amigo Obélix, de uma pequena aldeia da Gália que resiste ao império romano, cumprem hoje 45 anos desde que as suas histórias foram publicadas pela primeira vez em França.

A 29 de Outubro de 1959, a revista francesa Pilote publicava no seu número de estreia a primeira história desenhada por Albert Uderzo, com argumento de René Goscinny. A história é protagonizada por Astérix, um pequeno gaulês de bigode farfalhudo que tem como grande amigo o Obélix, personagem desajeitada e com uma força desmesurada, que carrega menires e adora comer javalis.

Ambos são habitantes de uma invencível aldeia da Gália que resistia sempre às investidas militares dos romanos por conta de uma famosa poção mágica inventada pelo druida Panoramix.

O primeiro livro - «Asterix, o Gaulês» - saiu em 1961, com uma tiragem de seis mil unidades, e o segundo, «A Foice de Ouro», foi editado no ano seguinte, já com 15 mil exemplares.

Desde o primeiro momento, as aventuras depressa atraíram as atenções do público francês e tornaram-se um êxito de vendas na Europa e para várias gerações.

Traduzida em mais de cem línguas e com milhões de exemplares vendidos, as histórias de Astérix são um sucesso por terem «dois sentidos de leitura», segundo a editoria portuguesa da BD ASA, que vai relançar a colecção em Portugal.

A cumplicidade na escrita das obras entre Uderzo e Goscinny até à morte prematura do argumentista em 1977.

Em 1980 saiu «O Grande Fosso», o primeiro livro com argumento e desenho de Albert Uderzo, embora na capa permaneça o nome do companheiro desta aventura literária, e que rendeu 1,7 milhões de exemplares vendidos.

Além dos livros, o sucesso de Astérix estendeu-se a outras artes e suportes, como jogos de vídeo, peça de teatro e filmes de animação, além de duas longas-metragens adaptadas para cinema, com Christian Clavier (Astérix) e Gerard Depardieu (Obélix) como protagonistas.

Aos 77 anos, Uderzo ainda se mantém activo e tudo indica que irá editar um novo álbum em finais de 2005.

outubro 28, 2004

Para rir um pouco

Veja aqui O Gajo de Alfama e as suas aventuras na tropa.

No vine a Estados Unidos a votar por Bush

por ANDRES REYNALDO

No sé ustedes, pero yo vine a Estados Unidos en busca de libertad.

Yo vine a la tierra viril y responsable donde el presidente Lyndon B. Johnson daba la cara a diario en la televisión para anunciar las dolorosas bajas de su ejército en Vietnam.

Yo no vine a aplaudir la estúpida guerra de Irak. La guerra de George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfeld desatada sobre los cadáveres de la legalidad internacional y la credibilidad norteamericana, en contra de la opinión de sus mejores generales, con un desprecio absoluto por las necesidades humanitarias y económicas de los hombres en combate y plagada de abusos, corrupciones e impunes errores.

Yo vine a la tierra donde el trabajo tenía una entrañable dimensión ética. Donde el empleado daba lo mejor de sí y el empleador daba lo mejor de su empresa. La tierra de los sindicatos exigentes y despolitizados. Del respeto al capital humano. Del empresario atento al latido social. La tierra donde al cabo de largos años de labor los hombres se retiraban con dignidad y sin miedo al mañana. Yo vine a vivir el capitalismo racional y solidario de Jefferson y Roosevelt.

Yo no vine a cruzarme de brazos ante la erradicación del pago por horas extra. Ni a morderme la lengua ante esta desenfrenada casta de rufianes que de un plumazo despiden a los empleados más viejos para no pagarles el retiro y de un plumazo se regalan un bono multimillonario. Sin que les tiemble el pulso. Sin perder un solo hoyo de golf. Ni vine a ser el impasible testigo de las corporaciones que contaminan las tierras de los granjeros y la mar de los pescadores. Yo no vine a vivir el capitalismo rapaz y delincuente de Bush ni Cheney ni Enron ni Halliburton.

Yo vine a la tierra de los grandes centros científicos donde eruditos de todas las naciones disponían de los recursos para trabajar por el bien de la humanidad. Donde los médicos, las compañías de seguros y las autoridades conformaban una eficiente red que satisfacía por igual a ricos y pobres. Donde el hombre y no el dinero era el fundamento del sistema. Donde una enfermedad larga o grave no equivalía a la bancarrota familiar. Donde un rostro valía más que una póliza.

Yo no vine pasar una zozobrante vejez a merced de la avaricia combinada de las compañías farmacéuticas que compran, venden y recompran a los funcionarios estatales y federales, de las corporaciones de seguros que se han convertido en auténticas maquinarias de estafa al ciudadano, de hospitales que se rigen por una mentalidad de contadores y de una creciente promoción de médicos con alma de corredores de bolsa que han echado a un lado su sagrado juramento de servir y curar. Yo no vine a tomarme la amarga medicina de Bush.

Yo vine a la tierra de la tolerancia donde nunca hubo guerras de religión ni filosofías. Donde los amigos debatían afablemente en la mesa sobre sus antagónicas preferencias políticas. Donde a nadie se acusaba de traición a la patria por hacerle una pregunta difícil al presidente. (Y donde el presidente elegido gobernaba de hecho y en espíritu.) La tierra donde The Washington Post le ganó la partida a Nixon. La tierra de la opinión abierta. Del respeto al criterio marginal y a la denuncia contra los poderosos.

Yo no vine a moderar mi voz en nombre de una seguridad nacional interpretada por esta pandilla de incapaces, arribistas y fanáticos que ya están causando una guerra civil en el mismo seno del Partido Republicano. Ni a dejarme medir por la vara moral de esos televangelistas que todas las noches te dicen que John Kerry es el diablo y que, de paso, les remitas veinte dólares. Ni me siento seguro cuando veo a mi enemigo cubierto con la capucha de los linchamientos, acorralado por perros de presa y con los genitales pateados. Yo no vine a ser el cómplice arrogante, avaro y feliz de la destrucción del sueño americano.

Yo vine a ser un hombre libre. Yo no vine a votar por Bush.

outubro 27, 2004

Pastoreo electoral


Eyota, Minnesota

¿Qué guerra?



por ALEJANDRO ARMENGOL

Una de las paradojas de la actual campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos surge de las ocasiones en las cuales el presidente George W. Bush ha conseguido aparentar una visión en política internacional superior en alcance a la su oponente, el senador demócrata John Kerry. Que el mandatario criticado desde antes de su llegada al poder por el corto alcance de sus objetivos políticos represente la única vía global, a la hora de enfrentar al terrorismo, que esta nación sea capaz de poner en práctica, sólo se explica por el cambio ocurrido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.



Para el elector norteamericano, lo que ha quedado demostrado tras los debates es la enorme disparidad en estilo de liderazgo entre ambos aspirantes. Sin embargo, incluso aquéllos que han seguido de cerca la campaña confrontan dificultades en las diferencias sustanciales en caso de existir entre Bush y Kerry, en lo que constituye una amplia estrategia tanto militar como política frente a la amenaza del terrorismo internacional. No se trata de las divergencias frente a las cuestiones inmediatas como la situación en Irak y la seguridad nacional interna las que para muchos aún no están claras. Se trata de la existencia de un plan orgánico que Kerry dice tener, pero el que aún no ha tenido la difusión necesaria que se distinga claramente del de su contrario e indique un rumbo distinto al emprendido por EEUU hasta el momento.

Pese a la polarización política extrema que caracteriza a la sociedad norteamericana en estos meses, no hay evidencias de que estén en juego dos filosofías opuestas frente a los acontecimientos internacionales. Las campañas destacan más aspectos personales que enfoques ideológicos. Los republicanos atacan a Kerry al presentarlo indeciso, inclinado a cambiar de opinión ante la menor contrariedad e incapaz de conducir a un país en guerra. Por su parte, los demócratas pintan a Bush como arrogante, testarudo e incapaz de reconocer sus errores, además de inepto para el cargo.

Kerry y sus estrategas de campaña son en parte responsables de este hecho. Tras el vertiginoso ascenso y la posterior caída del aspirante a la nominación demócrata Howard Dean, quedó demostrado que no bastaba con criticar despiadadamente al mandatario republicano y que las credenciales liberales no conducían a la Casa Blanca. De nuevo se puso en práctica la fórmula clintoniana de buscar un acercamiento al centro. Por otra parte, y hasta hace apenas unas semanas, Kerry tuvo que limitarse a mantenerse a la defensiva. Enfatizar su capacidad como posible Comandante en Jefe de las tropas norteamericanas y tratar de cambiar la imagen de político elitista y distante de la dura realidad de una nación en tiempo de guerra que la campaña de Bush trató de imponer con bastante éxito durante meses.
No fue hasta que Kerry logró atacar con fuerza el desempeño de Bush en la guerra de Irak, que comenzó a recuperarse en las encuestas. Luego vino su victoria rotunda en el primer debate y sus puntuaciones más altas en los dos restantes. La crisis reinante en el país árabe ha continuado ayudando en este sentido, pero aún deja abierta una interrogante. Hasta el momento, dos tácticas electorales se disputan la victoria en las elecciones. La de los republicanos es que el Presidente se empecine en no admitir haber cometido error alguno. La de los demócratas es enfatizar lo contrario. Una de ellas resultará vencedora, pero tras los resultados del 2 de noviembre saldrán a la luz una serie de opiniones diversas en ambos partidos, que de momento se mantienen eclipsadas por la contienda electoral.

La renuencia clásica en la política norteamericana de sacar a la luz los enfoques ideológicos en las discusiones y mantener el discurso limitado a los aspectos prácticos que se derivan de estos principios es un obstáculo permanente que enfrenta el planteamiento a la ciudadanía de las cuestiones básicas que gravitan tras cualquier toma de decisiones. Con un empate virtual en las encuestas hasta el momento, es poco probable que el aspirante demócrata se lance en un terreno especialmente vulnerable, mientras que a estas alturas al titular republicano no le queda otra alternativa que el aferrarse a la repetición. Al final, se llevara la victoria quien logre trasmitir mayor confianza a los electores: un terreno en el que Kerry ha ido ganando terreno a expensas de Bush. Como ha ocurrido en otras ocasiones en la sociedad norteamericana, la psicología se impone sobre la ideología. Pero esto no le resta importancia a una confrontación de ideas que comienza a dominar los comentarios de políticos y expertos.

Dentro de la ideología republicana está resurgiendo con fuerza el debate entre el pensamiento conservador tradicional y los principios propugnados por los neoconservadores. Durante su primera campaña por la presidencia y luego de su llegada al poder, Bush se presentó como el típico representante de una política aislacionista. De una forma sorpresiva, en el año 2000 el candidato Bush le ganó el segundo debate al vicepresidente Al Gore. Uno de los puntos que en aquel momento contribuyó a su triunfo fue el distanciarse no sólo de la visión del entonces presidente Bill Clinton y su política de intervencionismo por razones humanitarias en lugares como Bosnia y Kosovo sino también del sueño de su padre el ex presidente George Bush de un nuevo orden mundial.

En aquella ocasión, la principal diferencia entre ambos aspirantes a la Casa Blanca estuvo en la insistencia de Bush en que EEUU sólo debe enviar sus tropas al extranjero cuando están en juego sus intereses vitales , frente a la insistencia de Gore de hacerlo también en defensa de los valores democráticos de la sociedad norteamericana , como los derechos humanos y la libertad. Todo esto cambió tras los atentados terroristas del 9/11.

A partir de ese momento, la política de Bush se orientó de acuerdo a la ideología de los neoconservadores lo estaba desde antes, pero alcanzó un énfasis que las circunstancias anteriores no habían posibilitado y mantuvo el principio aislacionista en cuanto a la voluntad expresa de que la nación americana debía actuar sola sin contar e incluso oponiéndose a los criterios internacionales cuando veía amenazados sus intereses.

Esta justificación funcionó mientras se mantuvo la esperanza de encontrar armas de exterminio masivo en Irak. Sin embargo, tras el fracaso de esta búsqueda el último informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) elimina cualquier esperanza al respecto ha surgido la oposición a la guerra en el propio campo conservador. Al tiempo que Bush apela cada vez más a palabras como libertad y valores democráticos a la vez que destaca el hecho de que el mundo es un lugar más seguro sin Sadam Husein en el poder aumentan las críticas a la guerra de los ideólogos conservadores.
George Will, el columnista más brillante e influyente del pensamiento conservador, ha sido quien ha propinado el golpe más contundente en este sentido al gobierno republicano, al cuestionarse los errores cometidos durante la campaña iraquí, los fallos surgidos en el intento de llevar la democracia al Medio Oriente. Will no considera confiable a un gobierno que se lanza a una contienda bajo premisas que resultan al menos dudosas. Sus palabras no sólo son un eco tardío de las dudas expresadas por algunos miembros del gabinete de Bush padre antes del inicio de la guerra contra Irak. Su comentario es un ataque a fondo que refuerza la conclusión de que la actual administración actuó por motivos ideológicos y no fundamentada en la necesidad de defender a la nación frente a un peligro inminente.

Patrick J. Buchanan que desde los tiempos de Bush padre se opuso al derrocamiento de Sadam acaba de lanzar un libro donde explica lo que considera son los errores que han desviado a la derecha del rumbo correcto trazado por Ronald Reagan, y descarga todas las culpas en los neoliberales que han secuestrado la presidencia de Bush . Uno de los principales puntos de esta oposición conservadora es que contrario a los fundamentos del Partido Republicano de disminuir el papel del Estado el gobierno de Bush lo que ha hecho es incrementar la burocracia del gobierno y aumentar los gastos en la ayuda internacional. No hay que olvidar al respecto que la idea de una Dirección de Seguridad Nacional data de los tiempos de Clinton.

Para los conservadores al estilo de Buchanan, EEUU está gastando en el exterior recursos que deben emplearse con fines nacionales. El principio cardinal de América primero ha sido pisoteado por un presidente lanzado a la edificación de naciones y dispuesto a ejercer el papel de gendarme internacional.

Otro de los aspectos cuya discusión tendrá una gran importancia el próximo año con independencia de quien ocupe la Casa Blanca es si realmente este país está en guerra. Ante la crisis nacional causada por los ataques del 9/11, Bush recurrió al término para describir la lucha contra el terrorismo. Al hablar de guerra, el Presidente fijó los parámetros para definir su gestión. Definió un estado de excepción que le abría amplias prerrogativas de acción y limitaba las críticas a su mandato. Por otra parte, la magnitud del ataque posibilitaba que éste fuera considerado un acto de guerra.

No importa que Bush y todos sus funcionarios se apresuraran a decir que esta guerra no sería igual a las anteriores y que la naturaleza de los combates exigiría reglas nuevas. El concepto de guerra implica que se trata de una anomalía en el tiempo, un paréntesis que viola la paz que se supone es la condición normal de la existencia y que se desarrolla en uno o varios puntos geográficos. Ningún presidente norteamericano puede mantenerse por largo tiempo en el poder aferrado al concepto de una guerra permanente. Esta nación no es la Cuba bajo Fidel Castro y el gobierno de Bush no es una dictadura, circunstancia única que permitiría el mantenimiento de ese estado de excepción todo esto bajo la premisa de que no ocurra un ataque terrorista de gran envergadura antes de la votación del 2 de noviembre.

Al hablar de guerra, Bush fijó las condiciones bajo las cuales enfrentar el futuro: puso un principio y un fin a lo que se avecinaba. Ahora al final de su primer o único mandato el Presidente tiene que poco que ofrecer, en resultados positivos que afectan directamente al pueblo norteamericano. Las tropas de esta nación han derrocado a dos dictaduras. ¿Cuántas quedan en el planeta que pueden considerarse igualmente una amenaza para la civilización? Se ha eliminado a un número considerable de terroristas, pero no han disminuido los atentados en todo el mundo. No se ha producido un nuevo ataque en suelo norteamericano, pero la amenaza continúa latente y se conoce de la paciencia mortal de Al Qaida. Ni siquiera se ha logrado capturar a Osama bin Laden. En un memorando al Pentágono que se filtró a la prensa el pasado año el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, se pregunta si Al Qaida está reclutando a nuevos terroristas con una mayor rapidez que la que cuentan las fuerzas norteamericanas para capturarlos o exterminarlos.

La duda de Rumsfeld ejemplifica con una honestidad ausente de las declaraciones oficiales la realidad en que vivimos. En una rara muestra de sinceridad, en agosto el Presidente dijo al presentador Matt Lauder, en el programa Today de la televisión americana, que no creía que EEUU podría realmente triunfar en la guerra contra el terrorismo en un futuro cercano. No pienso que se pueda ganar [la guerra], dijo Bush. Luego, tanto el mandatario como sus asesores trataron de distanciarse de una afirmación tan contundente. Hablar desde el inicio de la lucha contra el terrorismo hubiera sido más sensato. También más desolador.

La palabra lucha no tiene principio ni final. Hablar de guerra sirvió de cierto consuelo al pueblo norteamericano, en los días que precedieron a la caída de las torres en Nueva York, porque existe la percepción generalizada de que esta nación no ha sido edificada para lanzarse a una guerra y perderla, a menos de que se carezca de la voluntad para llevarla a cabo. El mito repetido una y otra vez de que el conflicto en Vietnam se perdió en Washington y no en Asia. Si hay determinación y no existieron dudas en este país y el resto del mundo de que era necesaria una respuesta bélica ante los ataques terroristas , EEUU es invencible. Pero esta determinación fue descarriada por la administración, al desviar el objetivo de golpear a los terroristas en favor de una invasión a un país regido por un dictador sanguinario, pero sin vínculos con quienes atacaron el territorio norteamericano y sin el poderío necesario para causar una hecatombe nuclear.

Kerry tampoco es renuente a la hora de hablar de guerra contra el terrorismo. Establecer una distinción entre guerra y lucha ha sido aprovechado por su rival para presentarlo como un aspirante a la presidencia débil y poco confiable. A comienzos de la campaña, Bush realizó este tipo de ataque: Mi opositor ha indicado que no se siente cómodo al usar la palabra guerra para describir la lucha en que estamos enfrascados . En realidad Kerry había dicho que el concepto era debatible. Esta y otras declaraciones similares del presidente son simplemente retórica de campaña, pero resultaron efectivas por un tiempo.

En una entrevista aparecida en
The New York Times Magazine, el pasado 10 de octubre, el aspirante demócrata fue claro al indicar que más que ganar la guerra (es decir, exterminar por completo la amenaza terrorista), el objetivo debía ser reducirla a un nivel tan bajo que permitiera el desenvolvimiento normal de la vida. La declaración implica abandonar la cultura del miedo por una donde las fuerzas del orden puedan imponerse sobre el caos. Bush fue rápido en esgrimir las palabras de Kerry al día siguiente de publicado el artículo para apoyar la tesis de que su contrario carecía de una visión correcta a la hora de enfrentar el terrorismo. Volvió a la carga con igual objetivo al referirse a éstas durante el último debate televisado. Pero en ambos casos los resultados han sido menos efectivos que con anterioridad. El electorado ha comenzado a darse cuenta que tras una actitud aparentemente firme puede esconderse un enfoque erróneo. No basta con decir que se va a exterminar a los terroristas: hay que ofrecer pruebas de que se está avanzando en este sentido.

El cambio de enfoque de Kerry, autor en 1997 de un libro titulado
La Nueva Guerra, dedicado fundamentalmente a la lucha contra el narcotráfico, contrasta con la política de Bush y sus asesores. herederos o participantes en la guerra fría. Lo que podría llamarse la doctrina Bush se fundamenta en la idea de que existen estados hostiles , que albergan grupos terroristas y son responsables de sus acciones. Este concepto funcionó a la perfección antes de la desaparición de la Unión Soviética. En otra época, países dictatoriales como Cuba dieron albergue y entrenaron a guerrilleros que luego se infiltraban en otras naciones. Pero el concepto no es aplicable, por ejemplo, a la lucha contra la producción y el consumo de drogas. El narcotráfico colombiano ha producido veinte veces más muertes en EEUU que los atentados del 9/11, pero a nadie en Washington se le ocurre bombardear a las ciudades de Colombia. Se puede argumentar que el gobierno colombiano no apoya a las bandas de narcotraficantes. Hace todo lo contrario, al dedicar recursos y hombres a combatirlo. Pero este razonamiento deja fuera el aspecto de la efectividad de esa lucha.

En última instancia, una aplicación consecuente de la doctrina Bush no implicaría tener sólo en la mirilla a Irak, Corea del Norte e Irán los tres países que originalmente formaron el llamado eje del mal , sino a naciones como Arabia Saudita y Pakistán, aliados actuales de EEUU, pero que no por ello han dejado de albergar a terroristas, con la participación en este encubrimiento de figuras con vínculos o pertenecientes a estos gobiernos que no son menos dictatoriales que el implantado por Sadam en Irak durante largos años. En última instancia, lo que Washington considera como guerra contra el terrorismo no es más que una lucha ideológica y política a veces bajo la forma directa de la agresión militar, otras combinando amenazas y premios ,que repite los viejos conceptos de la guerra fría: las alianzas de hoy desaparecen mañana y el aliado circunstancial se torna enemigo, como ocurrió hace años con Sadam. George W. Bush no es el único responsable de esta estrategia sólo quien la ha llevado a sus máximas consecuencias y tampoco es nueva. Por otra parte, el situar al mal fuera de casa siempre ha sido típico de la política norteamericana. Lo sabe Colombia en el caso del narcotráfico: atacar a los productores extranjeros mientras se hace poco por reducir las causas del consumo en las ciudades norteamericanas. También todas las naciones latinoamericanas, que por años ha sufrido el humillante proceso de certificación de EEUU.

De ser electo presidente, Kerry enfrentaría el problema del terrorismo de una forma más policial y menos bélica . No son buenas noticias para la industria armamentista. Tampoco el candidato demócrata se atreve a destacarlo de una forma abierta en sus discursos de campaña. Sabe que la patriotería y el recurrir al nacionalismo aún resultan efectivos: siempre han sido los argumentos preferidos por demagogos y pícaros. Pero esta alternativa con un apoyo internacional adecuado puede rendir mejores resultados que el empecinamiento en una estrategia de ataques injustificados, que hasta el momento sólo ha tenido como resultado el caos, el incremento del precio del petróleo y el aumento de la tensión en la que es hoy una de las zonas más peligrosas del planeta.

(C) AA 2004

vea tambien, La guerra de los cristeros, del mismo autor. Aqui.

Morrin

Las mujeres, los homosexuales, ¿y qué más?



Por Antonio Tabucchi

Hoy en día, bajo el paraguas de lo "personal" parece posible decir todo lo que a uno se le antoje. Valga un ejemplo estrictamente "personal". Hace tiempo, en un trayecto ferroviario Florencia-Milán, un elegante señor con quien mantenía una trivial conversación de viaje, de ésas que tienen como tema el cambio del clima, la carne poco hecha o en su punto y las bondades del arroz con marisco, en determinado momento, acaso en un arrebato de confianza (la conversación versaba sobre el cuscús), me dijo educadamente: "Porque verá, yo, personalmente, me considero racista". Y añadió, tal vez en busca de comprensión por mi parte: "No sé lo que opinará usted". Probablemente esperaba que le contestase que se trataba de una opinión personal, y como tal, sacrosanta, y que daría mi vida para que nadie pudiera impedirle expresar su opinión, según afirma ese devastador adagio falsamente atribuido a Voltaire que en Italia ha servido de patente de corso a las más nefandas declaraciones. Sin embargo, dado que, al contrario del falso adagio ilustrado, yo no daría mi vida para que nadie pudiera impedir que se expresaran opiniones semejantes, le contesté que hago votos para que no se dedique a la política. Por la sencilla razón de que hace unos sesenta años, poco más o menos, gracias a unos tipejos que llegaron hasta cargos de poder con una ideílla "personal" parecida a la suya, más de seis millones de personas se dejaron la piel.

El diputado europeo Buttiglione es un filósofo de una cierta simplicidad, pero como político resulta sorprendentemente complicado. Cuando el Parlamento Europeo le pidió explicaciones acerca de sus declaraciones sobre el papel en la sociedad de la mujer (considerada por él fundamentalmente en su condición de ama de casa), sobre las madres sin pareja (consideradas por él negativamente) y sobre los homosexuales (considerados por él pecadores), contestó que se trataba de convicciones exclusivamente personales, y que nada tenían que ver con la tarea política de la que supuestamente debía encargarse. Tarea que consiste, según las directrices del Parlamento Europeo, en favorecer una mayor integración social de las personas antes citadas y en la consecución de mayores derechos civiles para las mismas. Analizada su sutil respuesta, no he podido dejar de preguntarme en qué consistirá la política para este diputado filósofo. ¿Qué es la política?, ¿una mera actividad burocrática, o más bien la traducción en términos sociales y operativos de una visión del mundo y de los seres humanos, es decir, de una convicción moral?

Y, además, ¿será posible que un hombre dotado de sólidos principios como los del diputado Buttiglione afirme estar dispuesto a sacrificarlos, a renegar de ellos diría yo, promoviendo la integración social y los derechos civiles de categorías o de personas de quienes tiene una opinión tan negativa? ¿Será posible, me pregunto, que un hombre de ideas esté dispuesto a renunciar a los ideales sobre los que se basan su filosofía y su moral por un empleo como comisario europeo? Sin embargo, si así es, resultaría útil conocer más a fondo su pensamiento "personal". Por ejemplo, según la doctrina más tradicionalista de la Iglesia católica, los judíos son un pueblo "deicida". Y los gitanos, como es sabido, no aman la patria (al no tenerla) ni los uniformes militares; no son, en consecuencia, buenos soldados. Sobre las mujeres y sobre los homosexuales Buttiglione ha sido clarísimo. Sin embargo, la cartera de la que debería encargarse no atañe sólo a las mujeres y a los homosexuales, sobre quienes el eurodiputado italiano se ha expresado con una inquietante forma de pensar. Atañe también a otras personas y otras instancias sociales. En cuanto ciudadano europeo que vive en una comunidad administrada también por la Comisión Europea de la que Buttiglione debería entrar a formar parte, su pensamiento me interesa en todos sus detalles. No creo que se trate de curiosidad ociosa.

Digamos...

Réquiem para El Barbario



Por Bernardo Marqués Ravelo

—¿ Tú eres David Buzzi?

Conocí al personaje, una tarde de agosto. Estaba en una mesa, con Peyi —Pedro Luis Rodríguez, diseñador de El Caimán Barbudo—, y salí del bar, en el Habana Riviera para alcanzar el baño cercano. Y, de pasada, lo vi. Conocidos cercanos ya me lo habían enseñado, pero nunca había conversado con él.

Al regresar, se me ocurrió hacerle un chiste y no demoré en ponerlo en práctica. Le dije, a boca de jarro:

—¿ Tú eres David Buzzi?

Se me quedó mirando un momento, recorriéndome con la vista. Era un hombre delgado y alto, de prominente calvicie, bigotes poblados y ojillos azules, transparentes. Y traviesos.

—Sí, barbario— me dijo, con cierta frialdad, muy serio.

—¿ Chico: y es verdad que tu andas armado con una tijera para meterle miedo a la gente?

Me midió, de nuevo. Guardó silencio casi un minuto. Se lo pregunté cuando ya éramos amigos: David, le dije: “¿Qué pensaste en aquel momento?”

—Que tú eras un provocador, barbario. Y que me había buscado un San Juan alumbrado, una jodienda con un tipo que no conocía, y sin siquiera comerla ni beberla.

“Barbario” era una palabreja que se había inventado, y que le asignaba a conocidos y desconocidos por igual. Con su permanente e inmune irresponsabilidad con el lenguaje. Y su proverbial sentido del humor.

—Sí, barbario— me dijo.

Le sonreí y le dije: “Bueno, entonces te invito a un trago para que me cuentes, de primera mano, todas esos cuentos que me han hecho...”. Y así comenzó nuestra amistad. Que sólo interrumpió su muerte, acaecida el pasado 4 de mayo de 2004, aquí, en la ciudad de Miami donde padecía exiliado. Su segundo exilio.

Pedro David Buzzi Gallegos era del signo escorpión, como yo. Había nacido el 14 de noviembre de 1931, casi dos años antes de que los cubanos depusieran a Gerardo Machado —el 12 de agosto de 1933—, un personaje que se había convertido en dictador, para decirlo en unas pocas líneas.

Según me contaba, nació en Libertad 75, en la barriada de La Víbora, y a una edad temprana se matriculó en la facultad de derecho, que tuvo que abandonar por las oleadas revolucionarias de la época de su juventud. Entonces se unió a las huestes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio —que así se llamaba la organización—, en La Habana, para empezar a conspirar contra Fulgencio Batista.

Cayó preso y como consecuencia de ello, tuvo que refugiarse en Paraguay desde mediados de 1958 hasta el triunfo de Fidel Castro, en 1959. Llegó a La Habana en el mismo mes de enero, acompañado de su paraguaya — Elba Domínguez, Yeya—, su segunda esposa, madre de sus dos hijos: David y Carlos.

Poco después comenzó a tener problemas con los guerrilleros, que no daban tregua. Eran ellos los que mandaban, de modo que las voces de la oposición no se hicieron esperar. La Habana, la isla toda, vivía en aquellos años la efervescencia de la revolución. Todas las semanas se escuchaban explosiones de petardos, y los periódicos de ese tiempo daban cuenta de arrestos y más arrestos, de fusilamientos y de grupos armados que se alzaban en la cordillera del Escambray, al sur de la provincia de Las Villas.

Afortunadamente nuestro personaje no se atrevió a enfrentar, de lleno, a las fuerzas revolucionarias. Pero tuvo unas palabras ásperas con un comandante que, en ese tiempo, era el segundo protagonista, en funciones, de la Revolución: Martínez Sánchez, creo que se llama todavía. Y fue a parar a una granja —entiéndase presidio— donde un “camarada” comenzó a sonsacarlo para que trabajara para las filas de la Seguridad del Estado.

Le ofrecieron villas y castillos. Y, sobre todo: lo amenazaron con la Yeya, su esposa, que sería deportada a su país natal, Paraguay. Y Buzzi cedió, a pesar de su rebeldía. Era joven y tenía el mundo por delante. Qué carajo, se dijo: “La historia no vale la pena...” Y así lo hicieron agente secreto, con el grado de teniente del Ministerio del Interior.

Vivió los mejores años de su vida. En el proceso de apresarlo, le ocuparon una novela manuscrita, tildada por los policías de la secreta de "contrarrevolucionaria". No era tal. Los agentes de la seguridad del estado aprovecharon las circunstancias para que se pusiera de rodillas, al menos, psicológicamente.

De modo que cuando llegó a la UNEAC —Unión de Escritores y Artistas de Cuba—, ya le habían fabricado “una fachada” y venía precedido por la fama de un verdadero desafecto al proceso. Pero Buzzi era un todo personaje.

Poco después de comenzar a pasearse por los salones de la Unión, entre algazaras e incontables enredos amorosos, se hizo amigo de Nicolás Guillén, que comenzó a protegerlo. Y poco después, arrasó en el concurso de novela con su obra La religión de los elefantes, que le abrió las puertas editoriales de la isla. Y lo dejó instalado en el mínimo Olimpo de la notoriedad, como unos de los jóvenes prometedores de esa generación.

Viajó por los países socialistas, a causa del premio literario —la entonces URSS. Alemania, Checoslovaquia y Bulgaria—, y regresó con la oscura inquietud y el pálpito de que el comunismo era “tremenda mierda”, para decirlo con sus palabras. No tenía solución. Pero no entró a jugar las cartas de la oposición, por el momento.

Años después, amargado y deprimido por las horrendas peripecias de la que había sido actor y parte, se decidió a conspirar de nuevo. Yo entonces estaba muy cercano a él. Y leí su texto de ruptura con el gobierno. Recuerdo una de sus frases: El ministerio del miedo —parafraseando la conocida novela de Graham Green—. Un pliego que puntualizaba todas las infamias y sordideces, actuales, y pasadas.

E intenté ponerlo en contacto con la prensa extranjera pero el único que se portó a las alturas de un profesional fue Rui Ferreira quien, por cierto, no se llevaba bien con David, y todavía no era el periodista de raza en que se convertiría después.

Salió de Cuba en el año 1996, poco antes del conocido Maleconazo. Se tiró al mar en una improvisada balsa, con vituallas para varios días. Y fue a parar a un campamento, en la zona de Guantánamo, como consecuencia de las conversaciones entre los representantes de Clinton y Castro.

Yo me enteré de sus andanzas en la base naval de Estados Unidos, y no le perdí pie ni pisada. Un buen día, cuando trabajaba de redactor en una revista de turismo —recién llegado a Miami—, me enteré que David Buzzi estaba en esta ciudad, después de una larga convalecencia en un hospital militar de las Fuerzas Armadas de USA. Así no re-encontramos.

Una noche de mediados de 1997, se me apareció en el apartamento que había estrenado meses atrás, después de divorciarme. Y me espetó, como si manejara una Mágnum: “Barbario, estoy tocado... Me dijo el médico que lo que me queda son dos o tres afeitadas...Tengo cáncer... ”

Lo dijo sin emoción, ecuánime, como si hablara de un desconocido, y desde luego que de primer momento no le hice caso. Pero he aquí que un domingo, en casa de unos amigos, en el south west de la urbe, le dio un desmayo. Entonces ya no tuve dudas: David, el gran personaje de miles y miles de anécdotas, estaba herido de muerte.

Nos seguimos viendo. Seguía paladeando los alcoholes como siempre lo había hecho. Y ahora con fruición y un poco de cautela. Pero ya no era el mismo. Por cierto: nunca lo vi ebrio, y me consta que bebía como un cosaco.

No quiero alargar este texto. Un mal día mi hijo me llamó por teléfono para darme la noticia: David Buzzi había muerto, allí, en su apartamentito de Hialeah. Murió como un hombre, casi sin quejarse. Y eso que el cáncer lo tenía minado. Fui a la funeraria para despedirme de sus restos. Sé, con Hemingway, que a los amigos no se les pueden convertir en elegías. De modo que guardo silencio por pudor, y para no repetir lugares comunes.

Creo que sufrió más de la cuenta. Sé también que tuvo enemigos a montones, y decenas de errores, y esos accidentes fueron motivo de berrinches y discusiones mutuas. Y de conatos y peleas. Pero siempre nos arreglábamos. Yo, en realidad, desde estas líneas hago votos porque el Sumo Hacedor perdone sus pecados. Amén.
En Miami, octubre 21 de 2004

outubro 23, 2004

¡Que pare la demagogia!



El último anuncio del National Democrat Network
¡aquí!



Os tomates explosivos


Cortesia do Afixe

A Estratégia da Aranha



Por Miguel Sousa Tavares

O episódio da sesta do primeiro-ministro não é um "fait-divers" ridículo, mas sim um revelador eloquente do estilo de fazer política de Santana Lopes, onde a aparência é tudo e a essência dispensável. Foi assim que ele governou Lisboa, é assim que ele se propõe governar o país. Aparentemente, é apenas ridículo que o gabinete do primeiro-ministro divulgue uma nota oficiosa para desmentir que ele, ao contrário do que noticiou o "Expresso", não fez uma sesta em S. Bento entre o debate parlamentar de quinta-feira passada e a sua presença na Moda Lisboa. Ridículo, porque ninguém, cá fora, pode evidentemente saber se o primeiro-ministro dormiu ou não dormiu uma sesta - o que torna o desmentido totalmente inóquo; ridículo, sobretudo, porque ninguém se interessa com o assunto ou lhe dá o significado e a importância política que o próprio Santana Lopes lhe deu.

E se Santana Lopes deu tanta importância a que o país ficasse a saber que ele não tinha dormido uma sesta é apenas porque não ignora que o país que lê o "Expresso" conhece de há muito a sua fama de trabalhar pouco e preparar mal os assuntos. Sá Carneiro, o primeiro-ministro cuja figura Santana Lopes gosta de invocar a propósito e a despropósito, teve sempre o grande mérito de não ligar à imagem que as pessoas faziam dele, mas sim à avaliação que faziam do seu trabalho: de todos os primeiros-ministros que acompanhei, enquanto jornalista, foi de longe aquele que menos se preocupou em governar com e para os "media" ou para a construção de uma imagem pessoal. O seu autodesignado discípulo é o oposto: a sua obsessão com a imagem e a propaganda está na razão inversa da sua preocupação e da sua competência com a governação. Em Lisboa, deixou a câmara arruinada, sem ter uma única obra que possa dizer sua, mas, em contrapartida, multiplicou por cinco as verbas reservadas a publicidade, gastas em coisas ridículas como aqueles célebres cartazes da série "Já reparou que...?" No Governo do país, prepara-se para avançar com a tal Central de Propaganda, confiada a Morais Sarmento, e cujo custo anunciado é de dois milhões de euros. Entre os assessores de imprensa e de imagem ao serviço da tal central, ao serviço do primeiro-ministro e ao serviço dos vários ministros, é provável que se chegue à centena de pessoas contratadas unicamente para propagandear a acção do Governo - ou seja, para desinformar os cidadãos.

Esta fixação na importância da propaganda e no tratamento da própria imagem - que caracteriza todo o percurso político de Santana Lopes - não implica, necessariamente, que ele seja por igual um inimigo da liberdade de imprensa. Honestamente, não creio que Santana Lopes gostasse de viver num regime como o do seu amigo Jardim, na Madeira, onde as condições de igualdade do debate político e de isenção da imprensa são objectivamente impossíveis. Santana Lopes é, por essência, um orador e um debatente, a quem a ausência de adversário conduz fatalmente à ausência de brilho, por falta de ideias próprias - como bem se viu nos tempos, ainda recentes, em que ele era um comentador solitário da SIC, se sem o tal "contraditório", que agora reclama e que então se esqueceu de reclamar.

Só que uma coisa é estar na oposição, ou mais ou menos na oposição, e outra é estar no poder. E se o poder é perigoso e cega a todos, é especialmente perigoso para pessoas como Santana Lopes, que vivem da construção de uma imagem e de uma ficção. No poder, a sua fatal tendência é deixar de ver a imprensa - que sempre lhe deu asas para voar e para a construção do mito - como o adversário em relação ao qual ele sente a necessidade de ser oposição. Cá fora, a liberdade de imprensa foi-lhe sempre essencial; lá dentro, sente-a como uma ameaça, um adversário a combater. Por necessidade e por vaidade.

Daí até à tentação de acrescentar à propaganda própria o silenciamento das vozes incómodas vai um passo, não tão pequeno quanto ele próprio se dará conta. E vários pequenos passos na direcção do grande passo têm vindo a ser dados por este Governo. São os discursos coincidentes contra os não-alinhados do PSD-Porto, do dr. Jardim e do infeliz e desnudado ministro Rui Gomes da Silva, verdadeira "voz do dono" de todos os tempos e situações; foi o "take-over" sobre a Lusomundo, implicando, de um só golpe, o controlo editorial do "Diário de Notícias", "Jornal de Notícias", "24 Horas", TSF e "Grande Reportagem", entre outros; foi o controlo da Lusa, a única agência de notícias nacional; foi o episódio do afastamento de Marcelo da TVI ("saída", corrigiu a Lusa...); foram as manobras ensaiadas para diversas decapitações de chefias na imprensa, travadas momentaneamente pelo escândalo do caso Marcelo; foram as reveladoras declarações do ministro Morais Sarmento, reclamando o controlo da RTP em nome do "poder que vai a votos".

Tudo coincide e não há que ter ilusões. O processo está em curso, a intimidação e o medo estão instalados e o objectivo claro é garantir a reeleição deste Governo, não pelos seus méritos, mas pela propaganda maciça, e com menos "contraditório" quanto possível dos seus supostos ou reais méritos. É a "italianização" da vida política portuguesa, umas vezes feita subtilmente, outras vezes com a falta de jeito que caracteriza os ministros Gomes da Silva ou Morais Sarmento. A teia vai-se tecendo e não dispensa coisas tão rasteiras como o suborno de jornalistas e de chefias, os "avisos de amigos" ou as soluções finais de silenciamento e afastamento, quando nada mais resulta. Acreditem: sei do que falo, conheço esta gente e os seus métodos, sei o que os move e aquilo de que são capazes.

P.S. - Uma das coisas que caracterizam as pessoas sem coragem é estarem sempre prontas para exigir aos outros o triplo da coragem de que eles não dão mostras. É o caso do lastimável jornalista António Ribeiro Ferreira, do "Diário de Notícias". A propósito da minha situação na TVI (que só a mim me diz respeito), escreveu ele isto: "Miguel Sousa Tavares tem a certeza de que Marcelo Rebelo de Sousa saiu da TVI por pressão do Governo. Mesmo assim continua comentador. Que saudades de Francisco Sousa Tavares."

Passo por cima da clássica tentativa de ofensa familiar, bem característica, por exemplo, dos antigos métodos da Pide, apenas dizendo, sobre isso, que conheci bem o meu pai e sei que, perante as pressões políticas, a sua atitude foi sempre, e seria agora, a de resistir e não a de desistir, baixando os braços e entregando a cena aos Ribeiros Ferreira, sempre prontos a servir. Tal como disse na TVI, não tenho dúvidas - e essa foi uma das razões para continuar - de que muitos como ele, e o próprio Governo, adorariam que também eu me calasse. Mas - coisa que não é muito comum nos tempos que correm - toda a redacção da TVI, o seu director-geral e eu próprio denunciámos no ecrã da própria estação o acto objectivo de saneamento político de Marcelo Rebelo de Sousa e a vontade de resistir e de não entregar de mão beijada ao Governo os célebres "conteúdos", que somos nós próprios. Entendi que a minha obrigação era ser solidário com os que fazem a TVI e não a de fazer a vontade aos que a querem controlar de fora. Infelizmente, não vi nenhum jornalista do "Diário de Notícias", e designadamente António Ribeiro Ferreira, ousar sequer um suspiro público de protesto quando o administrador da empresa proprietária do jornal, Henrique Granadeiro, foi convenientemente substituído pelo mais adequado Luís Delgado. É próprio dos que calam e consentem exigir aos outros tudo aquilo de que não são capazes e nunca ficarem satisfeitos. Como se assim pudessem ser desculpados.

outubro 22, 2004

Deus salve a América?

Q&A Caetano Veloso/músico



João Miguel Tavares / Diario de Noticias

Nunca deve ter havido um tempo em que tantos criticam com tanta veemência os Estados Unidos, e foi nesta época que o Caetano lançou um disco que, para todos os efeitos, é uma homenagem à cultura americana. A Foreign Sound pode ser entendido também como um gesto político?

Nunca pensei nesses termos. A Foreign Sound é um projecto antigo, que foi sendo sucessivamente adiado e que eu fiz com bastante atraso na minha vida. O seu lançamento coincidiu com esta configuração política mundial, com todos esses ânimos anti-americanos, e naturalmente eu pensei nesse assunto. E ao invés de me desinteressar, isso aumentou a minha animação, porque aos meus olhos dava uma cara mais complexa ao trabalho.

Quando fala de «complexidade» isso significa que não se identifica com a onda anti-americana que varre o mundo?

Naturalmente que não. É muito difícil identificar-me com ondas assim, gerais. Acho um pouco simplista esse anti-americanismo, mesmo que entenda - e em muitos aspectos participe - da reacção contra a orientação política que os Estados Unidos têm seguido. O grupo que subiu ao poder nas últimas eleições é um grupo com o qual me sinto muito desidentificado, assim como muitos americanos, e a maioria dos não- -americanos. Agora, eu não faço disso uma generalização de atitude contra os Estados Unidos. E, de todo o modo, esse problema de poder político e internacional, com determinados povos a imporem o seu poder sobre outros, é um problema humano desde sempre.

Não lhe parece, então, que estejamos a viver uma época especialmente gravosa? Recordo-lhe que ainda recentemente escritores como Isabel Allende e Carlos Fuentes, ou actores como Gael García Bernal, tomaram posições muito críticas contra a possível reeleição de Bush, considerando-a «um perigo para a humanidade».

Eu acho que as pessoas não se devem furtar de tomar atitudes e de lutar por causas que consideram justas somente porque reconhecem que a história humana sempre teve de conviver com essas questões. As atitudes de luta são necessárias e louváveis. Não sei se assinaria um documento nesses termos, mas estou absolutamente seguro de que a presidência dos Estados Unidos diz respeito aos cidadãos do mundo todo, e se houvesse uma votação mundial, Bush seria derrotado fragorosamente. Ele talvez ganhe, mas somente por causa dos americanos (risos).

Não tem dúvidas disso...

Não tenho a menor dúvida disso. Por outro lado, eu lembro-me de um episódio que vivi com Gael García Bernal no ano passado, quando cantei na cerimónia dos Óscares. Nessa noite conversei muito com Gael, ficámos amigos, e depois da cerimónia fomos para uma festa da Miramax, onde estava um cantor a interpretar standards. No final, ele levantou-se, tocou piano de pé e cantou God Bless America. O Gael retirou-se imediatamente da sala. Eu fiquei até ao fim, e como todos ficaram de pé, eu também fiquei de pé. Porque eu adoro essa música, conheço-a desde pequeno. No Brasil havia uma versão em português, Deus Salve a América, que o meu pai me ensinou, porque era uma canção que tinha a ver com a guerra, com a democracia e os aliados. Quando cresci, fiquei a saber que essa música tinha sido composta por Irving Berlin, que é um santo, um compositor deslumbrante. Na hora do God Bless America eu pensava em tudo isso: «Não me vou levantar e virar as costas a uma música que me foi ensinada pelo meu pai e feita pelo Irving Berlin» (risos). Então, o Gael saiu mas eu fiquei.

A ideia de gravar temas anglo-saxónicos nasceu ainda o Caetano estava em Londres, no início dos anos 70.

Sim, nessa altura já falava em gravar os standards que cantava em casa: Cole Porter, George Gershwin. Eu sou esperto, não é? Eu fiz este disco sabendo que ele não iria ter essa força de actualidade, porque está ligado a um negócio antigo, a lembranças minhas. Podia ter escolhido um reportório que fizesse dele uma coisa mais pertinente, e que teria uma repercussão mais simpática no mundo americano. Não que A Foreign Sound tenha despertado antipatias. Simplesmente, ele não teve um caminho de sucesso. Eu podia ter surpreendido e me desvinculado desse tom que parece nostálgico, apesar de ter Nirvana, Stevie Wonder ou DNA, e de ter tantos comentários paralelos, tanta ironia, pelo facto de o Feelings ser uma música brasileira ou o Carioca ser uma música bem falsa sobre o Brasil. Com um tom mais brasileiro-experimental teria tido bastante mais êxito.

O que é que os americanos lhe disseram do A Foreign Sound?

O disco foi recebido com respeito, com carinho e sem muito entusiasmo. Por causa de tudo o que já referi. Eles reconheceram a ironia e a liberdade de pôr lado a lado Gershwin e Kurt Cobain, de misturar Diana, de Paul Anka, com So In Love, de Cole Porter, mas, ao mesmo tempo, essa liberdade desnorteia-os, é um pouco difícil ser compreendida por eles, porque não encontram qualquer nicho comercial onde colocar o disco.

Estou a achá-lo muito compreensivo. O Caetano costuma ficar bastante mais irritado quando os seus trabalhos são menos bem acolhidos do que espera.

Aquilo que estou a descrever aqui são coisas que entendo e que já esperava. Eu sou um sujeito super-razoável e sabia o que estava a fazer. Trabalho há quase 40 anos em música popular e já engoli milhões de sapos de todo o tamanho. Fico na minha, tranquilo, aguento muito. Só que há coisas que parece que atingem algum lugar que me é essencial e que eu não posso deixar passar. Aí respondo com veemência. Depende muito. Por exemplo, você está a entrevistar-me e mostrou-se muito receptivo em relação à minha complexidade na visão do papel dos Estados Unidos no mundo de hoje. Mas já houve alguns outros jornalistas que parecem querer pressionar-me para que tome uma atitude óbvia e anti-americana - e aí eu fico danado. Não sou obrigado a tomar atitudes! No outro dia disse para um deles: «Sabe o que é que eu acho? Acho que os americanos são os benfeitores da humanidade.»

Apenas como provocação ou sente que há uma verdade nisso?

Claro que há uma verdade nisso. Se não, não diria. Esse é um dos aspectos de toda essa história que ninguém quer engolir. Mas que é verdade. Não é culpa dos Estados Unidos que eles se tenham tornado, com o jeito que tiveram de organizar a sua sociedade e a sua história, naquilo que são, e que o Peru, o México ou o Brasil não tenham. E acho horrível que algum argentino ou chileno diga que a culpa das suas limitações actuais é americana.

Está a dizer que os Estados Unidos, de alguma forma, também se transformaram no bode expiatório da humanidade.

É. Tanto mais que os Estados Unidos não são uma identidade: são uma porção de coisas. É a língua inglesa, é a originalidade da sua colonização, é a revolução. A revolução americana foi maravilhosa, talvez a mais bela revolução de que tivemos notícias, porque não houve terror depois, não foi como a revolução francesa, embora tivesse identificações muito grandes. E foram os americanos que formularam aquele princípio, que é uma beleza, de que todo o homem tem direito a buscar a sua felicidade. Uma revolução que começa assim, um país que se põe nesses termos, merece atenção, respeito e paciência.

E a música americana? É a melhor do mundo?

Quantitativamente, os americanos construíram o mais rico acervo de canções e estilos, cantores e instrumentistas, do jazz às canções da Broadway, dos blues à folk, da country ao rock’n’roll. É muita coisa e muita gente muito boa. Aquelas igrejas onde as pessoas cantam criou um hábito de afinação. É uma música muito desenvolvida, tanto mais que a chamada música popular tem tudo a ver com o estilo da sociedade americana.

Estava à espera que me dissesse que a melhor música do mundo é a brasileira.

Eu estou a falar em termos quantitativos, que você pode medir. Mas a música é um negócio misterioso: a riqueza não determina tudo. Às vezes um país é rico mas não é criativo. Por exemplo, a comida dos Estados Unidos não é boa. A música tem outros valores espirituais, e às vezes um acervo menor, mas interessante, pode chegar a elevações espirituais maiores. E a música brasileira é divina. Uma das mais belas da música popular do século XX. No hemisfério americano só pode ser comparada à dos Estados Unidos e à de Cuba.

Quando é que podemos esperar por um próximo disco de inéditos seu?

Para o ano que vem. Estou com várias ideias, vamos ver o que dá.

Ces faux maoïstes néerlandais qui ont mystifié Pékin



Bruxelles - Créé dans les années 1970, le Parti communiste marxiste-léniniste néerlandais (MLPN) a, durant dix ans, suivi la "juste ligne", publié un journal (De Kommunist) et distribué à la sortie des usines des tracts appelant à la révolution prolétarienne. Il a, pour soutenir son activité, reçu de l'argent, souvent des dollars venus d'Albanie. Problème : le MLPN, même s'il a compté des membres qui se réunissaient par cellules de quatre, n'a jamais existé. Il était une création des services de la sûreté intérieure néerlandaise (BVD), travaillant en étroite collaboration avec l'antenne de la CIA à La Haye.

C'est Frits Hoekstra, un ancien cadre du BVD, responsable autrefois de la section "communisme", qui a révélé l'affaire dans un livre qui fait sensation. Il n'a pas reçu d'autorisation officielle pour publier ses Mémoires, mais il pense que ces derniers contribueront à améliorer l'image d'une institution qui fut, selon lui, trop souvent dénigrée.

Frits Hoekstra raconte comment Peter Boevé, alias Chris Petersen, secrétaire général du MLPN, a trompé jusqu'aux plus hauts dirigeants chinois. Considéré comme un révolutionnaire irréprochable, seul interlocuteur maoïste néerlandais reconnu, cet ancien enseignant à la barbe noire a été photographié avec tous les responsables qui comptaient à Pékin. Il rentrait généralement par Copenghague, sans que l'on sache si c'était pour y prendre du bon temps ou pour y rencontrer... un agent russe

Trois autres membres des services de Sa Majesté néerlandaise ont été mobilisés pendant dix ans, à plein temps, pour faire vivre le parti dans le cadre du projet baptisé "Mongol ". Ils avaient pour mission, non seulement d'infiltrer les courants d'extrême gauche, mais aussi de déstabiliser le Parti communiste néerlandais "officiel", une formation relativement puissante qui avait choisi la voie politique parlementaire et refusait de trancher entre Moscou et Pékin. Un officier de la CIA avait été spécialement délégué à La Haye pour superviser l'opération.

Combien les "faux maos" ont-ils reçu d'argent ? Hoekstra refuse de le dire précisément, mais ne nie pas que le BVD en a récupéré une bonne partie. On ignore aussi si La Haye a, depuis la sortie du livre, présenté de discrètes excuses à la Chine...

Jean-Pierre Stroobants/LE MONDE

Os Compadres

Things you have to believe to be a Republican today

- Jesus loves you, and shares your hatred of homosexuals and Hillary Clinton.

- Saddam was a good guy when Reagan armed him. A bad guy when Bush's daddy made war on him, A good guy when Cheney did business with him. A bad guy when Bush needed a "we can't find Bin Laden" diversion.

- Trade with Cuba is wrong because the country is Communist. But trade with China and Vietnam is vital to the spirit of international harmony.

- The United States should get out of the United Nations. But our highest national priority is enforcing the United Nations resolutions against Iraq.

- A woman can't be trusted with decisions about her own body. But multinational corporations can make decisions affecting all mankind without regulation.
- The best way to improve military morale is to praise the troops in speeches, while slashing veterans' benefits and combat pay.
- If condoms are kept out of Schools, adolescents won't have sex.

- A good way to fight terrorism is to belittle our longtime allies, then demand their cooperation and money.

- Providing health care to all Iraqis is sound policy. But, providing health care to all Americans is socialism.

- HMOs and insurance companies have the best interests of the public at heart.

- Global warming and tobacco's link to cancer are junk science. But creationism should be taught in schools.

- A president lying about an extramarital affair is an impeachable offense. But, a president lying to enlist support for a war in which thousands die is "Solid defense policy."

- Government should limit itself to the powers named in the Constitution. Which include banning gay marriages and censoring the Internet???

- Being a drug addict is a moral failing and a crime, unless you're a conservative radio host. Then it's an illness and you need our prayers for your recovery.

- You support states rights, but Attorney General John Ashcroft can tell states what local voter initiatives they have the right to adopt.

- What Bill Clinton did in the 1960s is of vital national interest, but what Bush did in the 70 & 80s is irrelevant.


in The Bliss Report

outubro 21, 2004

La fragilidad de Castro



por Alejandro Armengol

Entre las especulaciones que sobre la salud de Fidel Castro ya deben estar corriendo por las calles de Miami y la realidad del hecho -una simple caída- no hay que buscar la signficación de lo ocurrido en la Plaza del Mausoleo al Ché, en Santa Clara, la noche del miércoles 20 de octubre. Es en otro terreno, el de la imagen, donde se sitúa la importancia del hecho.

Hay que ser muy optimista para especular de inmediato sobre la mala salud del gobernante cubano. Más apropiado sería decir la “mala pata”, dicho esto con el mayor respeto. Entre los diez minutos transcurridos entre el desmayo leve de Castro en junio del 2001 -y su posterior regreso al podio, demacrado y pálido- y lo ocurrido en el centro de la isla no hay relación aparente, salvo la que se desprende de un deterioro lógico en el mito de comandante infalible.


No hay duda que se dispararán de nuevo las apuestas sobre lo que ocurrirá en la isla tras la crisis que se origine a la muerte de Castro y se agudizará la lucha más o menos encubierta para colocarse en el lugar adecuado cuando esto suceda. Pero lo que queda en claro es la fragilidad de un hombre que por tantos años ha mantenido el poder con mano férrea y pisando firme sobre el terreno.

El resbalón en Santa Clara vuelve a hacer presente que tras cada acto donde aparezca el gobernante -con independencia de la importancia del acontecimiento en sí- siempre estarán las cámaras atentas para registrar el momento del traspié, el desmayo o el fin inevitable.

Nada hay de extraordinario en el hecho de que un mandatario dé un mal paso. En fecha reciente, el presidente norteamericano, George W. Bush, se cayó de una bicicleta y la anécdota apenas produjo bromas.

Es el estilo de gobierno de Castro, su presencia constante y su ritmo de actividad ininterrumpido -que tras el desmayo del 2001 sufrió algunos cambios pero no se redujo sustancialmente- lo que vuelve a quedar en duda: ¿hasta cuándo este hombre de una capacidad de trabajo extraordinaria podrá estar -o aparentar estar- en todas partes? En la noche del miércoles volvió a dar muestras de un dominio absoluto ante cualquier adversidad, no importa si grande o pequeña. Tuvo el gesto gentil de pedir disculpas por haberse caído y anticipó las posibles fracturas a consecuencia del resbalón. Añadió una frase muy cubana -“estoy entero”- y evidenció una vanidad que no se aleja de lo cierto: “ahora estaré muy interesado por ver las fotos de cómo me caí, la prensa internacional lo ha recogido y seguramente mañana estará en las primeras paginas de los periódicos”.

Pero la foto del anciano tirado en el suelo no es una buena propaganda para un país que depende de alguien al que un mal paso echa abajo. Más allá de las bromas inevitables -que con mayor o menos temor circularán por Cuba-, la realidad es que hay mucho en juego para que todo dependa de un solo individuo.
En un régimen que por tanto tiempo ha cultivado la imagen, el simbolismo y el ritual, un acontecimiento de esta naturaleza -por casual que sea- tendrá repercusiones.

A esto se añade que la inseguridad al caminar, la necesidad de apoyo y la falta de equilibrio al andar es una constante que acompaña a esta figura pública desde hace ya algún tiempo. El gobernante cubano se desmayó en una ocasión a pleno sol y se vino al suelo de noche. Apenas una metáfora de que el tiempo no se detiene. La vejez implacable se hizo presente en su rostro airado: un gobernante que hizo todo lo posible por mantener la calma entre los presentes, mientras no podía ocultar el esfuerzo para hablar tranquilo, entre el dolor y la rabia.

La caída de una persona de 78 años no debe ser motivo de burla. Aunque se trate de un enemigo y sea un dictador. Pero el empecinamiento de Castro por mantener el control absoluto sobre la isla -sin ceder la más mínima parcela de poder- pesa hoy con más fuerza que nunca entre quienes lo rodean.

Con una economía arruinada y sin esperanzas de mejorar, una situación social cada vez más insostenible y sin futuro visible, el hecho de que por un momento el mandatario cubano permaneciera en el suelo -entre guardaespaldas solícitos y funcionarios presurosos- sirvió para que un fotógrafo captara una imagen que ya integra un capítulo más en la vida del Comandante en Jefe. Es también una advertencia sorpresiva de que siempre llega un día en que hasta los más poderosos caen.

(C) AA2004

Soros no quiere que Castro lo manipule

El empresario George Soros, que ha dedicado mitad de su fortuna para sacar al presidente George W. Bush de la Casa Blanca, declinó repetidas invitaciones del gobernante cubano Fidel Castro para viajar a la isla.

“Me ha invitado no sé cuantas veces pero no quiero ir porque sé que va a manipular mi presencia allí”, dijo Soros hoy en Miami, al término de un almuerzo ofrecido por el Miami Dade College.


Foto: Rui Ferreira

Soros reveló el detalle a un grupo de personas que lo rodearon para intercambiar impresiones y añadió que teme ayudar a la disidencia interna.

“Tengo temor que si los ayudo termino por perjudicarlos y hacerles daño, por eso no me he involucrado mucho en eso”, dijo.

Aunque, acotó, “a lo mejor hay otra gente mía haciendo algo pero yo no me he enterado”.

El filántropo de origen húngaro manifestó también su decepción hacia el presidente peruano Alejandro Toledo, cuyos esfuerzos por derribar al ex presidente Alberto Fujimori, financió al final de la década pasada.

“Hemos hecho algunas cosas en América Latina, pero Toledo ha sido realmente una decepción”, dijo.


Foto: Rui Ferreira

Soros abogó además por la victoria electoral del senador John Kerry, porque “al contrario del presidente Bush, reconoce que no podemos ir por el mundo imponiendo nuestras reglas”.

“Si queremos llevar la democracia a donde sea o combatir el terrorismo, necesitamos ampliar nuestro apoyo internacional; pero obviamente el presidente se ha saltado todas las marcas”, dijo.

En el caso de Irak, dijo, “la idea de sacar al régimen de Saddam [Hussein] era una vieja aspiración de los centros de análisis de la disidencia iraquí. Y el 11 de septiembre fue un pretexto extraordinario para convencer al presidente a hacerlo. No fue siquiera una idea de él”.

Soros además definió al actual primer ministro iraquí como “un hombre de la Agencia Central de Inteligencia”, mientras su predecesor respondía al Pentágono.

“Se da el caso de que Ahmad Chalabi era un hombre promovido por los militares, mientras que Ayad Allawi es un hombre de la CIA, que ascendió precisamente por el enfrentamiento entre las dos instituciones”, dijo.


Foto: Rui Ferreira

El empresario destacó la importancia de las elecciones presidenciales estadounidenses en el marco mundial.

“Las políticas del mundo se deciden en Washington, pero la realidad es que sólo los estadounidenses votan [para la presidencia]. Por eso tenemos que encontrar alguna solución para conseguir el apoyo del mundo. Debemos ejercer un liderazgo positivo”, añadió.

Rui Ferreira

outubro 20, 2004

Soros dice que Bush no permite la disidencia

MIAMI - El empresario y filántropo George Soros lanzó esta noche en Miami un feroz ataque al presidente George W. Bush al cual acusó de intentar suprimir todo espirito de disidencia en Estados Unidos tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.

"Cuando Bush fue electo, me di cuenta que los valores del país tenían que ser defendidos, pero más aún tras el 11 de septiembre cuando el presidente silenció toda crítica con la disculpa del antipatriotismo”, dijo el empresario de origen húngaro, nacionalizado estadounidense.


Foto: Rui Ferreira

En su opinión, presentada ante unas 500 personas en el auditorio del Miami Community College en el marco de la Feria Internacional del Libro, Soros dijo que “la campaña de Bush está saboteando la fundamentación de una sociedad libre”, porque “admitir que se está equivocado es la fundamentación de una sociedad abierta”.

"Después del 11 de septiembre el presidente ha tratado de suprimir todo signo de disensión”, enfatizó.

Soros, quien abogó directamente por la elección del senador demócrata John Kerry, dijo que el presidente sabia que no había ninguna conexión entre Osama Bin Laden y Saddam Hussein, pero aun así invadió a Irak.


Foto: Rui Ferreira

"¿Se imaginan lo que piensa el mundo de nosotros cuando escucha decir cosas como que no importa lo que se hace en Irak con tanto que vivamos seguros aquí?”, afirmó.

Pero, “la verdad es que al violar la ley internacional, el presidente Bush no nos ha hecho más seguros”.

"Toda mi experiencia en democracia me dice que no se puede imponer la democracia por la violencia, y Irak seria el último lugar donde se me ocurriría experimentar con la implantación de la democracia”, añadió.

Soros estimó que la guerra en Irak “ha hecho mucho daño a Estados Unidos, a nuestra sociedad, pero también a la moral de las tropas, porque no han sido entrenadas como una fuerza de ocupación”.

El empresario y autor de varios libros, ha desarrollado una fuerte campaña contra el presidente en los últimos meses, con la creación de al menos seis grupos de acción política que han desarrollado tareas que van desde la inscripción electores hasta la divulgación de los postulados del partido demócrata y el senador Kerry.


Foto: Rui Ferreira

Ayer, Soros no negó que quiere ver al presidente fuera de la Casa Blanca.

"Esta no es una elección normal sino un referendo al primer mandato del presidente. Si lo reelegimos no sólo estamos respaldando sus políticas como asumiendo sus consecuencias”, dijo.

Es más, “rechacemos sus políticas, porque sólo así tendremos más apoyo en el mundo”, añadió.

Rui Ferreira

George W. Bush o la edad de la mentira



por José Saramago

El Estado es la forma superior de la moralidad
Aristóteles

La carrera política y empresarial de George Walker Bush, hijo del director de la CIA y, más tarde, 41º presidente de los Estados Unidos, George Herbert Walker Bush, se encuentra narrada y documentada en no pocas obras que han investigado los sótanos de la política norteamericana, y constituye un ejemplo perfecto y acabado de arribismo sin escrúpulos. Este artículo, tanto por la brevedad como por la falta de pretensión, debe ser entendido sólo como una mirada estupefacta sobre uno de los más deprimentes espectáculos representados en el escenario donde implacablemente se juega, como si de simples marionetas se tratara, con el destino de millones y millones de seres humanos. Los avatares y los caminos que acabaron sentando a George Walker Bush en el trono imperial y colonial de la Casa Blanca son en general conocidos, pero creo que puede ser de alguna utilidad en estos días que corren, como un resumido vademécum, la relación de las principales etapas que marcaron la vida y milagros del actual (y fraudulento) presidente de Estados Unidos de América del Norte, George Walker Bush, a quien los amigos, en el tiempo de la juventud (y quién sabe si todavía hoy), llamaban cariñosamente W. Y ya que, según las mejores biografías autorizadas, George Walker, igual que Saulo al caer del caballo en el camino de Damasco, recibió de las alturas la iluminación de la gracia que, en su caso, le hizo dejar el alcohol y arrepentirse de la vida disoluta en que se le estaba perdiendo el alma, me permitiré, tomando como piadoso ejemplo las estaciones del vía crucis cristiano, enumerar algunos pasos de la peculiarísima vía triunfalis que, por ser el hijo mayor de su señor padre, le habría de conducir hasta el ombligo del mundo, más conocido como Despacho Oval.

Helas aquí: la primera estación muestra hasta qué extremo influyó el peso político y empresarial paterno para que George W. fuese admitido y obtuviera fáciles diplomaturas en las universidades de Andover y de Yale; en la segunda estación se explican las maniobras y los artificios de que George W. se sirvió para que lo situaran en el primer lugar de una lista de espera de miles de candidatos a inscribirse en la Guardia Nacional de Tejas y de esa manera tener una excelente razón para no ir a la guerra de Vietnam; en la tercera estación se destapará el engranaje financiero empleado para reflotar las compañías petroleras de George W. cuando estaban al borde de la quiebra; en la cuarta estación se aclara el laberíntico proceso de venta de las acciones de la Harken Energy Corporation; en la quinta estación se describe la operación de adquisición del equipo de béisbol Texas Rangers y cómo la posterior venta de la parte de George W. (pese a ser minoritaria) hizo de él un multimillonario; finalmente, en la sexta y última estación se analizan en pormenor las campañas que, en dos ocasiones, elección y reelección, colocaron al hijo amadísimo de George Herbert Walker Bush al frente del Gobierno del Estado de Tejas, último escalón que le faltaba a W. para que, un día, ojos desafiando ojos, dispuesto para desenfundar el Colt de la pistolera, como en OK Corral, pudiese pronunciar ante la cara de la asombrada estatua de Abraham Lincoln estas palabras que, en su boca, suenan como un insulto: "Yo también soy presidente de los Estados Unidos".

Presidente de los Estados Unidos, sí, pero sólo gracias al fraude, a la mentira, a la manipulación. Peor aún que todo esto, y hablando alto y claro: George Walker Bush llegó a la presidencia de su país por obra de un golpe de Estado perfectamente caracterizado, al que sólo le faltó el habitual retoque militar, aunque no, por cierto, la aquiescente benevolencia del Pentágono. La acción conjunta (y concertada) de cinco jueces de derechas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos; del gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano del candidato republicano, y de la mayoría abrumadora de los medios de comunicación social norteamericanos, con especial relevancia de los informativos de televisión que, controlados por grandes corporaciones industriales y financieras, difunden la opinión directa del Estado-empresa, tuvo como consecuencia una de las más ignominiosas y descaradas usurpaciones de poder que los tiempos modernos tuvieron la desgracia de testificar. El mundo presenció una exhibición de prestidigitación política que ensombrecerá para siempre las artes manipuladoras de otro presidente norteamericano, Richard Milhous Nixon, aquel que entró en la Historia de los Estados Unidos con el expresivo apodo de Dick Trick, que significa algo así como embustero, farsante, impostor, tramposo (dejo al lector que elija el término que considere más adecuado). Me pregunto cómo y por qué Estados Unidos, un país en todo tan grande, ha tenido, tantas veces, tan pequeños presidentes...

George W. es seguramente el más pequeño de todos. Con su mediocre inteligencia, su ignorancia abisal, su expresión verbal confusa y permanentemente atraída por la irresistible tentación del disparate, este hombre se presenta ante la humanidad con la pose grotesca de un cowboy que ha heredado el mundo y lo confunde con una manada de ganado. No sabemos lo que realmente piensa, no sabemos siquiera si piensa (en el sentido noble de la palabra), no sabemos si en realidad no será un robot mal diseñado que constantemente confunde y cambia los mensajes que le pusieron dentro. Pero, honra le sea hecha al menos una vez en la vida, hay en George Walker Bush, presidente de Estados Unidos, un programa que funciona a la perfección: el de la mentira. Él sabe que miente, sabe que nosotros sabemos que está mintiendo, pero, por pertenecer a la tipología de comportamiento del mentiroso compulsivo, seguirá mintiendo aunque tenga delante de los ojos la más desnuda de las verdades, repetirá la mentira incluso después de que la verdad le haya estallado ante su rostro. Mintió para hacer la guerra contra Irak como ya había mentido sobre su pasado turbulento y equívoco, es decir, con la misma desfachatez. La mentira, en George W., viene de muy lejos, la trae en la masa de la sangre. Como mentiroso emérito, él es el corifeo de todos los mentirosos que lo han rodeado, aplaudido y servido como lacayos durante los tres últimos años. Ahora son menos los yes men, pero todavía sueltan sus gorgoritos embaucadores. No había armas de destrucción masiva en Irak, las que existieron fueron destruidas tras la guerra del Golfo, en 1991. Pero Anthony Tony Blair y José María Aznar, los tenores preferidos de George W., continúan, en su santo nombre, girando al gastado y rayado disco de la amenaza que Sadam Husein representaba para la humanidad...

George Walker Bush expulsó la verdad del mundo para, en su lugar, inaugurar y hacer florecer la edad de la mentira. La sociedad humana actual está impregnada de mentira como de la peor de las contaminaciones morales, y él es uno de los mayores responsables de este estado de cosas. La mentira circula impunemente por todas partes, se ha erigido en una especie de otra verdad. Cuando hace algunos años un primer ministro portugués, cuyo nombre por caridad omito aquí, afirmó que "la política es el arte de no decir la verdad", no podía imaginar que George W. Bush, tiempo después, transformaría la chocante afirmación en una travesura ingenua de político periférico sin conciencia real del valor y del significado de las palabras. Para George W. la mentira es, simplemente, una de las armas del negocio, y, tal vez la mejor de todas, la mentira como arma, la mentira como vanguardia de los tanques y de los cañones, la mentira sobre las ruinas, sobre los muertos, sobre las pobres y siempre frustradas esperanzas de la humanidad. No es cierto que el mundo sea hoy más seguro que hace tres años, pero no dudemos de que sería mucho más limpio y tranquilo sin la política imperial y colonial del presidente de Estados Unidos de América, George Walker Bush, y de cuantos, conscientes del fraude que cometían, le abrieron el camino hacia la Casa Blanca. Después de dispararle un tiro a Abraham Lincoln.

A corrupção não diminuiu no Brasil

RIO - A percepção de empresários e analistas sobre a corrupção no Brasil não mudou em 2004, de acordo com relatório da organização não-governamental Transparência Internacional.

O Índice de Percepção de Corrupção 2004, que inclui 146 países, coloca o Brasil na 59ª posição, com 3,9 pontos numa escala que vai de 1 a 10 pontos. Quanto mais baixa a pontuação, maior a corrupção percebida no país.

O desempenho brasileiro ficou acima da média da América Latina, de 3,5 pontos. Os países com a melhor avaliação entre os latino-americanos são o Chile (20º), com 7,4, o Uruguai (28º), com 6,2, a Costa Rica (41º), com 4,9, El Salvador (51º), com 4,2, seguido pelo Brasil. O Paraguai (140º), com 1,9, tem a pior avaliação na região. A Finlândia, vista como o país menos corrupto entre os pesquisados, registrou uma pontuação de 9,7. O Haiti e Bangladesh dividem última colocação, com 1,5 ponto.

A Transparência Internacional considera uma pontuação inferior a 3 como indicador de corrupção endêmica. Dos 146 países estudados este ano, 60 tiveram pontuação inferior a 3.

O índice deste ano utilizou 18 pesquisas realizadas entre 2002 e 2004 por 12 instituições independentes.

outubro 19, 2004

Dichosos habaneros que todavía recordamos

Conocí a Roque Dalton en 1968. La Habana era entonces, por esa época, un hervidero de conspiraciones. Lo vi una sola vez. Estaba sentado a una mesa en una taberna de El Vedado, cuando el poeta se apareció. No era muy alto, pero irradiaba una alegría de vivir que contagiaba. Llegaba para darse unos tragos antes de irse a sus faenas y, según me dijo, esperaba a otra lumbrera latinoamericana: el guatemalteco Manuel Galich, profesor, entonces, de literatura de América Latina. Traté de decirle que lo respetaba y que sus versos, recién publicados por Casa de las Américas —La taberna y otros lugares— me parecían fuera de serie. Pero no se lo dije: la inhibición de un aprendiz pueden estar más allá de cualquier otra consideración. Solamente le brindé espacio, y hoy todavía me está pesando. Años más tarde conocí a Jorge, su hijo: Uno de los cineastas más sensible y finos que he tenido la suerte de tratar. De modo que ahora, me place presentarles esta entrevista, donde el hijo del guerrillero salvadoreño, asesinado por sus propios compañeros, somete a un lúcido análisis la realidad actual de la isla de Cuba.
Bernardo Marqués-Ravelo


La nostalgia es la puta de la memoria
G. Cabrera Infante

Una Entrevista con Jorge Dalton

por Ginle Cubías

¿En cuantos Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana has participado?

He participado en muchos, desde 1987. En ese tiempo yo vivía en Cuba, trabajaba en el Instituto Cubano de Radio y Televisión ICRT. Había fundado el primer grupo de videoastas independientes que habíamos bautizado con el nombre de: "Taller de los Inundados". En Cuba, todos pensaban que era en homenaje a Fernando Birri, el cineasta argentino por su película del mismo nombre. En realidad, ese nombre surgió en mi casa donde se daban las reuniones creativas de un grupo de jóvenes que queríamos abordar temáticas en nuestros trabajos, que se diferenciaran de la posición oficial. Producto de los nortes, los aguaceros torrenciales que azotan la isla, mi casa se inundaba y todos terminábamos con escobas, cubos y palos de trapear, secando el agua. Otras veces, debido a la escasez de agua en mi edificio yo tenía que recoger el preciado líquido en reservorios, por descuido, las llaves quedaban abiertas y al regresar, las escaleras de mi edificio parecían las cataratas del Niágara, los vecinos querían matarme. No me quedaba más remedio que acudir a mis compañeros para repetir tan molesta labor.

Tengo entendido que fue un grupo muy sonado ¿Quiénes conformaban el "Taller de los Inundados"?

"El taller de los inundados" estaba compuesto por gente brillante y talentosa como Camilo Hernández, el vive en Venezuela desde 1991, escribe para una revista musical, era todo un erudito en cultura cubana, guionista y realizador. En esa época ya se perfilaba como un magnifico director de video y televisión, tenía la ambición de dirigir cine y contaba con varios proyectos geniales. Marcharse de Cuba significó toda una tragedia, pasó hambre y marginación por el simple hecho de ser cubano, tengo entendido que nunca más a
podido dirigir. José Luís Llanes, es mi amigo de la infancia, corrió similar suerte que Camilo, su estancia en México fue un calvario a pesar de "Que bonito y sabroso bailan el mambo los mexicanos". Su historias, de cómo pasó la frontera de México a Estados Unidos, es digna de un guión cinematográfico, graduado de Critica Teatral en el Instituto Superior de Arte, era el mejor director de teatro televisivo de mi generación. Actualmente escribe para un periódico en New York. Jorge Trinchet, fue el primer amigo que tuve en Cuba a los 7 años, egresado del ISA, era en ese tiempo, un prometedor actor del cine y televisión, tenía todas las cualidades de ser un buen documentalista cinematográfico. En 1993 fue expulsado "deshonrosamente" de la Juventud Comunista y automáticamente quedó sin trabajo, hundido en la total frustración era candidato al suicidio. Hoy vive en Miami con toda su familia y ha sido productor de Discovery Chanel y Univisión. Iván Oms, era director de fotografía y trabajaba para el Instituto de Cine de las Fuerzas Armadas Revolucionaria ECIFAR. Había sido corresponsal durante las guerras de Angola y Etiopía, su buen humor y sus imágenes eran de grueso calibre. En 1991 fue expulsado injustamente de su centro de trabajo convirtiéndose en un zombi hasta que emigró a España. Actualmente vive en Madrid y se dedica a la venta de equipos de cine y video. Glorita Diliz llegó a ser una de las mejores editoras del ICRT con varios premios y reconocimientos. En 1993 su vida era un desastre, su profesión y el conocimiento adquirido, no le servían de nada. El año pasado me la encontré en la cuidad de Miami y tuve la alegría de saber que es la jefa de un team de editores en la cadena Univisión. El negro Miguelito Candelario, era de La Habana del Este y asistente de escenografía del ECIFAR. En 1993 no tenía ni donde caerse muerto, se metió en el mundo de la prostitución y el tráfico de divisas. En la avalancha de balseros de 1994 fue a parar a la Base Naval de Guantánamo. No se a qué se coño se dedica ahora pero gracias a Dios, ya no es "jinetero", vive bien en Texas. A mediados de los años ochenta en Cuba había surgido una generación de artistas cubanos nacidos con la Revolución, todos hermanados por los sueños y la necesidad de nuevas propuestas, era como una gran familia. Fue toda una explosión, un movimiento que agrupaba a cineasta, actores, escritores, poetas, músicos y también técnicos como directores de fotografía, sonidistas y editores de cine y televisión. "Los Inundados" éramos parte de todo ese movimiento, me siento orgulloso de haber sido parte de eso. Había espacios culturales como el "Festival Nacional Caracol", La Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, de la cual también soy miembro fundador, la escuela nacional de cine y televisión, ubicada en Miramar, el Festival de cine, video y televisión organizado por la Brigada Hermanos Saíz. El Festival del Nuevo Cine Latinoamericano había logrado un nivel y prestigio internacional, todo eso nos permitía darnos a conocer en un ambiente competitivo. Considero importante participar en un evento tan importante como el Festival de La Habana, sigue siendo una de mis mayores aspiraciones, más que todo por la necesidad de que mis obras se exhiban en Cuba.

De tus trabajos, ¿cual es la obra que más aprecias?

Siento mucho cariño por "Herido de Sombras", un documental que adoro con la vida y que fuera galardonado con el Premio Coral en 1994. También quiero mucho a "Y si vivo cien años, cien años pienso en ti", creo que fue mi primer documental en 1989. Un documental que dio mucho de que hablar, con el me di a conocer aunque se vio poco en Cuba, tuve la desgracia que fue censurado por la televisión cubana. "Cuando yo soñaba un mundo al revés", es un trabajo también sobre Cuba, que acabo de concluir hace apenas pocas semanas, aspiro esté en el 26 Festival de Cine de La Habana. Un documental dedicado a todos mis amigos cubanos desperdigados por el mundo. A todos aquellos que amo y recuerdo. Se trata de un extraño viaje a la infancia, paraíso perdido que retornamos mediante un juego inocente y peligroso en que se desatan amores, verdades, virtudes y añoranzas. Una especie de juego inocente que desemboca en una seria reflexión y a la vez, en la interrogante de: ¿Qué fue de nosotros, que fue de todos los que una vez fueron parte de un país, una isla que pareció podía convertirse en el mejor de los mundos posibles? Es algo así como un poema collage construido de una manera inusual, a partir material cinematográfico inservible, fragmentos de filmes encontrado en basureros, películas caseras, material de archivo, foto fija, animación en video y animaciones en celuloide, empleando técnica Mc Laren. Utilicé también la música de Bola de Nieve, Carlos Varela, "Cachaito" López, Bach y Jadám González.

Sin estar presente físicamente en Cuba, tu obra siempre está enlazada a Cuba. ¿Como es que logras mantener esa unión adentro de ti?

Bueno eso es muy fácil: "La cabra siempre tira pa'l monte", no hay que olvidar que yo crecí en Cuba, los mejores años de mi vida los pasé en Cuba. Por supuesto, no viví en Cuba como viven los turistas, los "Técnicos extranjeros" o los representantes de partidos de izquierda, que gozan de una infinidad de privilegios que los aleja de la realidad cubana. Yo fui un cubano más, fui a las mismas escuelas que iban los cubanos a las mismas becas. En mi casa había una libreta de abastecimientos igual a la de todos los cubanos. Mis amigos, eran de todos los barrios y pueblos de La Habana, estuve becado en muchas escuelas desde 5to grado de primaria hasta entrar en la Universidad. Me formé con los amigos del barrio, crecí caminando por las calles. Fui un gran caminador, eso me hizo mezclarme entre la gente y tener un amor profundo por el entorno que me rodeaba. A medida que fui creciendo fui adquiriendo un compromiso no sólo con mi cuidad, sino también con la gente. Asimilé muy rápido la cultura cubana que se me metió por "los cuatro costados" hasta el punto que lo mejor que sé hacer hasta ahora, es ser cubano. No hace mucho José H. Fernández, en un artículo publicado en “Encuentro” decía algo así como: "Jorge Dalton, un sentimental salvadoreño que fue tan típico en La Habana como las maracas". La verdad que agradezco mucho tan simpática y cariñosa definición. Ahora bien, eso no quiere decir que he olvidado que nací en El Salvador, un país rodeado de hermosos volcanes y donde resido actualmente. Una nación que a pesar de sus imperfecciones, parece haber encontrado fórmulas para construir un futuro mejor. Me viene a la mente cuando vivía en México en 1984, en esa ocasión, le comenté al poeta cubano Eliseo Diego, que yo estaba decidido hacerme cubano por papeles, ya incluso estaba haciendo gestiones para eso. Yo tenía la suerte de ser amigo de Eliseo, uno de los poetas más grandes que ha dado Ibero América. El poeta estaba sentado en la sala de su apartamento, fumando pipa como una poderosa locomotora inglesa. Con esa manera de hablar, interrumpido por su respiración me dijo en tono enérgico: "¡Nunca se te ocurra hacer eso. Sería olvidarte de tu país, es injusto, no lo hagas por homenaje a tu padre. El hacer eso, sería cerrarte las puertas a que algún día, puedas trabajar y vivir en el país que te vio nacer. Me tienes que prometer que no lo harás! Además: ¿quién no sabe en Cuba que eres cubano? El ser cubano nadie te lo va a quitar y para eso no necesitas ningún papel!” Al poco tiempo, Eliseo Diego murió y yo le puse 2 rosas rojas en su caja. Hasta el momento he cumplido con esa promesa que le hice a mi amigo Eliseo y a mi padre también. Ahora soy un ciudadano común que trabaja y vive en El Salvador, como lo predijo sabiamente el autor de "En la Calzada de Jesús del Monte" en 1994. Soy un cubano, con pasaporte salvadoreño.

Personalmente he visto dos documentales suyos y hay algo que lo caracteriza y distingue es su forma de realización. Si pudiera contarme sobre ese modo de realizar y de llevar a Cuba en sus obras.

Retomando lo anterior, me siento comprometido con el pasado, presente y futuro de Cuba, como cualquier cubano. En ese sentido, mi obra refleja ese compromiso. He creado un estilo propio en que se mezclan diferentes maneras de decir las cosas. Nunca me crucé de brazos esperando que vinieran los grandes recursos. Una de las cosas que aprendí de mis maestros en Cuba fue a decir mucho con poco. Entonces aprendí a trabajar con lo que había, aun continúo trabajando así. Por ejemplo, en El Salvador no existe el cine, no hay tradición cinematográfica. Por lo tanto, el cine salvadoreño habrá que inventarlo, ojalá se invente en este siglo. Siempre fui muy irónico, creo que fue una de las mejores herencias que me dejó Cuba y mi padre y eso está presente en todos mis trabajos. La pasión es algo que también está. No hago nada si no siento pasión por una historia. Es algo que adquirí también en Cuba, donde la cultura y el conocimiento se adquieren con pasión, tuve maestros apasionados por el cine pero que también poseían una formación sólida en las otras ramas del arte, eran grandes conocedores de las artes plásticas, el teatro, la música y la literatura.

¿Tu carrera está seguida de un precedente familiar o surge como una necesidad de comunicarte?

Mi familia fue fundamental, mi padre en este caso, se tomaba el tiempo cuando mis hermanos y yo éramos niños de llevarnos al cine, que conociéramos las grandes obras de la cinematografía mundial. El tuvo una preocupación constante porque sus hijos tuviesen un conocimiento del arte en general. Parte de mi infancia la pasé en Europa, específicamente en Checoslovaquia, uno de los países más bellos del orbe, una etapa difícil de olvidar. Ahí adquirí la pasión por los museos y por las galerías de arte. Cuando llegué a La Habana en 1968, Cuba vivía momentos de esplendor cultural. La mirada de los cubanos estaba centrada en Europa, eran los años de Jean-Luc Godard, Ingmar Bergman, Jean Paul Sartre. También eran los tiempos en que nacía el Nuevo Cine Latinoamericano. La revolución tenía 8 años de haber triunfado. Mi familia tomó la decisión de quedarse en Cuba porque vieron que se trataba de un sitio ideal para vivir y crear. Mi padre era un escritor joven revolucionario, soñador y aventurero, enamorado de todo ese proceso que se gestaba en Cuba. El generó todo un pensamiento y se convirtió en un escritor e intelectual muy activo y querido. Llegó a influenciar a varias generaciones de poetas cubanos, sin ser cubano. Vivió muy intensamente en Cuba y escribió en la isla varias de sus obras más importantes. Mi casa se convirtió en un centro obligado para muchos artistas e intelectuales. Ahí conocí a Bola de Nieve, Julio Cortázar, Fina García Marruz, Sergio Ramírez Mercado, Juan Gelman, Eraclio Zepeda, Mario Benedetti, Eduardo Galiano, Tomás Gutiérrez Alea, Regis Debray, José Dirceu, Thiago de Mello, Nicolás Guillén, entre otros muchos. Fue mi casa uno de los sitios en que se reunían a "guitarrear" unos jóvenes trovadores llamados Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, que años más tarde, eran el alma del universalmente conocido Movimiento de la Nueva Trova. De la mano de mi padre tuve el privilegio de conocer a René Portocarrero, Wifredo Lam, Mariano Rodríguez, Rine Leal, Virgilio Piñera, Heberto Padilla, La Casa de Las Américas y todo lo que funcionaba dentro de ella. Me formé en un ambiente cultural que me influenció de manera directa. Más tarde tuve la oportunidad de trabajar y ser amigo de grandes músicos, escritores, actores y cineastas de mi generación. Desde muy joven estuve cerca del Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficas (ICAIC) al cual entraba como si fuera mi casa. Fui un gran devorador de cine. Podría decir sin temor a equivocarme, que durante más de 15 años seguidos, no me perdí ni un solo ciclo de cine internacional, de cine latinoamericano y cine clásico, en una programación constante de la Cinemateca de Cuba. Es por eso quizás que no fumo, pues la señal de "no fumar" adentro de la sala, se me quedó impregnada para toda la vida. Además le tenía terror a los regaños de Alfredo Guevara a los fumadores. Gracias a la Cinemateca conocí lo mejor del cine soviético, húngaro, polaco, africano, inglés, francés e italiano. Eso fue una gran escuela para mí y considero que el ICAIC ha sido uno de los proyectos culturales más importantes de América. Ahí conocí a Santiago Álvarez, quién me invitó a ser alumno de la escuela del Noticiero ICAIC Latinoamericano. Esa escuelita era tal vez uno de los pocos sitios en el mundo donde se podía llegar a la práctica cinematográfica de manera inmediata. Santiago era un hombre excepcional, muy noble, un documentalista extraordinario al cual le debo muchas cosas. Estando en ese tiempo en el ICAIC, hice una investigación sobre la imagen cubana en movimiento en el Archivo de Cortometraje. Eso me facilitó conocer todo lo que se filmó en Cuba desde 1906 hasta 1968. Me considero un afortunado en ese sentido. En otro orden, los festivales internacionales de La Habana cobraron fuerza y pude conocer personalmente a las leyendas del cine latinoamericano como es el caso de Jorge Sanjinés, Julio García Espinosa, Carlos Dieguez, Fernando Birri que también fue mi maestro, Nelson Pereira dos Santos, Miguel Litín. Todo ese ambiente fue determinante.

¿Cuales son los directores que más admiras?

A Tomás Gutiérrez Alea, en primer lugar, lo considero el director más exquisito de América Latina, tuve la oportunidad de hablar mucho con él, siempre tenía la paciencia de atender a los jóvenes, conocer sus inquietudes, me considero un privilegiado en ese sentido. Era un hombre muy bondadoso, un revolucionario en todos los sentidos, eso está plasmado en su vida y su obra. El español Fernando Trueba, porque su obra está más cerca de lo que quisiera hacer. Me gusta mucho Eliseo Subiela, Alejandro Almenabar, Almodóvar. Siento predilección por directores rusos de la "era soviética" en especial, Nikita Mijalkov, Sergei Eisenstein, Elem Klimov, Andrei Tarkovsky. Creo que casi todos los cineastas y videoastas cubanos de mi generación, están influenciados por Tarkovsky.

¿Que es lo que más extrañas de Cuba?

Mi Habana, aunque sea revuelta y brutal y todo ese mundo del cual me considero parte y lo que yo considero también que era para mi: "La Revolución". Extraño eso de caminar por mi barrio que era el mismo de Vicente Revuelta, José Milián, Arturo Sotto, de Gema y Pavel, andar por las calles y saludar a Chucho Valdez, Ernán López Nussa, Gonzalito Ruvalcaba, José María Vitier, Tata Güines o Ramón Valle, seis de los músicos más grandes del planeta. Extraño las ramas de un frondoso árbol que entraba por mi ventana, testigo de mis sueños y mis amores. La sana e inacabable vida nocturna de La Habana, en que podías enamorar a una novia viendo tocar delante de ti a Dizzy Gillespie, Michel Legrand, Milton Nascimento, Paco de Lucía, ver actuar a Darío Fó o ver bailar a Antonio Gades. Extraño mucho a Carlitos Varela, Santiago Feliú, Polito Ibáñez, y Gerardo Alfonso, sus conciertos y tertulias en la azotea de mi apartamento en El Vedado. A pesar de los pesares, extraño a Silvio Rodríguez. Los conciertos de Arturo Sandoval en el Nacional y los de Amaury Pérez en el Carlos Marx. Las clases magistrales de Francis Ford Copolla y Costa- Gavras en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños; Los Festivales Internacionales de Cine, de Teatro, de danza, de guitarra, de coros No puedo acordarme de La Habana sin los 24 cuadros por segundo de Enrique Colina, Raúl Pérez Ureta, Ángel Alderete, Mayito García Joya, Livio Delgado, Juan Carlos Tabío, Bernabé Hernández, Rigoberto López, Enrique Pineda Barnet y Fernando Pérez, sin los colores de Arturo Cuenca, José Bedia, Tomás Esson, Flavio Garciandía, Leandro Soto, Tomás Sánchez, Manuel Mendive, Zaida del Río y Waldo Saavedra, sin la palabra de Jesús Díaz, Bernardo Marqués, el gordo Raúl Rivero, Whichy Nogueras, Eliseo Alberto Diego, Guillermo Rodríguez Rivera y Ramoncito Fernández Larrea, las conferencias de Desiderio Navarro y Jorge de la Fuente en la UNEAC. Me da miedo no ver más a los actores Luís Alberto García, Reinaldo Miravalles, Miguel Gutiérrez, Jorge Perrugorría, "el pichy", Carlos Cruz, Albertico Pujols, Yolanda Ruiz, Beatriz Valdés, Orlando Casín, Mirtha Ibarra, Isabel Moreno, Enrique Almirante, Lili Rentería, Omar Moynelo, Francisco Gattorno, César Évora, Pedro Rentería, Rolando Brito, Leonor Cabal, Vladimir Cruz, Eduardo Vergara, Ileana Wilson, Orlando Fundichelli, Jorge Trinchet, Mario Balmaceda, Thais Valdés, Nancy González, Osvaldo Doimeadiós, Enrique Molina y José Antonio González, juntos en el teatro, el cine y la televisión cubana. Para muchos en este mundo, Fidel, y el Ché, son los grandes ídolos, en cambio para mí, los ídolos son toda esa gente que menciono y conocí en Cuba, los poetas, músicos, pintores, actores, fotógrafos y cineastas, mis compatriotas, mis hermanos. Siento mucho no vivir y trabajar en Cuba, esa ausencia cada vez más prolongada ha sido un dolor inmenso.

¿Como te imaginas el futuro de Cuba?

Cuba tiene un potencial humano que otras naciones del continente no tienen. Cuba es uno de los países donde más se ha invertido en educación, cultura y salud. Por lo tanto, gran parte de la población está preparada y posee un alto nivel cultural. Los que están en contra y a favor de la Revolución auguran un futuro esperanzador teniendo en cuenta estos factores. Ojalá que así sea. Pero también ha comenzado a preocuparme ya que podría suceder todo lo contrario. A pesar de todas esas conquistas sociales y ese potencial, gran parte de esa población vive en lo que pudiéramos denominar una humillación económica. En el año 2001 fue mi último viaje a Cuba y me percaté de las serias diferencias sociales que existen en la isla. Es significativo el surgimiento de una elite, dentro del propio estado, que ha venido acumulando poder económico y político. Me refiero a las personas que trabajan en las llamadas "empresas mixtas", los únicos autorizados a realizar todo tipo de negociaciones y transacciones comerciales con empresas extranjeras. El sector de la cultura no está exento de esos mecanismos. Estas personas, han adquirido experiencia de cómo funcionan las cosas en el capitalismo. No hay que olvidar que el capitalismo sigue siendo un sistema feroz y deshumano. Estas personas se han convertido en seres implacables que han terminado por desconocer las verdaderas necesidades de la sociedad cubana. Muchos viven en la opulencia, que poco tiene que envidiarle a las oligarquías latinoamericanas, su nivel de vida se diferencia bastante del resto de la población. Algunas de sus casas están amuralladas, se han aislado y enriquecido a niveles insospechables. Esta elite, todos miembros del partido, van desde funcionarios con altos cargos gubernamentales, dirigentes intermedios, militares, miembros de la inteligencia, donde también hay ingenieros y economistas, ya no los mueve la ideología, sino el dinero y el ansia de poder. Son los más beneficiados en esa situación de estancamiento social y económico que vive Cuba actualmente. Son los menos interesados que el embargo llegue a su fin. Por otro lado, son los más concientes de que Fidel Castro puede desaparecer de un momento a otro y una vez que esto suceda, por la acumulación de poder y riqueza, sabrán que hacer ante una nueva e inesperada situación que se presente. Llevan años preparándose para ese momento. De ellos depende en gran medida, el manejo de la economía en el presente. Me atrevo a decir que también dependerá en el futuro. Son los que conocen cómo funciona este mundo globalizado, donde todo es perfectamente comprable y vendible, el de la bolsa, las tarjetas de crédito, viajes, compra y venta de acciones, cuentas bancarias, tecnología y conectividad, telefonía e información, todo eso que el cubano común y corriente desconoce. Este sector elitista, se compone de personas con formación profesional, talentosas y audaces, sin embargo no son nada democráticos. Son autoritarios ambiciosos, mezquinos y egoístas. La democracia es y será uno de los mayores retos de la nación cubana en el futuro. Noté un acentuado deterioro en la calidad de vida de los cubanos. Me dolió ver a los más viejos como ermitaños empobrecidos, esperando la muerte en las esquinas, sin tener ya nada que decir. Hace sólo unos días una gran amiga me escribió una carta que refleja en pocas palabras, toda esa incertidumbre que vive a diario el cubano y que quisiera leerte a continuación. En estos días, luego del ciclón Charles, La Habana está sometida a severos cortes de energía eléctrica, similares a los que viví en el año 1993. Mi amiga me dice textualmente: "Tenemos una racha de apagones como en el 93, pero el espíritu ya no es el mismo, estamos agotados no con tanto entusiasmo, al menos nosotros lo que luchábamos y creíamos que se podía... la gente se cierra en si mismo, no cree en las instituciones....no confía en lo social. ¿A dónde se fue el proyecto? ¿Qué pasó con esto? ¿Cuáles son las opciones? No se sabe nada, nadie dice nada...nos movemos entre consignas y una retórica obsoleta. Hay una especie de la llamada "calma chicha" la que queda entre ciclones... se presiente algo, pero no se sabe nada y esto lleva a una especie de parálisis social, porque la económica es un hecho consumado. Ayer se fue la luz desde las 8 hasta la 2 de la tarde, me agoto mucho, tuve que trabajar hasta las 3 de la madrugada aprovechando la posibilidad de conectarme. Hoy amanecimos sin luz hasta las 2 de la tarde de nuevo. La electricidad se comparte, les viene a unos y se les dan a otros. Luego se volvió a ir a las 7 hasta ahora, casi la una de la madrugada... es desesperante porque ya no somos los mismos que subíamos a las azoteas a disfrutar de las estrellas y a soñar. Ahora todo tiene un tono más dramático. Nosotros los que creímos... ya dudamos y nuestros hijos son drásticos, no perdonan porque no se sienten partes de esa historia comprometida y son duros, y muy irreverentes". La sordera y ceguera de la dirigencia que niega toda transformación no ha hecho más que aumentar la zozobra social, se sienten seguros y han olvidado que aun está fresco el daño causado por la irresponsabilidad histórica de los dirigentes del socialismo en Europa del Este, responsables de las tragedias que se han venido desatando luego de la caída del muro de Berlín. Hay otro aspecto que también ha cambiado la fisonomía cubana y es la corrupción, un cáncer que ha hecho metástasis en todos los sectores de la sociedad, nadie parece estar a salvo de ella. Quienes más se benefician y la fomentan, son precisamente ese sector elitista que mencionaba anteriormente, al que hay que ponerle mucha atención. Salvando las distancias, en Cuba se ha creado una situación similar a la que existía en la Unión Soviética antes de la caída del Socialismo. Eso no deja de asustarme, porque en el medio de todo esto, al asecho, como un tigre que sabe cuando lanzarse sobre su presa, están los Estados Unidos, que pudiese aprovechar muy bien, cualquier panorama confuso que se produzca en la isla una vez que el máximo líder no esté. Ellos están acostumbrados resolverlo todo con el dinero, han sabido esperar y sabrán a quién comprar en ese futuro. Estados Unidos, por supuesto ha sido juez y parte en toda esta tragedia cubana, tienen tanta culpa como los dirigentes de la isla.

¿Su pensamiento ha variado bastante desde medidos de los 80s?

Creo haber aprendido varias lecciones. A mediado de los 80s yo era un joven convencido que con la caída del Muro de Berlín, Fidel Castro y el Partido Comunista, le darían un vuelco a la Revolución Cubana. Nosotros éramos jóvenes, formados dentro del proceso, "los hijos de Guillermo Tell", los hijos de los que hicieron la Revolución. El estado había invertido en nosotros y en ese momento comenzábamos a tener un papel activo dentro de las instituciones. Yo incluso pensaba que se habían dado condiciones para quitarnos de encima todos los males que nos había heredado el llamado "Campo Socialista", una sociedad gobernada a pura hoz y martillo y que se desmoronaba como un castillo de naipes. De manera particular, tenía la esperanza que la Revolución que había triunfado en 1959 podía retomar su cause inicial y con nuevos brillos. Nos sentíamos en el derecho de participar de manera directa, en ese proceso de renovación. Los términos de Glasnost, Perestroika, nos resultaban atractivos y creíamos que era la oportunidad de "la crítica dentro de la Revolución". Cuba, vivía un proceso de apertura sobre todo en el plano cultural, estábamos ilusionados que pronto eso se ampliaría. Pero Fidel hizo todo lo contrario a lo que nosotros pensábamos, en lugar de abrirse al mundo se encerró en su campamento y entonces esa apertura duró, "lo que dura un merengue en la puerta de un colegio". La oficialidad nos acusó de "hipercríticos", que estábamos "a favor del libertinaje". La visita de Mijaíl Gorbachov a Cuba en 1989 me reveló cuan lejos estaba Fidel Castro del nuevo líder soviético. El mal humor y el rechazo del dirigente cubano a las reformas iniciadas por Gorbachov no se hicieron esperar. Cuando vi pasar a los dos dirigentes saludando al pueblo cubano, en la avenida Rancho Boyeros, en esa histórica visita, me percaté que Fidel detestaba a Gorbachov, me di cuenta que el Comandante ya había envejecido. Ese mismo año, se producen los trágicos acontecimientos en China, en la Plaza de Tiananmen. Las imágenes de los tanques aplastando a los estudiantes que pedían cambios y reformas, fueron censuradas por la televisión cubana a pedido del Comité Central. En esos días Fidel, hizo declaraciones refiriéndose a los sucesos argumentando que: "La oposición no le dejó otra salida al gobierno chino, que la utilización de la fuerza". El resultado de la masacre fue de más de 1.600 muertos, por lo tanto, las palabras de Fidel no podían ser más directas. En caso que en Cuba se diera un "acto publico en contra de la Revolución", por mínimo que fuera, la respuesta de las fuerzas del orden sería brutal. Supe por medio de un amigo que trabajaba en el Ministerio del Interior, que el gobierno había invertido por primera vez, en la compra de equipos especializados de antimotines. Según me comentaba, la policía y fuerzas especiales habían adquirido cascos, redes escudos, camiones cisternas con mangueras a presión y fusiles con balas de goma. Fue en ese tiempo que el Festival de Cine Joven, fue suspendido por orden del partido por considerar que algunas obras a exhibirse dañaban la imagen de la Revolución. La policía, a puro garrote, daba por terminado los conciertos de rock como sucediera en un concierto de Carlos Varela en el cine 23 y 12. Se suspendieron diversas publicaciones y espacios culturales, incluso la revista “Sputnik”, una revista soviética que se editaba en Cuba por décadas, fue censurada. Se censuraron películas del cine soviético con el tema de la Perestroika. En el Instituto de Radio y Televisión, donde yo trabajaba, se desató una cacería de brujas. En 1990 había un nuevo director, un funcionario del Comité Central, miembro del equipo de asesores de Fidel Castro, llamado Enrique Román, uno de los personajes que más daño le ha hecho a la cultura cubana. Se recortó el horario de programación, se suspendieron todos los programas en vivo de la radio y la televisión, hasta los actos en que hablaba el "Comandante en Jefe" tenían que ser pregrabados. La censura era a diestra y siniestra, se prohibieron programas de televisión, conciertos, canciones, obras teatrales, exposiciones de pintura y recitales de poesía. Fidel tomó la decisión de unir al ICRT con el ICAIC con Enrique Román a la cabeza. Esto se hacía con la intención de destruir al ICAIC, una institución creada por la propia Revolución, donde incluso, el comandante Camilo Cienfuegos fue uno de los grandes promotores en 1959. Una vez más Fidel se olvidaba de Camilo, al parecer la idea era demasiado maligna para ser consumada y creo que fue lo única batalla ganada en medio de aquel negro panorama. Todo el sector artístico del ICAIC se unió para defender ese patrimonio. Muchos jóvenes que trabajábamos en el ICRT y que sufríamos a diario la censura, nos sumamos a ese acto de rebeldía. En 1991 el Gobierno de Gorbachov sufrió un golpe de estado de parte del sector más reaccionario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, opuestos a la Perestroika. Durante varias horas el impulsor de las grandes reformas dentro de la URSS fue detenido por esta camarilla. Todo ese ambiente fue celebrado por el gobierno cubano, los noticieros y el periódico “Granma” reflejaban ese júbilo, quedando más claro de que lado estaba Fidel. Los resultados de todo eso fue el ascenso de Boris Yeltsin al poder, iniciándose una prolongada y oscura noche, que aun no culmina. Los cambios en Rusia agarraron por otro rumbo. Fue peor el remedio que la enfermedad. En Cuba se obró rápido poniéndole freno a todo tipo de oposición. Todas nuestras pretensiones se fueron por un tubo. Todo había sido parte de una ilusión óptica, producto de nuestra ingenuidad. "La crítica dentro de la Revolución" resultó ser una gran mentira, más bien fue una trampa muy bien pensada. Paralelo a todo esto, mediante un costoso programa para la juventud, el gobierno había desplegado por toda la isla un gigantesco show publicitario cargado de "renovadoras consignas" como "Te seré fiel", "Estamos contigo" "Somos felices aquí". Todo esto acompañado por banderas, gorras, camisetas, grandes orquestas, bailables, discotecas en todas las esquinas. Una especie de "Pan y Circo", dirigido por Robertico Robaina, un joven dirigente al que considero con muy poca dignidad. Se dio rienda suelta a la vulgaridad sin precedente, el lenguaje solariego se institucionalizó. Al poco tiempo Cuba entró en el "Período especial", una etapa nefasta en que se formaron las llamadas "Brigadas de Respuesta Rápida", encargadas de reprimir y aplastar a cualquier ser pensante. De la noche a la mañana, de "hipercríticos", nos convertimos en "desafectos", por lo tanto estábamos más cerca de "los que le hacen el juego a los enemigos de la Revolución". Entonces también éramos "disidentes", un término tal vez más suave. Ahora, me imagino que con lo que estoy diciendo soy un "gusano", "traidor" y por ende, "contrarrevolucionario, malagradecido y vendido al imperialismo". Después vino lo peor. A medida que el "Pan y Circo" seguía su curso entre bombos y platillos, como comparsa carnavalera, detrás de ese muro, donde comienza el mar, el mundo había comenzado a cambiar demasiado rápido. Por otro lado, una de las fugas de talentos más grande de la historia de Cuba había comenzado. Una parte considerable de todo ese movimiento surgido a mediados de los 80s había desaparecido y se había marchado de la isla a conformar un nuevo exilio en España, México, Venezuela y Estados Unidos. No se cuantos miles de cubanos actores, actrices, músicos, fotógrafos, productores, pintores, críticos, sociólogos, historiadores, filósofos, bailarines profesionales, musicólogos, guionistas, escritores, profesores y catedráticos abandonaron la isla en ese momento. Yo me desperté la mañana del 13 de marzo de 1993 en medio del caos y la desesperación. El mar se había desbordado de manera inusual en lo que se denominó "La tormenta del siglo". Las olas del malecón sobrepasaban el Castillo del Morro, un espectáculo dantesco. Todas las calles de mi barrio estaban inundadas. Los ataúdes de la funeraria de Calzada y K, navegaban entre los portales y garages como símbolo de mal agüero. Son imágenes que no puedo olvidar y que aun invaden mis pesadillas. La fuerza destructiva del mar había penetrado no solo en las casas, también en nuestros corazones y mentes. El árbol de mi ventana se había consumido por el salitre. La destrucción en gran parte de La Habana, cambió radicalmente la cuidad. Para mi era el resultado de la cumbre y el abismo y me da la impresión que la ciudad y su gente nunca se han podido recuperar desde esa tormenta. Por mi manera de relacionar las cosas, esa "Tormenta del siglo" había comenzado mucho antes del 13 de marzo de 1993.


Proceso 2004